sábado, 17 de noviembre de 2018

Un mundo de Música



- La Historia Jamás Contada -

La MÚSICA, como cualquier otra actividad cultural –esto es, no natural-  es por eso mismo histórica, pues su concepto y práctica se transforman y evolucionan a lo largo del tiempo, como las sociedades que la producen. Nada que ver con una supuesta “musica aeterna” o incluso cósmica, como la famosa “música de las esferas”, como se pensaba todavía en la época romántica. Como metáfora estaba bien, pero hasta ahí.

Lo mismo en cuanto a su carácter supuestamente universal, ya que ni por aproximación es un lenguaje que todos entiendan o lo hagan de la misma forma, comprobable por nosotros mismos con la música de culturas lejanas temporal o geográficamente. (O incluso sin salir de la propia, como observé hará unos 27 años, cuando a una muchacha empleada de una copiadora a quien todos felicitábamos por su extraordinaria eficiencia, le regalé un cassette del Segundo Concierto de Rachmaninoff. En la siguiente visita al local, le pregunté qué le había parecido y me dijo que sonaba extraño.)

Lo que tenemos entonces no es la Música, sino una multitud de músicas en el sentido más general del término, o sea organizaciones, disposiciones o composiciones de sonidos –incluyendo uno nulo, el silencio- que tienen lugar dentro de un periodo de tiempo determinado… incluyendo stravaganzas como 4’ 33’’ de John Cage y su personal recepción del Zen: una música silenciosa, como intento de trascender las limitaciones objetivas de su tiempo y cultura.

Con esto nos introducimos en el terreno de la Musicología y su indispensable aplicación práctica, la CRÍTICA. En ambas logramos lo que no podemos con el consumo puramente sensual de la música, en que todos nuestros juicios se refieren al efecto inmediato de ella sobre nuestros sentidos. Con éstas, en cambio, gracias a la razón ya podemos distinguir la música como tal de las mitologías a priori o posteriori que se tejen alrededor de ella que, estrictamente hablando, son extramusicales.

Es un nivel de abstracción raramente alcanzado por quienes no son músicos profesionales o incluso académicos, haciéndolos aferrarse sentimentalmente a determinados géneros  entrañables por haberlos conocido durante la infancia u otras épocas igualmente emotivas de su vida, impidiéndoles aventurarse por nuevos horizontes. (En 1978 hice mi primer análisis sociológico –empírico- de la música al notar que había tres géneros que bauticé como “músicas totalitarias”, no por la música en sí, sino por la actitud de sus aficionados, que no toleraban otro tipo de música y, si podían, imponían su escucha a los demás. Eran el tropical, ranchero y DISCO.)

Se trata de una notoria carencia de CULTURA MUSICAL de la población, que ahora podría subsanarse fácilmente recurriendo a la Internet, con tan sólo recomendar por redes sociales esos “hallazgos” de otras músicas a los propios conocidos. Y ya formalmente, con la incorporación de esa misma práctica expedicionaria en busca de la Música del Mundo por padres, educadores, promotores culturales, etc. Un poco como hicieran los gratamente recordados Conciertos Universitarios de los años ’70, auspiciados por la Universidad pública local. (¡Qué tiempos aquéllos anteriores a la tecnocratización del quehacer universitario!)

Sí, ahora tenemos literalmente un MUNDO DE MÚSICA al alcance de la mano. Sólo nos resta tomarlo.

(Publicado originalmente en Sabersinfin el 17 de junio de 2006)


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen:world-experience.ro