sábado, 30 de junio de 2018

La Autocomplacencia: “antídoto” contra el crecimiento personal


- La Historia Jamás Contada -

No recuerdo cuándo fue la primera vez que vi la imagen del mexicano envuelto en un sarape, recargado sobre un órgano -cactus- y dormitando, que a tantos pareció ofender. ¿Por qué?

Ciertamente es una descripción de mal gusto y, sobre todo, generalizada del Ser nacional, pero no deja de tener su dosis de verdad, como sabemos por experiencia los mexicanos que, por cualquier razón, no encajamos en ella. Tal vez sea la “educación sentimental” que se nos imparte desde la familia y a lo largo de toda nuestra vida social, de que debemos estar orgullosos de ser “como somos” (¿?), como si esto fuera una fatalidad y no el resultado de un tipo específico de crianza.

Y es algo que aún inconscientemente llegamos a reproducir, sobre todo en condiciones en las que prevalece la PSICOLOGÍA DE MASAS, pero también en situaciones mucho más íntimas, personales, como la que me describió un gran amigo, músico también, acerca de un conocido suyo que tenía talento para el saxofón, pero que no se exigía más porque se sentía satisfecho de tocar mejor que los otros saxofonistas de la colonia.

Un día coincidimos en casa de este amigo, quien nos presentó y conversamos un rato. Le sugerí que escuchara a saxofonistas de fuera de su colonia e incluso de la Ciudad y del País, para que conociera todas las posibilidades de su instrumento y se animara a perfeccionarse. Ignoro si lo hizo, pero de eso se trata precisamente: antes que cerrarse a lo bueno -o malo, no importa- por conocido, es mejor salir a conocer qué hay más allá del cerco virtual de lo “propio”. ¿Quién sabe? Tal vez encontremos algo mejor adecuado a nuestro Ser, más que a nuestra clase, raza, nacionalidad u otra abstracción parecida.

La AUTOCOMPLACENCIA, más que a uno mismo, complace a quienes procuran que nadie se supere, a fin de sentirse a gusto en su propia mediocridad, siendo, a fin de cuentas, la actitud responsable de que, como sociedad, estemos condenados a nunca “despegar” hacia mejores condiciones de vida, sin importar los esfuerzos de quienes tratan de lograrlo: tal es el peso de la INERCIA social, que determina -limitándolo- aún al individuo más tenaz.

Y ocurre en todos los campos de la actividad humana: del arte al deporte, de la ciencia a la política y en cualquier otra cosa imaginable. Es por eso que a veces nos sentimos un “poco” decepcionados de nosotros mismos, cuando en rigor no somos los únicos responsables. Pero es un detalle del que la mayoría no es consciente, prefiriendo dejarse llevar plácidamente por el “ser como los demás”… hasta que un día, repentinamente, descubre que no realizó lo que sabía podía lograr.

 Por eso conviene a veces preguntarse: ¿No estaremos dejando de ser nosotros mismos por complacer a otros, creyendo que lo hacemos porque ASÍ NOS NACE?


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudiosode lo0s comportamientos sociales.

Imagen: psicopico.com