MANIZALES, 22 de agosto de 2019 — Agencia de Noticias UN-
Fabián Andrés Yara Amaya, estudiante de la Maestría en Ingeniería - Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, trabaja desde hace seis meses en la fabricación del bioadoquín, un material de construcción que resulta de la mezcla de concreto hidráulico tradicional –arena, grava y cemento– con un 20 o 30 % de fibras naturales, con el fin de simular la resistencia y la tenacidad de un adoquín convencional.
Por su falta de capacidad para soportar deformaciones, el concreto es un material frágil y de baja resistencia, limitaciones que se podrán resolver incorporándole un refuerzo, como las fibras naturales que se obtienen del coco y del fique.
Con este proyecto, el estudiante busca mejorar la resistencia, capacidad y tenacidad de los adoquines que se usan en las construcciones de vías de tráfico liviano (peatones) y pesado (vehicular): “ya realizamos pruebas basados en la Norma Técnica Colombiana NTC 2017 sobre adoquines de concreto para pavimentos, que exige 45 kilogramos/fuerza, y encontramos que con esta mezcla podemos llegar a 35 kilogramos/fuerza, que es una resistencia muy cercana a la exigida por dicha norma”.
Esto se debe a que el fique tiene una resistencia a la tensión de entre 511 y 635 megapascales (unidad de presión del Sistema Internacional de Unidades) y la fibra de coco alcanza una resistencia de entre 131 y 175 megapascales, cifras que aportan al mejoramiento de las propiedades mecánicas de un adoquín convencional.
La fabricación de este material “impactará significativamente en el sector de la construcción, ya que reduce los costos por metro cuadrado de adoquín entre un 10 y un 15 %; además para su fabricación no se requerirá mano de obra especializada, lo que influye directamente en el precio”, destaca el estudiante.
Solución medioambiental
Además de ser una solución amigable para la construcción, la fabricación del bioadoquín resolverá una problemática ambiental derivada de la mala disposición final de fibras agroindustriales, pues por lo general se incineran o se entierran por su alto volumen.
Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en la industria del coco solo se aprovecha el 20 % de la fruta mientras el 80 % se estima como material de desecho contaminante; igual ocurre con el fique, pues solo se utiliza el 4 % de la hoja, de la cual se extrae la fibra que alimenta la cadena productiva, y el 96 % –los jugos y el bagazo– es desechado por los cultivadores.
El estudiante Yara agrega que con la fabricación del bioadoquín se quiere dar un paso para modificar la norma ASTM C87, que limita el uso de materia orgánica en el concreto: “buscamos obtener una combinación tan precisa entre el concreto hidráulico y las fibras naturales que lleguemos a una resistencia similar o mejor a la del adoquín tradicional, y de esta forma seremos referentes para motivar la revisión de la norma actual”.
Fuente: agenciadenoticias.unal.edu.co