22 de agosto de 2019
Sorpresivamente trajiste en tu maleta
el cuadro faltante de la colección,
la bombilla de repuesto,
la loción favorita,
el remate de la novela inacabada,
la pata del buró apolillado
y la confianza perdida
con tantos yerros.
A tu llegada volvieron las letras,
el buen humor,
la oración matutina,
la confianza en la otredad,
el horizonte lejano se hizo más cercano
y los dones mediúmnicos se activaron.
Es increíble cómo una sola presencia
activa la potencia latente
de la parafernalia cotidiana
y los ritmos circadianos de lo palpitante.
Sin mediar palabra
todo cobró otro ritmo,
tanto, tanto,
que la relatividad es obsoleta
y la perspectiva también.
Con tu regreso
los canarios retomaron su canto,
las jaulas fueron innecesarias,
las arañas tejieron más nidos
y el gato recobró cinco
de las seis vidas perdidas.
