De Mitotes y Huateques
Durante muchos años me negué rotundamente a utilizar un teléfono celular que no fuera más allá de poder hacer, recibir llamadas y enviar mensajes de texto, en algún momento un viaje a la ciudad de Morelia me mostró lo útil de la tecnología cuando estás perdido en un mar de salidas a tu destino sin saber cuál de todas es la que tienes que abordar; fue esta experiencia caótica la que finalmente me convenció de utilizar por fin un teléfono inteligente, un dispositivo que tiene dos filos, pues por un lado es de mucha utilidad y en su otra cara es adictivo.
Cito lo anterior porque el lado luminoso de la tecnología móvil me ha dado la oportunidad de acceder a un sinnúmero de textos formativos, de opinión, ensayos, reportes de investigación, así como portales de noticias que me dan la oportunidad de estar mejor informado, de entre todo ese material, recuerdo un texto en especial que tiene que ver con el estado que guarda la cultura y su desarrollo en el presente, lo leí en el portal del periódico “La Jornada” y hablaba de un gestor e investigador cultural –Cuyo nombre no recuerdo- que sostenía que la revolución que viene en América Latina ya no será por la vía armada, como sucedió en el pasado, sino se trataría de un movimiento cultural de gran dimensión que cambiara la realidad de manera profunda y con un largo alcance y aún más, lo hará a nivel continental.
Hoy no solo encuentro interesante esta tesis, sino que creo que esa revolución de la que hablaba el especialista ya inició, veo muchos espíritus valientes enrolados en las filas de estos batallones que tiene como armamento a los libros, lápices, pinceles, micrófonos, pintura en aerosol, barro, papel y desde luego a las tecnologías de la información como su principal medio para ir avanzando y tomando plazas, cada escaramuza de estos comandos tiene efectos luminosos, sus estrategas son creativos en el campo de batalla y en lugar de tomar prisioneros o reclamar botín de guerra, sus mayores conquistas son las mentes que se van enrolando en sus filas y la mejor recompensa es ver replicado su esfuerzo en otras manos y pensamientos.
Si bien es cierto que también en este momento América Latina enfrenta el que parece ser el momento más oscuro de todos los tiempos, con un xenófobo a la cabeza de los Estados Unidos, con sociedades plagadas de violencia, territorios amenazados por poderes ajenos que codician la riqueza de las entrañas de nuestro suelo sin importar la devastación y el alto costo humano que implica semejante saqueo, con escenarios sangrientos que son consecuencia de una política estúpida que declaró una ofensiva sin tregua al trasiego de drogas y que después más de 50 años de ser impuesta ha demostrado ser solo un excelente negocio para los señores de la guerra que son quienes la impusieron, haciéndose de enormes sumas de dinero vendiendo sus productos y servicios por igual a delincuentes y fuerzas del orden.
La revolución que nos ha llegado y sobre todo lo más importante, que viene de nosotros; porque no es una política de Estado sino un verdadero ejercicio del poder que tenemos para hacer algo que cambie nuestra realidad, es un movimiento que poco a poco gana espacios, toma plazas públicas, casonas viejas, inmuebles abandonados, paredes olvidadas, conciencias en expansión que dejan semillas que por fuerza florecerán y aunque se pueda pensar que su avance es muy lento, hay que reconocer que avanza, que cada día son más los que se enrolan convencidos de que es un deber lograr algo positivo y que vale la pena dar la batalla en esta revolución que llegó para transformar a una sociedad sometida, donde la pobreza y la ignorancia son negocios útiles para perpetuar a los dueños del poder, esos que promueven el terror para mantenernos más ocupados en salvar la vida, que en defender lo que es nuestro.
Sin duda es impresionante ver como estos grupos levantan sus banderas blancas con sus propios recursos, sentirse admirado de su lucha que no espera nada de nadie y que prefiere la acción autogestiva a dormir el sueño de los justos, escuadrones de luz que con su labor abren rutas entre tanta oscuridad y que a pesar de los escenarios terribles no se rinden y dan prueba de que sí hay cambios para bien y que no todo está perdido.
Sin embargo algo que hay que reconocer es que como toda revolución no será sencillo y mucho menos rápido, se trata de un proceso de largo aliento que puede tardar más que un movimiento armado; por ello es importante no caer en la desesperanza y preferir mil veces este camino al que antes ya recorrieron los nuestros, donde se sublevaron con las armas al régimen opresor, pero que dejó a los justos bajo tierra y a los vivales en la mesa puesta; que si bien generó cambios, éstos fueron en su mayoría insuficientes, provocando el regreso de la opresión y el despojo ejercido por unos cuantos para el deterioro de muchos.
Creo que es mejor enfocarnos en esta visión que nos da luz de esperanza a dejarnos atrapar por el miedo de pensar que no se puede hacer nada, tomar el poder en nuestras manos y empuñar un libro, un pincel, un cuaderno, una guitarra y enrolarnos al llamado de esta revolución, que aunque ha dejado y seguirá dejando caídos es el camino más digno y seguro para lograr un mejor futuro para los nuestros.
Y tú, ¿qué arma vas a elegir y a qué comando te vas a sumar?, porque la causa es la misma para todos.
Imagen: pinterest.com
Publicado Originalmente En Saber Sin Fin El 8 de febrero de 2017
