miércoles, 11 de octubre de 2017

La luna es de queso


- Lecturas para cerebros raros -

Qué viene el fin del mundo... sí, el ébola dicen... Ya se aproxima la nueva peste, el sida acabará con todos, la llegada a la Luna fue un fraude. El Chapo no es el Chapo. Dicen que nos caerá un meteorito gigante como el que acabó con los dinosaurios. La ceniza del volcán afecta la piel, “se cae en escamas”; el nuevo estado Islámico destruirá las sociedades del mundo. Ya sabes, todos los europeos son puntuales, los norteamericanos son muy limpios...Los mexicanos somos el pueblo más feliz del mundo, la pasamos cante y cante… El Aviario de Puebla se convirtió en cafetería-este no fue precisamente un rumor-. Estas y otras frases similares se escuchan todos los días. Se repiten y se adoptan como verdades absolutas que no admiten mucha discusión.


Las frases son la parte visible de la gran fuerza cultural del rumor, un factor que tiende a instalarse en la sociedad, el rumor nace, crece se desarrolla y permanece en el tiempo y podría ser heredada a varias generaciones. El rumor en ocasiones se instala como un "mito urbano" una situación que casi todos creemos, a pesar de su evidente falsedad , no obstante los desmentidos, continuamos con la plena aceptación de su inconsistencia. Shanon en 1948, mostró claramente en sus estudios de la naturaleza del mensaje, el valor del ruido en un sistema y el rumor es, justamente, ruido en un sistema social. Los políticos, publicistas, psicólogos, periodistas saben muy bien el valor de introducir elementos que rompan la marcha normal de los acontecimientos, ya sea para distraer la atención pública o para concentrar el interés en determinada situación. El objetivo es manipular la reacción de la masa social.

A lo largo del siglo XX, con la llegada de medios de gran aceptación como la radio, la televisión o el cinematógrafo y hoy día la internet y el creciente conjunto de “app´s”(aplicaciones), se abrieron posibilidades enormes para la manipulación de la información a través de dos ejes básicos: la propaganda, que introduce  mensajes políticos y la publicidad que sirve para vender productos o servicios. Estos dos grandes motores de los medios, adquirieron la categoría de ciencias con métodos y objetivos claros. Goebbels en la Alemania Nazi, empleó la radiodifusión para estructurar un sentido de grandeza y misión trascendente para el pueblo alemán, Stalin en la Rusia soviética también empleó los medios a su alcance para fomentar el socialismo; en México el mensaje de los "cachorros de la Revolución" duró hasta su agotamiento total durante once sexenios y que decir de las ideologías de los partidos en México, acaso existe la “izquierda” la “derecha” o el neutral “centro”. Puro discurso hueco, en la práctica no hay ninguna diferencia, todo es simple y pura construcción a través de la propaganda. 

Las cosas comenzaron seriamente en octubre de 1938. Las estaciones de radio transmitían generalmente, música, noticias y adaptaciones literarias que se denominaron radioteatro, padre de las radionovelas famosas antaño. En New York, el gran Orson Welles, en aquellos años un genial jovenzuelo, adaptaba novelas que lo colocaron en la preferencia del gran público. Welles ya había adaptado la Dama de las Camelias, El Conde de Montecristo y obras de Shakespeare, adaptaciones que le habían dado una aureola de seriedad y era una estrella muy apreciada por millones de seguidores, pero para quizá para enriquecer la programación, decidió adaptar al radio, una novela del inglés Herbert George Wells: La Guerra de los Mundos, obra aparecida en 1898 e inauguraba un gran filón literario con el tema de las invasiones de seres de otros planetas a la Tierra. 

Aquel 30 de octubre, caía la noche otoñal y muchos se disponían a escuchar la acostumbrada y esperada emisión radiofónica. La emisión comenzó con música, pero la voz de Orson interrumpió el programa para anunciar: "Señoras y Señores, les presentamos el último boletín de Inter Continental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte..." aparecía un personaje en el papel del periodista Carl Phillips que interrumpía de cuando en cuando la transmisión y decir que en New Jersey habían caído bólidos que en realidad eran naves marcianas.  Orson Welles aclaró, al menos tres ocasiones, que se trataba de una adaptación de la novela La Guerra de los Mundos. En algún momento la dramática voz del personaje Carl Phillips desapareció entre gritos y efectos extraños. De inmediato comenzaron una serie de fenómenos sociales nunca antes vistos: las carreteras se saturaron de gente que deseaba frenéticamente salir de la ciudad, algunos declararon que se hincaron con toda la familia para esperar lo peor, la gente salía a la calle entre gemidos y rezos, la onda expansiva de la reacción se extendió por muchas partes de Estados Unidos y algunos decidieron que el suicidio era el mejor camino, otros simplemente regalaron sus pertenencias convencidos de su inutilidad.  Se estima que una audiencia de unos cuatro millones se incrementó a once en pocos minutos, el temor alcanzó niveles de paroxismo y dio pie para estudios muy serios sobre la credulidad del público y diseñar mejores herramientas para la propaganda y la publicidad.

De entre la masa de datos e interpretaciones, quedó en claro que los niveles económicos y educativos eran fundamentales: entre menos educación más credulidad, entre más pobreza más vinculación con la ignorancia y por tanto más manejable y moldeable es la masa social. 

En nuestro medio, no hay noticiario que no comience con la mención de las obras de un señor que labora de gobernador. Verdades a medias, reforzadas con repeticiones ad infinitum. Los ingenuos las creen a pie juntillas, otros simplemente sonreímos y realmente observamos preocupados el endeudamiento colosal de las finanzas estatales. Pero no importa. La propaganda pagada construirá una imagen falsa que muy pronto se derrumbará entre aullidos y lamentaciones.

*Imagen: publimetro.com.mx

Por eso nos despedimos con Descartes: "Cogito, ergo Sum" (Pienso, luego existo).

alejandro rivera perezAlejandro Rivera Pérez