martes, 23 de abril de 2019

El oro negro


Si el petróleo representa hoy un problema, esperemos a que pasen veinte años: será una pesadilla.

Jeremy Rifkin


Mañana, 18 de marzo, se cumplen 81 años de una de las acciones más contundentes e importantes de la vida del México moderno, nos referimos a la expropiación petrolera. La historia del petróleo en México comenzó prácticamente desde 1876 en cuanto a la exploración, explotación, consumo y distribución. Desde esa fecha llegaron varias compañías de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda que recibieron amplias concesiones para explotar los yacimientos petroleros.

Para 1910, y debido a las facilidades que les brinda el gobierno de Porfirio Díaz, el monopolio estadounidense Standard Oil Company y el consorcio angloholandés Royal Dutch Shell, se apropian del petróleo del país, lo explotan en forma irracional y sobreexplotan a los trabajadores mexicanos.

Tras la revolución de 1910, hubo la necesidad de controlar la actividad petrolera y el presidente Francisco I. Madero (1911-1913) empezó con la regulación de la situación en cuanto a los impuestos. Durante el periodo del general Victoriano Huerta (1913-1914), el gobierno estadounidense intervino para que las compañías no pagaran impuestos ni hubiera regulación. Con Venustiano Carranza (1917-1920) como encargado del Ejecutivo se trabajó para establecer un régimen administrativo que regulara la actividad.

La explotación de los trabajadores por las empresas transnacionales provocó que desde 1913 los petroleros iniciaran movimientos de resistencia y lucha por lo que son perseguidos y reprimidos. El triunfo de la Revolución Mexicana y la promulgación de la Constitución de 1917 abre nuevas perspectivas para sus luchas, porque en su artículo 27 establece que “Corresponde a la nación el dominio directo del petróleo y todos los carburos de hidrogeno sólidos, líquidos y gaseosos”, y en su artículo 123, incluye los derechos a la organización sindical, la huelga, al salario mínimo, la jornada máxima de ocho horas, y otros no menos importantes. Para 1918 organizan su primera huelga triunfante: obtienen un importante aumento salarial y la reducción de la jornada de trabajo.

La ley reglamentaria del artículo 27 constitucional tardó varios años en promulgarse, por lo que los conflictos entre los gobiernos de Carranza, Adolfo de la Huerta y Álvaro

Obregón con las compañías petroleras aumentaron, pero también los enfrentamientos con Estados Unidos. La regulación de los impuestos también fue materia de serias polémicas, mientras que la aplicación retroactiva del artículo 27 provocó importantes conflictos diplomáticos, legales y judiciales.

Ante la disminución de impuestos provenientes de la actividad petrolera y la actitud estadounidense de confrontación, el presidente Plutarco Elías Calles decidió acelerar la promulgación de la ley reglamentaria del párrafo IV del artículo 27 constitucional con el aval del Congreso de la Unión, que la aprobó en noviembre de 1925. Allí se estableció que las compañías petroleras debían de renovar y confirmar sus concesiones, pagar más impuestos y sujetarse a las disposiciones legales. Se encendió la querella de las empresas estadounidenses, británicas y holandesas con el gobierno, la cual se prolongaría hasta el sexenio de Lázaro Cárdenas.

Fue el 18 de marzo de 1938, a las diez de la noche, que el presidente Lázaro Cárdenas del Río apoyado por su gabinete, la Suprema Corte de Justicia y el Congreso de la Unión, dio a conocer el decreto de expropiación de todos los bienes muebles e inmuebles que pertenecían a diecisiete compañías petroleras inglesas y estadounidenses que operaban en México.

El discurso de expropiación que el presidente Cárdenas dirigió por radio a la nación tuvo una duración de poco más de quince minutos, en él se indica que: “Se trata de un caso evidente y claro que obliga al Gobierno a aplicar la Ley de Expropiación en vigor, no sólo para someter a las empresas petroleras a la obediencia y a la sumisión, sino porque habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el Gobierno las instituciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país”.

Como podemos apreciar, amable lector, los actuales son tiempos críticos para el legado de Cárdenas ya que lo que se ha descubierto con el uso del petróleo y la relación de los mexicanos de a pie, con el hidrocarburo y sus derivados, sigue siendo difícil.
Twitter @jarymorgado

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