martes, 23 de abril de 2019

El corazón tiene cerebro


Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza

Anónimo

En la antigüedad se creía que la capacidad de pensar no se encontraba en el cerebro sino en el corazón. Sabemos que el cerebro es el encargado de transmitir una serie de mensajes al resto de nuestros órganos y que es el responsable de hacernos razonar, pensar y recordar. En las civilizaciones como la Antigua Roma y Grecia se tenía el convencimiento de que el órgano encargado de hacernos pensar, sentir y recordar estaba situado en el pecho, o sea, era el corazón y no el cerebro.

La palabra que designa al corazón en sánscrito es hrid esta palabra significa “saltador” y hace referencia a los saltos que da el corazón en el pecho en respuesta a los esfuerzos y a las emociones. Una variante de la palabra hrid, los griegos la pronunciarían kardia y los latinos cor o re-cordis, es decir, volver a pasar por el corazón. Así pues, ese “volver a pasar por el corazón” realmente era a “volver a pasar por la mente”, la cual consideraban se encontraba en el corazón.

El corazón ha aparecido reflejado en diversas situaciones donde su representación ha llegado a caer en el mito y el misterio. Una de sus primeras manifestaciones conocidas data del final del período paleolítico vista en El Mamut de la cueva de El Pindal, en Asturias, pintura rupestre que muestra un gran corazón rojo pintado en el centro del animal. No se sabe si el hombre lo pintó para señalar el lugar ideal para dirigir las flechas a fin de abatirlo, desde entonces existía la idea de que en el corazón estaba la fuente de la vida.

Los antiguos egipcios pensaban que en el corazón residían el alma y la mente del hombre, le adjudicaban capacidades cognitivas: raciocinio, inteligencia, valor, poder creador y pensamiento espiritual. En el proceso de momificación la mayoría de las vísceras del occiso eran colocadas en vasos canopos, solamente el corazón y los riñones eran dejados en su sitio. Se resguardaba el corazón del cadáver con amuletos protectores, y se pensaba que el difunto necesitaba ese órgano para su viaje por la otra vida pues tendría un papel crucial durante el juicio del difunto en el más allá.

En civilizaciones orientales (India, China y Japón), existe la idea desde hace milenios que en el cuerpo existen unos puntos de “energía vital universal inmensurable” (chacras), de los cuales, el que se halla a la altura del corazón, simboliza el amor y la compasión. Los

hindúes consideran el corazón como centro de todo ser y de todo estado de existencia, por ello reside en el centro y al que se designa como “ciudad divina”.

Platón llamó al corazón “Nudo de los vasos”, en sus escritos se deja ver la vinculación que se hizo del corazón con la bondad y los sentimientos señalando que es el corazón quien permite que la mejor parte del ser impere en la personalidad y que sólo la voz del corazón sea escuchada por “todo lo que en el cuerpo tiene sensibilidad”.

Aristóteles estableció que el corazón era lo más importante del cuerpo, concluyó en aquel momento que el corazón era el primero de los órganos que se forma en el embrión y el último en morir, era donde residían el movimiento, las sensaciones, el alma y la razón.

En la América prehispánica el corazón fue un órgano espiritual y misterioso. Los aztecas tenían también al corazón en un elevado concepto, tanto así que era una práctica religiosa arrancar el corazón de sus víctimas considerándolo la ofrenda más valiosa y lo elevaban a los dioses.

Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia, afirma que: “Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado que al parecer este órgano puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir”.

La investigadora asevera que existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro siendo: la primera la comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. La segunda la información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. La tercera la comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo y la cuarta la comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5,000 veces más intenso que el del cerebro.

Es así, amable lector, que el corazón ha sido considerado uno de los órganos más importantes desde la antigüedad, por lo tanto, cuidémoslo.


Jorge A. Rodríguez y Morgado

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