martes, 23 de abril de 2019

Retrato de familia: el arte mexicano se ilumina de grandeza (artículo)


El soplo de Euterpe


Sólo queda un olor de hojas quemadas,
Un otoño en el aire
Un eco de manzana
Jomi García Ascot


La ópera florecía en Europa bajo la influencia del fresco aire italiano. Al comenzar el siglo XVII, definitivamente la ópera habíase transfigurado en el gran arte que tuvo el poder de igualar los públicos que acudían en tropel a escuchar las voces, las orquestas y codearse todas las clases sociales con el sólo propósito de disfrutar del arte inigualable del teatro cantado.


Nueva España muy pronto dejo correr por los campos y las ciudades las tonadillas operísticas que venían a cuentagotas de la lejana Europa. Los incipientes públicos novohispanos ávidos de aires frescos que empujaran los pesados goznes de las puertas eclesiásticas, escuchaban embelesados las tonadillas que de cuando en cuando se ejecutaban en teatros improvisados.

Se tiene noticia que en 1708 se compuso la primera ópera compuesta en estos lares. Manuel de Sumaya, maestro de capilla de la ciudad de México, uno de los más luminosos compositores de aquellos tiempos, compuso una ópera en toda forma que llevaba el nombre de El Rodrigo, amén de traducir algunas óperas italianas. Pocas obras operísticas se compusieron en México a lo largo del siglo XVIII, no obstante en los albores del siglo XIX, nuevos aires soplaron a través de las óperas italianas. Una de las primeras obras fue de Doménico Cimarrosa,  representada en 1805. Poco después se dejó escuchar El Barbero de Sevilla de Giovanni Paisello con gran éxito de público que asistía al nuevo Coliseo de la ciudad de México. Nueva España hervía en deseos de liberarse definitivamente de la corona española. Se gestaba en gran movimiento de independencia y una vez comenzado, las luchas e inestabilidad de múltiples gobiernos, dos invasiones, intento de dos imperios, luchas intestinas entre otros variopintos problemas de la joven nación, la música y las artes tuvieron oportunidad de abrirse camino y florecer a pesar de los polvos de una historia sangrienta y que se antojaba interminable.

México, sin embargo, era un territorio atractivo, lleno de encanto musical. Visitaron el país numerosas compañías europeas que tenían entre sus filas magníficos músicos. Victor Rocamora el célebre tenor italiano, saltó a las crónicas de la época como  el más excelso cantante y muy pronto rivalizó  con el español Luciano Cortés. También las sopranos brillaron con sus voces privilegiadas, una de las favoritas fue Inés García, conocida por La Inesilla, logró enloquecer al público por su capacidad para improvisar trinos en plena aria.
En 1821 se presentó la ópera México Libre de José María Bustamante. Un año después, Agustín de Iturbide ordenó la integración de la  primera orquesta en olor de Sinfónica, de hecho la primera orquesta profesional de México, cuya organización recayó en Mariano Elizaga, maestro de capilla de la catedral de México.

En 1824 Lucas Alamán y el propio maestro Elizaga fundaron la Sociedad Filarmónica que tuvo el cometido de dotar al país de lo mejor de la música orquestal compuesta por europeos y  mexicanos. A raíz de la edificación del Teatro de los Gallos, escenario que se convirtió en testigo de varias óperas y conciertos con la novedosa y popular música de Gioacchino Rossini. El público mexicano disfrutó del Barbero de Sevilla, Tancredi., Otelo y otras.  Definitivamente la ópera por un lado, la riqueza de la música popular y la naciente música de salón, dieron una personalidad peculiar a la música mexicana.

Muchos visitantes han dado cuenta a través de sus diarios de viaje, de la importancia de la música en la vida cotidiana de pueblos y ciudades. Una de las más notables al tiempo deliciosa crónica proviene de Frances Erskine Inglis, mejor conocida como Madame Calderón de la Barca, nacida en Escocia y a la sazón casada con Ángel Calderón de la Barca, primer ministro plenipotenciario de España en México. El matrimonio arribó al puerto de Veracruz el 19 de diciembre de 1839 y durante los dos siguientes años, recorrieron parte del país, convivieron y absorbieron el estilo mexicano, sus vicisitudes, carencias, luces, sombras  y dejaron para la posteridad una viva y deliciosa crónica escrita por Madame Calderón de la Barca a través de cartas dirigidas a su familia en Boston. Posteriormente las cartas fueron impresas en forma de libro y traducidas al español por Felipe Teixidor. 

La editorial Porrúa en su colección Sepan Cuantos…publicó este notable y delicioso libro bajo el nombre de La vida en México, durante una residencia de dos años en el país. En la carta seis,  Fanny, como la nombraban en familia, escribió un apunte del ambiente que se organizaba con apenas un pretexto para reunirse y bailar, cantar o armar tertulias con teatro improvisado y música popular: “…Será la medianoche cuando llegó potando antorcha, una tropa de soldados mexicanos, así como una profusión de músicos, tanto aficionados como profesionales, principalmente de los primeros, y gente que llevaba atriles, violines, violonchelos, trompas francesas etc., junto con una inmensa multitud, a la que se mezclaba gran número de léperos de tal manera que el espacio entre la casa y el acueducto, y la misma calle, estaba cubierta de gente y coches hasta perderse de vista… los soldados mexicanos sosteniendo las luces para alumbrar a los músicos , los cuales pertenecían a diversos países  españoles, alemanes y mexicanos…señoras y léperos todos contribuían a formar un divertido spectacle (sic)..

Se dejó oir el coro acompañado de toda la orquesta. Las voces eran excelentes y muy buena la música instrumental y apenas podía yo creer que la mayor parte de los ejecutantes fuesen simples aficionados….se ejecutaron varias oberturas de las últimas óperas…”

Para esta semana:

Manuel de Sumaya 
I.-Angelicas Milicias. 
Mexican Baroque Music. Coro a ocho voces.
Santicler chorus
II.-Rossini Overtures
Philarmonia Orchestra. Carlo María Giulini conductor.
III.-Últimas Variaciones
José Mariano Elizaga
Mexican Imperial Kappelmeister
IV.-Música de guitarra de la Época de la Independencia
Gentil de Montaña Guitarra
V.- Intermezzo
Manuel M. Ponce
Glenda Courtois Piano
VI.-A pesar de Todo
Manuel M. Ponce
Glenda Courtois Piano
VII.-Valses Mexicanos de Concierto.
Joseph Olechowski Piano
VIII.- Valses mexicanos del recuerdo
Cuarteto de Roberto Téllez Oropeza.




Alejandro Rivera Domínguez, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com