- La Historia Jamás Contada -
Hasta hace poco, seguía por Canal 22 una detallada y
realista serie sobre la infame Familia Borja -italianizado Borgia-, cuyo
patriarca Rodrigo subió al Papado bajo el nombre de Alessandro VI. Solía
encontrármela al “barrer” los canales culturales apenas acababa de anochecer, buscando
algo diferente a las mismas películas de siempre –“pero repetidas”, remarco con
ironía- que constituyen la programación standard de los canales de cine, cada
vez más con el agravante de estar ya dobladas.
Pero la semana pasada di no con ella, sino con un promocional
que la anunciaba para los martes y jueves a las… ¡12 de la noche! ¿Cómo? ¿Por qué? Ni tardo
ni perezoso pregunté al Canal la causa. La respuesta fue muy simple: resulta
que, por su clasificación, la habían puesto en “horario para adultos”.
El incidente no es tan trivial como parece, pues me hizo
recordar aquel último momento del mandato presidencial de José López Portillo,
cuando expidió el famoso Decreto que exigía a los expendedores de periódicos y
revistas, presentar las consideradas “obscenas” dentro de una bolsa sellada de
plástico, a fin de que niños y adolescentes no pudieran hojearlas por
curiosidad. (Ya en mis primeras observaciones sobre el comportamiento mediático,
a finales de los ‘70, había notado que, cuanto más cerca impactaba un medio del
núcleo familiar, tanto más censurado estaba su contenido. En orden decreciente:
radio y televisión, periódicos y revistas, cine y, al final, los libros.)
Pero también recordé que, alrededor de esa época, se
transmitió por televisión abierta la miniserie YO, CLAUDIO, basada en las
novelas del historiador Robert Graves, sin duda un signo de madurez de la clase
dirigente o, cuando menos, de la responsable de la política cultural. Cierto,
también pasaba a medianoche, pero era el principio ostensible de un cambio en
la mentalidad oficial: de la ultramontana imbuida de pensamiento clerical, a
una más acorde a los tiempos secularizados que vivíamos.
El asunto ahora es que estamos a punto de entrar en una
época si no de cambio de régimen -lo que me suena un tanto pretencioso-, sí
cuando menos de estilo personal de gobernar, como magistralmente conceptuara el fenómeno don Daniel Cosío Villegas-.
Y… ¿quién sabe?, tal vez se trate de una RENOVACIÓN MORAL, pero no tecnocrática
como la de De la Madrid, sino literalmente de las costumbres personales, pues como ellos mismos nos hicieron saber
durante la Campaña, no pocos personajes clave del nuevo Gobierno federal
tampoco entonan mal las gregorianas. Y ya en el puesto… pues la tentación es
grande.
Nada como la Historia para prever lo que puede venir, por lo
que conviene recordar esos -en su momento- pequeños avances en cuanto a libertad
individual y no dejar que se pierdan por un golpe de dedo -levantado-, pues se
empieza censurando un entretenimiento, para luego censurar cosas mucho más
importantes.
A reconsiderar pues, el inesperado renacimiento de la CENSURA
y sus más que posibles objetivos de CONTROL POLÍTICO.
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen:negracubanateniaqueser.com