viernes, 16 de noviembre de 2018

Se desarrolló en Puebla 1era. Cofraternidad del Charango 2018 (Video y Nota)


23 de Julio de 2018

En las instalaciones de la Casa de la Cultura se dasarrolló el pasado viernes 20 de Julio, la Primera Cofraternidad del Charango Puebla 2018, reuniendo un amplio y muy rico conjunto de artistas locales y peruanos que además, se vio engalanado por la presencia de Bolivia que raudo, veloz y casi poético llegó para integrarse, todos hicieron la delicia de un auditorio que cada vez comienza a ser más nutrido.



La maestra Dore Muñoz presentando su más reciente álbum: Dore Muñoz, Quenista Colombiana y grupo Semilla.

La tarde de este viernes pasado, Puebla brilló al compás de melodías andinas bajo los instrumentos de siete gigantes de este complicado arte y en donde, el gran protagonista fue el Charango, instrumento representativo de la música andina. Su inconfundible sonido recuerda a los sonidos más agudos de una guitarra clásica, y pareciera que en su más elocuente esencia de hecho, el charango no es más que eso: una guitarra modificada para producir rasgueos de cuerda en octavas muy altas; sin embargo, hemos de anunciar también que los estudiosos no se ponen muy de acuerdo sobre los orígenes reales de este instrumento donde al parecer, se funden relatos que tratan de explicar bajo el sello de mito y leyenda su procedencia, hasta los trabajos académicos más serios que le dan mayor forma a un posible génesis del mismo.

Hablemos brevemente algunos apuntes sobre este fascinante instrumento abordando las dos ópticas que, a nuestro juicio merecen las siguientes líneas...
La memoria colectiva andina sostiene que el charango surgió como un intento de ridiculizar la guitarra ­el instrumento por excelencia de la sociedad seglar colonial­, cuando el indígena oriundo de aquellas regiones redujo sus proporciones hasta convertirla en un mero objeto ornamental, que sólo después de un largo proceso creativo fue dotándolo de musicalidad.

Una pequeña excursión mítica será necesaria aquí y ahora. Debemos al señor José Castro Pozo, la versión inédita de un mito sobre el origen del charango, recogido por su padre, el escritor Hildebrando Castro Pozo. He aquí una versión escueta del mito que Sabersinfin recoge para usted:

Un indio abandonó su pueblo natal en las alturas en busca de mejor vida, yendo a afincarse como colono en las zonas de montañas y, cansado de los abusos, decidió regresar a su pueblo, tomando consigo a su mascota, un pequeño armadillo. Extraviados, ambos pasaron mil penurias, mas durante todo ese tiempo el animal consoló al indio cantándole hermosas melodías. Después de varios días de hambruna, el quirquincho murió de inanición, pidiéndole al hombre que comiera de sus carnes para salvarse. El indio agradecido por el sacrificio de su mascota tomó su caparazón e hizo de él un instrumento con el cual él pudiera cantar con su amigo

Extraño, pero igualmente tentador, el relato así contado suena mágico, de gran belleza narrativa y exquisita musicalidad en su composición, pero insistimos, esa es la voz del mito y la leyenda. Ahora, la voz de la razón con tintes de historia no comprobada. Igualmente se enmarca dentro de las tesis de la misma memoria colectiva la tentativa etimológica que remite, o trata de hacerlo, a la nomenclatura del instrumento a la lengua de los incas. Leamos esa declaratoria:

La palabra charango proviene de la cultura quechua cuyo idioma, el runa simi denomina a este instrumento chawaqku que significa alegre y bullicioso como el carnaval
-Esain, Fernández y Echarte (1987)-

Los diccionarios no recogen ese vocablo. Desde un principio hallamos en la tesis de la memoria colectiva algo paradójico: no se recurre a un instrumento, con el que se pretende ridiculizar a otro, para expresar sentimientos tan profundos como la soledad, la tristeza o la más vital alegría. Igualmente paradójico nos pareció siempre el supuesto de que el indígena recurrió al caparazón del armadillo debido a la escasez de materiales de construcción para instrumentos de cuerda, pues sólo en el caso de la caja de resonancia se buscó un sustituto, no así para las otras partes del instrumento que siguieron haciéndose de madera. Tales paradojas no existen para el común de la gente, ni siquiera para aquellos que conocen lo que denominaremos la tesis histórica. Sucede lo contrario con los defensores de esta última, quienes no dejan de remarcar la carencia de objetividad y de una metodología científica en las "tesis" sustentadas por la memoria colectiva. Pero, como sea que se quiera partir para explicar su origen, a nuestros ojos sólo podemos retratar lo que hemos visto y vivido el pasado viernes.

Los orígenes del Charango no quedan en la memoria de la historia muy claros pues los estudiosos no se ponen de acuerdo para señalar y nombrar su fecha y lugar de nacimiento, pero es cierto que los artistas que lo hacen sonar y el público que lo aprecia disfrutan enormemente, más allá de mayores complicaciones factuales. Es cierto que todos somos capaces de admirar la complejidad de su ejecución y la belleza intrínseca de sus suaves sonidos. Armonía, ritmo, tradición son vocablos que se nos antojan mucho más para expresar lo inevitable: hemos quedado extasiados de la grandeza de estos siete exponentes fabulosos del Charango, y hemos podido ser fieles testigos de los reconocimientos muy merecidos que les fueron otorgado a los maestros...
1.- Martín Antonio Aguilar
2.- Javier Antonio Sarmiento
3.- Josue Elizondo Luna
4.- José Luis Bravo
5.- Rogelio Gómez Palma
6.- Agustín Flores Campos
7.- Dore Muñoz, llegada desde Columbia

Pero basta de más palabras, los dejamos con la transmisión que gracias a nuestro admirable colaborador, Jorge Durán, conductor y productor del programa Huecanías, y excelso promotor de la cultura latinoamericana pudimos capturar para deleite de un gran público que sigue su trabajo realizado para las diferentes plataformas de Sabersinfin.com, comandados por nuestro Director General el Dr. Abel Pérez Rojas.


 Programa especial conducido por Jorge Durán, con la participación del Vengador Anónimo en la cámara, y la narración de Christian Escamilla.

 Texto: Christian Escamilla.