sábado, 4 de noviembre de 2017

El factor paranoide en las sectas destructivas



-La Historia Jamás Contada -

El fenómeno de las sectas destructivas, aquéllas que despojan al adepto del control y responsabilidad sobre su vida, es por sí mismo un problema de SALUD MENTAL PÚBLICA del que la mayoría de la gente no toma conciencia –awareness- sino hasta demasiado tarde: cuando resulta involucrado alguien cercano afectivamente y pasa entonces a afectarla personal y directamente. Es un momento de perplejidad, pues nadie más parece percatarse de la situación, atribuyendo todo a simple despecho de la(s) persona(s) abandonada(s). No es tan “simple”, sin embargo.

Desde la constitución, en los años 70, de las primeras asociaciones civiles para vigilar a las sectas, consecuencia de la eclosión de estas últimas, como ya habían notado algunos sagaces observadores de la época, y los esfuerzos estrictamente particulares –el Estado, por regla general, no se daba ni se da aún por enterado del asunto-, mayormente familiares, por rescatar a quienes quedaron atrapados en ellas, se han compilado listas de características tanto de grupos sectarios como de sus presas o rehenes, que paradójicamente afirman estar a gusto en ellas.

Se han producido, además, cuadros de RECOMENDACIONES –los “primeros auxilios”, por así decirlo-, algunos excelentes por la claridad de enfoque y exactitud de las medidas propuestas, para quienes intentan hacer algo al respecto, así como contrapropaganda de las argucias que suelen esgrimir los defensores orgánicos –internos-, oficiosos y hasta ociosos de tales sectas, generalmente amparándose en las libertades individuales de creencia, culto, asociación, etc., que ellas son las primeras en conculcar.

Todas medidas prácticas y para actuar sobre casos concretos, resultados de hechos ya consumados o a punto de serlo, postergando la elaboración de una teoría (aceptablemente) científica que no sólo unifique los rasgos observados, sino también dé cuenta de su encadenamiento y evolución en el tiempo, así como su relación con otras condiciones o estados mentales mejor conocidos.

Por ello es alentador dar con una obra como la del doctor Pedro Cubero, psiquiatra español, que se ha tomado el trabajo de rastrear minuciosamente los rasgos paranoides conocidos por la Clínica en GRUPOS COMPLETOS: algunos tan pequeños como la familia y otros insospechadamente grandes como naciones enteras en determinados momentos de su historia, comenzando por establecer y discutir las definiciones –y distinciones- clásicas de la paranoia como enfermedad, personalidad o estado, sus manifestaciones y matices, para pasar a la dimensión social de la conducta paranoide, tema del libro.

Se trata de una obra sumamente extensa, sobre todo por su estilo casuístico –una colección de casos-, pero bien vale el esfuerzo de leerla, reflexionarla, discutirla y adaptarla a casos conocidos y tal vez cercanos, como en lo personal, que a veces me resultaba un “retrato hablado” de una extraña y preocupante experiencia vivida hace 25 años y cuyas implicaciones estaba bien lejos de sospechar.

En síntesis, me parece una importante contribución no sólo al entendimiento de la génesis, desarrollo y dinámica interna de las sectas, sino la magnitud del riesgo que tales grupos activos anómalos representan en un ambiente social y POLÍTICO favorable como en el que nos desenvolvemos actualmente.

(Publicado originalmente en Sabersinfin el 16 de enero de 2015)



Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: bernardobarranco.wordpress.com