viernes, 13 de octubre de 2017

Y Ahora Con Ustedes... ¡Thomas Hobbes!




Decía el gran Aristóteles que el hombre es un zoon politikón, es decir, un animal político. No hay acción alguna realizada por el hombre que no tenga un sentido político. Sin embargo, definir qué es la política en términos simples resultaría una especie de caricatura o un mal chiste. La política en México ha sido a lo largo del siglo XX y lo que corre del presente, un conjunto de acciones dirigidas a satisfacer los intereses partidistas. No hay más. Baste reflexionar que México es uno de los territorios más ricos de la Tierra. Recursos de toda índole, climas, flora y fauna asombrosos, sin embargo, un país con millones de pobres, con pésimos servicios, educación malísima, burocracia paralizante, impunidad indecible, gobiernos anodinos que sientan sus reales entre una masa definitivamente ignorante e indiferente. No hay proyecto de país. Y en buena parte se debe a la ausencia de ideas y compromiso de quienes se dedican a ese quehacer llamado política. No la que Platón deseaba, es decir, que fueran los mejores ciudadanos los que formaran el gobierno. De estas ideas y estos ciudadanos ideales estamos realmente muy, muy distantes.


Conviene pues recordar a algunos de los pioneros de la ciencia política, sea al menos una invitación para enriquecer la discusión y la participación del ciudadano, una pequeña contribución para acercarse a las grandes mentes y con estas lecturas, no dejarse dorar la píldora por sujetos que se convierten en parásitos de la sociedad, que no nos sirven y que su participación se convierte en aquello de lo que escribió Sartre, simplemente Nada.

Thomas Hobbes ocupa, sin duda, uno de los lugares preponderantes de la ciencia política. Viajero, estudioso de las ciencias y los clásicos, tradujo del griego al inglés a Tucídides, amigo de Galileo contemporáneo de Kepler, Newton y otros pensadores, es testigo de la guerra civil en Inglaterra en 1642, mientras escribe y piensa muchos temas. Acusado de ateísmo y de buscar favores se ve forzado a migrar a Francia. En 1651 Hobbes publica su obra más famosa: El Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. El Leviatán adopta su nombre de un monstruo bíblico y para Hobbes representa la personificación del poder y ha de afirmar su unidad dentro del ámbito del territorio y debe erigirse como un poder superior al del individuo y por supuesto al de la iglesia la cual debe subordinarse al poder civil. Hobbes hace la clara distinción entre las leyes naturales positivas de las cuales emanan las leyes divinas y las leyes civiles, que se contraponen. Las leyes divinas son ineficaces en cuanto obligan en conciencia pero no de hecho. Se requiere una garantía de reciprocidad, un poder que ejerza el pleno cumplimiento de la ley absolutamente por todos. El deseo más profundo de la humanidad, es para Hobbes, un perpetuo e incesante afán de poder, que termina en el momento de la muerte. Este deseo se contrapone con los múltiples apetitos del individuo los cuales engendran la guerra y la anarquía. El miedo a la violencia, el miedo a morir impulsa el origen del Estado. Leviatán, la personificación del poder, surge como una etapa que supera el estado de guerra, pero a condición que el individuo ceda parte de sus derechos naturales en beneficio de la ley mediante la acción de un soberano quién tendrá bajo su responsabilidad, la organización del consenso social.

La monarquía absoluta es el ideal del Leviatán, un avance significativo posterior a las formas teocráticas medievales. En la monarquía según Hobbes, se representan las mejores cualidades aristocráticas y los incipientes movimientos burgueses democráticos, delegadas en un soberano (en México elegimos soberano cada seis años) Cabe el hecho que la posesión absoluta del poder no implica el ejercicio absoluto del poder, ni siquiera en las dictaduras actuales. La influencia del Leviatán a lo largo de los siglos ha sido importante, muchos pensadores estudiaron la obra de Hobbes y crearon escuelas de pensamiento político de primer orden que unieron sus nombres a Aristóteles, Platón, Maquiavelo, Montesquieu, Bodin, Moro. El pensamiento de Thomas Hobbes, parte de su profundo conocimiento de la matemática de su época- dominaba la Geometría de Euclides- y por ello sus ideas son deductivas como eje y modelo de todo saber científico. Leer a Hobbes es una aventura intelectual incomparable. Nos despedimos con Prometeo de Euripides "...qué diste a los mortales?...el fuego y la esperanza...libero a los hombres de la obsesión de la muerte..."

alejandro rivera perezAlejandro Rivera Domínguez (kosmospuebla@yahoo.com) es director de la Estación de Satélites Kosmos Puebla.

Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 11 de novimbre de 2014