viernes, 13 de octubre de 2017

Historias Que Se Bifurcan



Herodoto refiere que Jerjes, el rey persa, acompañado de un enorme ejército, rumbo a la conquista de Atenas, se enteró que la defensa la intentarían sólo unos cuantos, preguntó asombrado al general espartano: por qué no echaban todos a correr ante sus poderosas huestes, "sobre todo si, como se decía, son libres y nada puede detenerlos" El griego le contestó: "Son libres Jerjes, pero no para hacerlo todo. Pues reconocen un amo que se llama Ley, al que temen más que a ti te temen tus siervos..." Pero no era obediencia ciega a la Ley conjuntamente caminaba aparejada a la búsqueda de la areté o virtud que todo libre ateniense debía tener como máxima cualidad.



Los ideales griegos iluminan aun los mejores momentos del hombre, es el respeto y obediencia a la Ley lo que sostiene la cohesión en una sociedad y garantiza la búsqueda de mejores soluciones para mejorar el paso de la vida. Los tiempos cambian, los ejes ideológicos mudan sus puntos de apoyo, los valores amalgamados muchas ocasiones con sangre, se destiñen y paulatinamente pierden su brillo, su razón de ser y regir los anhelos de las complejas sociedades modernas.

México es un caso de corrosión tristemente rápida de valores y fuerza en el tejido social. Pocos parecen temer a la Ley, cada mexicano parece tener su propia versión legal y la aplica en todas sus relaciones con los demás hasta convertirnos en una enorme masa conformista e indiferente. Ha dicho K. Kautsky que toda sociedad conformista tiende a la inestabilidad, y esto curre justamente con nuestra sociedad. Sin embargo, esta actitud tiene su origen en la desfachatez y corrupción que la propia autoridad ha propiciado a través de los años. Los mexicanos tenemos, casi como parte del folclor nacional, el lamentable hecho que nuestras quejas y denuncias nunca serán resueltas. Sencillamente la visión de los mexicanos respecto de la autoridad, es que es un estorbo más que una solución a los problemas cotidianos. México es el país donde lo ilegal es legal, una paradoja inquietante y trágicamente real.

Permitimos que los bancos nos traten como delincuentes dictando sus propias leyes sobre el uso de celulares y maneras de vestir, algunas tiendas revisan la mercancía que ya es nuestra porque ya la pagamos. Algunos fraccionamientos parecen un país dentro de otro país: exigen identificaciones y aun se quedan con ellas mientras se visita a personas que habitan e incluso promueven tales acciones. Permitimos la ineficiencia del gobierno, los trámites interminables para abrir tal o cual negocio, la corrupción que es reina de todo servicio municipal, estatal o federal. Permitimos partidos políticos que sólo sirven a sus propios intereses pero nos cuestan toneladas de billetes sostenerlos, igual que la autoridad que rige las elecciones, institución supuestamente ciudadana pero botín de los partidos políticos y que cuesta otras tantas toneladas de billetes, a la cual se le debe demostrar que yo soy yo a cada paso.

Algunas instituciones se convierten en una total inutilidad social. Para abrir un negocio, se deben realizar trámites sin cuento, pagar esto o aquello, de una oficina a otra y para coronar debe entregarse un plan de protección civil, plan que debe ser realizado por una empresa que cobra como si fueran los planes del Pentágono y revisada por gente del gobierno. Se favorece a empresas que proporcionan el servicio, no a los usuarios y menos al público. Dichos planes, en general, no tienen aplicación real. El gobierno ni siquiera tiene capacidad de dirigir asesorías a los usuarios y baste ver la cantidad de accidentes para percatarse que son leyes muertas. El 19 de septiembre se cumplieron 29 años del gran sismo que afectó seriamente ciudad Guzmán, Jalisco, la ciudad de México y otras regiones del país. ¿Cambiamos alguna actitud respecto a la seguridad en escuelas, centros de espectáculos, centros de trabajo o simplemente en la vía pública? Poco se ha logrado pese a las declaraciones rimbombantes de los funcionarios.

La indiferencia, el recelo y la desconfianza en las autoridades brilla como actitud primordial de nuestra vida cotidiana. Se han creado algunas instituciones que tiene como misión sensibilizar a la población para que adopte medidas preventivas en caso de muchos fenómenos que son parte del escenario geográfico de México, pero Usted amable lector, tiene idea de quienes son, cómo funcionan dichas instituciones? Acaso tiene idea clara de qué hacer en caso de un sismo grande? ¿Ha desarrollado planes familiares para enfrentar contingencias? ¿Acude Usted en busca de asesoría? Muy probablemente no. Muchos piensan que, para no variar, nada pasa, nada se obtiene más que un interminable exigencia de trámites inútiles para obtener, finalmente, pura paja. Y seguimos permitiendo esto y mucho más, los mexicanos carecemos de la areté de los venerables griegos. Nos despedimos con Píndaro: "Hay una raza de dioses, hay una raza de hombres. Los dos reciben su hálito vital de la misma madre. Pero unos no son nada y otros son los dueños del cielo que es su ciudadela para siempre...".

alejandro rivera perezAlejandro Rivera Domínguez (kosmospuebla@yahoo.com) es director de la Estación de Satélites Kosmos Puebla.

Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 11 de noviembre de 2014