A través de Don Julián, hemos conocido un poco de Puebla, sus calles y sus diversiones, para finalizar esta serie de escritos abordaremos un tema que resulta muy escabroso: la vida privada. En los siguientes artículos hablaremos sobre distintos aspectos y para eso seguiremos la entrevista con Don Julián quien además de tener por oficio la peluquería, actividad que lo hace ser platicador y conocedor de su tiempo no sólo por lo que ve, aquí en Puebla y en otras ciudades, sino por lo que le platican; él vivió la experiencia más importante para la juventud de su época: fue padrote.
La frontera entre lo público y lo privado está marcada por una línea intangible que pudiera ser observada de manera particular. La vida privada no está encerrada entre las cuatro paredes que forman una casa, un hogar, o en las relaciones de familia, la privacidad es un estilo de vivir, una manera de comportarse entre los demás, es una conducta personal aceptada o no socialmente.
Sin embargo es en el círculo social donde cada persona se desenvuelve, donde se reafirma o modifica nuestra decisión de ser y hacer. Una manera de iniciar la vida social personal es interrelacionándonos; entre los hombres, particularmente, cuando se relaciona con el otro sexo, las actitudes sociales son reforzadas dentro del grupo de familia o amigos, por lo cual el hombre tiene que ir buscando y aprendiendo, experimentando y viviendo, a veces, al ritmo que otros le marcan.
Por otra parte la llamada vida privada de un hombre se convierte, en la práctica, en pública; en realidad mucho del valor que se da a esta parte de la vida de una persona, en particular la de Don Julián, es necesaria que se haga pública. En contraposición a una prostituta, a la que se esconde o niega su existencia, un padrote requiere del reconocimiento, implícito o explícito, para que tenga su valor social machista.
Independientemente de que su oficio de peluquero sea reconocido, a Don Julián le da libertad de movimiento a eso se le puede agregar que el ser padrote le da un lugar dentro de su grupo de amigos, de conocidos y aun de los desconocidos: todos querían ser padrotes, tener una prostituta. Así Don Julián es, dentro del mundo masculino, libre y dominador: no rinde cuentas, no depende de un horario o un jefe y tiene alguien sobre quien dominar y proteger, él decide adonde y con quien va, él es EL hombre.
En éste y los siguientes artículos daremos una rápida visión a algunos aspectos de la vida privada en Puebla, desde la experiencia de Don Julián.
En el tiempo que Don Julián comienza su vida social hay dos cosas importantes: vestir bien y las mujeres, en ese orden de importancia, pero que lo primero lleva a lo segundo:
“... en la época de nosotros el joven antes de pensar en la primera novia pensaba en tener su primer traje, porque a todos los bailes llegaba el joven de traje negro... tenía uno que ir a fuerza de traje, las mujeres muy bien vestidas, de vestido, ¡que pantalones, que nada!, su vestido, ¿no?, ya las que tenían económicamente más el estilo sastre, casi toda mujer tenía su abrigo,... la mujer vestía muy elegante.”
La manera de vestir no es sólo símbolo de posición social sino necesidad de ser aceptado y convivir; el estilo y la forma queda a elección para demostrar el buen gusto; pero la norma es estricta, el traje es obligatorio, los accesorios sólo reafirman la solvencia económica.
“... pero casimir joven que ¡caray! jamás se vuelve a ver, pura lana, lana legítima...
Todo el joven de esa época usábamos el sombrero de pelo... un sombrero de fieltro bonito, (tipo gánster con) una alita chiquita, ¿no?, bien planchaditos, se veían muy bonitos... ya el que más o menos le gustaba vestir usaba abrigo, entonces no se usaba tanto la gabardina como hoy,... se usaba el impermeable, hicieron unos cincheros tipo gabardina, pero era de una tela... de manta que le untaban hule pero se veían bonitos... en tiempos de fríos había una chamarras que decían Maquinol, pero eran de pura lana, muy calientitas”
Para Don Julián el vestir con elegancia fue prioritario, cuando ya pudo adquirir su primer traje este se convirtió en posibilidad de conquista, en la llave para acceder a las mujeres.
“ Pus yo tendría como unos 17 años cuando me compré mi primer traje... era el dominguero, el mismo cada ocho días...ya el que tenía tres trajes ya tenía dinero, ya tenía mucha ropa, ¿no?,...nosotros...siempre tuvimos el gusto de usar pantalones de casimir... usté trabajaba con ropa de mezclilla en la fábrica, pero ya llegaba, se lavaba usté, se bañaba con agua fría y se ponía usté su pantalón de casimir, una camisa y un suéter, que eran caros, pero muy buenos que se llamaron Catalina, el zapato era de piel y suela, hubo un zapato muy fino que se llamó el GBH,... en los 40 costaba 25 pesos y el otro 7, 8 pesos, imagínese la diferencia... ya el que traía GBH (decíamos) a pus este cuate gana dinero; le gusta vestirse,... el más elegante compraba un pedazo de tela de seda legítima, de seda y se hacía un gazne... una especie de mascada cuadrada que se doblaba y se tenía en el cuello, ... hubo un casimir que le decían grano de pólvora, ...que precioso casimir, otro que se llamó tela de espejo, ese era bonito nomás que brillaba la tela y el grano de pólvora era un color pus diáfano, sin lustre.
“Todos los jóvenes de negro, de batalla, pa’l domingo nomás,...zapatos bien boleados, para ir al cine, para ir a bailar, era bonito ya le digo,..”
Recuerda la zapatería El Estilo de Margarito Pérez, en la 3 norte entre 16 y 18 poniente, este señor hacía zapatos de suela alta para bailar mambo y de eso se hizo rico, los zapatos, eran blancos con negro o café.
Las técnicas para conocer y abordar a una mujer aunque respetuosas, dependían del tipo de mujer, en el caso de Don Julián existen tres tipos de mujeres: a la que se ronda pacientemente, se aborda con todo respeto y finalmente se hace novia; las señoras, aquellas que asisten a los bailes públicos y las prostitutas cuya única diferencia es que unas cobran y otras no.
Para el primer caso, el de las novias Don Julián nos da un ejemplo:
“Antes de abordar a una mujer usted:
-Señorita la acompaño- la señorita callada,
-Señorita, está usted enojada- la mujer callada
-Señorita que lindos ojos tiene usted cuando se enoja- ya se reía ¿no?, ya era cuestión como decíamos, de hablar, eso era saber conquistar a una mujer, y ya se rió,
-Como se llama usted- no le hablaba de tú: ¿Cómo te llamas?, ¡no!
-Como se llama usted- ya comenzaba usté
-Nos vemos mañana- bueno, y ya.
-Bueno señorita quiero que sea usted mi novia, que dice usted, sí o no. Ya lo pensaba... a veces duraba así 15 días, 20 días, era un mes, aunque querían, pero decían que no, así eran, ya le digo a usté.... una ilusión vaga porque pus la veía usté 10 minutos, un beso y ya se acababa todo, (salía) a la matineé, a misa que era lo más correcto de la novia
-Oye vamos a misa.
Vamos ¿no?- aunque no quisiera ¿no? vamos a misa con tal de salir con ella... ya si usté llegaba a enamorarse pus se casaba usté con ella ¿no?”
El trato es, pues, distinto, con la novia se va a lugares específicos, públicos y diurnos, siempre o casi siempre con chaperón a un lado.
“La novia no iba al baile (a los salones), bailaba cuando las posadas, en alguna fiesta, pero aquellos bailes eran públicos...
El hombre no conquista, la que conquista es la mujer, porque una mujer si un joven le gusta, luego:
-Cómo te llamas, en que trabajas- ¿eh?, cuando usté ve que tiene cierto interés en usté, ya comienza usté
-Oye te veo mañana
-No que mira, que - ahí ponían trabas pero queriendo... usté tenía que declararse a la mujer a fuerza
-Mire señorita yo quiero que sea usted mi novia”
“...había un poquito más de recato,... no decía voy con el novio al cine, (decía)
-Voy al cine, me invitó una amiga al cine.
-Bueno, llévate a tus hermanitos pa’ que vayas al cine- ¿no?
Claro que el papá y la mamá sabían que pus tenían novio, ¿no?... usté veía a la novia... a las 7 de la noche, que salía a traer pan o traer el café, o salía a hacerse tonta 5, 10 minutos, era todo lo que usté veía a la novia, pero como joven pus era una ilusión muy grande que llegaran las 7 de la noche,...ora, casi la mayor parte de mujer en Puebla pues siempre le ha gustado ir a misa”.
Algunos piropos típicos hacia las muchachas eran: ¡Adiós preciosa!, ¡Mamacita que lindos ojos tienes!, ¡Mamacita, se cayó una estrella del cielo y mira que le dio dos pies!, ¡Adiós madre parece una virgencita!, en esta época lo importante era tener facilidad de palabra para hablarle a la mujer, con respeto. Los piropos de la gente “pelada” eran más ofensivos y en doble sentido:
“pasaba una chamaca corriendo y decían: ¡no corra usted porque van a nacer calabacitas! haciendo alusión a que la vagina de la mujer asemeja una pepita.”
Jorge Alberto Durán Ramírez es profesor de Educación Física, licenciado en Historia, aprendiz de artista. Le gusta la música folklórica latinoamericana, que interpretó hasta antes de casarse; gusta de escribir cuento y teatro, actividad que inició después de casarse. Creyente fervoroso de que el amor es el motor del mundo, lo practica antes y después de casarse, la mayoría de sus escritos versan sobre el mismo tema: El amor