miércoles, 18 de octubre de 2017

Puebla Y Las Diversiones


 La diversión en la Puebla de los años 30 y 40, dista mucho de cómo se divierte la gente actualmente, vimos que los juegos infantiles, los deportes, caminar por las calles eran algunos de los pasatiempos preferidos, en este artículo presentaremos cómo un simple paseo al centro de la ciudad o a los paseos Bravo y San Francisco son ya un entretenimiento. Como siempre las palabras de Don Julián, nos llevan a esa visión del pasado.




El principal lugar para pasear siempre ha sido el zócalo (centro geográfico y social de la ciudad), un tanto el Paseo Bravo y San Francisco, pero el primero es tradicional, a decir de Don Julián poco ha cambiado “en el Zócalo lo único que quitaron fue un quiosco, donde está la fuente de San Miguel...una especie como de transformador que estuvo casi frente al “Vasco”... (había en) los portales unos estanquillos. (Los portales, con alacenas donde se vende de casi todo, tenían los pisos de ladrillo cuadrado o laja común, mismos que fueron sustituidos por mosaicos en 1935(I) )..sobre la Maximino...ahí daban bola a los zapatos, eran bolerías, pero ya frente al cine Guerrero no había nada y del lado de la 5 de mayo para la 16 de septiembre eran las torterías...ahí fue muy mentado una señora Meche. Del otro lado también había estanquillos, del lado de la 2 norte, ahí vendían cigarro y puros. Los jueves ponían en el Zócalo un toldo de rayas blancas con rojo y sillas de mimbre para que la gente de dinero se sentara a escuchar a la Banda Municipal”.



Una de las diversiones de chamaco era subirse al Tranvía(II)  que iba a Cholula, en la parada que hacía en la 5 norte entre la 6 y 8 poniente, para bajarse en la 10 poniente. y 11 norte; también los niños de aquel entonces esperaban el tren de Apizaco que llegaba a la estación del Mexicano a las cinco y media de la tarde, en ese entonces cuando Don Julián iba a la escuela Rebsamen, a las afueras de la estación se paraba:


“un camioncito sin ventanas, ni asientos, eran unas tablas, (era) del hotel Embajadores, del Arronte, el Gran Hotel, nos decía el señor que era el chofer: ¡si me consiguen un cliente les doy cinco centavos!, era un dineral nunca conseguimos nada pero el gusto de nosotros era que nos subíamos en el cochecito y nos llevaba hasta el hotel y ya nos veníamos caminando. El Interoceánico era una estación preciosa de puro fierro, tipo inglés, muy bonita estación.”



En aquel entonces el uso del automóvil estaba reservado a unos pocos, las gentes que requerían transportarse hacían uso del tranvía o de las carretelas,
“...un coche negro con dos ruedas jalado por caballos,...con una especie de concha para cubrir del sol a los pasajeros, 2 ó 3 personas...”.



Las carretelas hacían sitio frente al reloj del mercado La Victoria, para la gente que quería que la llevara a su casa después de hacer el mercado, había otras frente al Palacio Municipal, también había carretelas donde está el Hotel Royalty, y los chamacos aprovechaban que la carretela tenía una varilla atrás y se subían pero como el peso los delataba el chofer les comenzaba a golpear con su chicote hasta que se bajaban. 
“en la Bolsa del Diablo había un señor que se apellidaba Puerto y tenía carretas, eran una ruedotas así, con un fleje de fierro, como (la calle) era empedrada,...era un ruiderazo cuando se iba y regresaba”.



Salir a las calles, recorrerlas era una manera de conocer a su ciudad pues ahí se encontraba su tradición, por ejemplo en la época de Nochebuena se vendían muéganos
“los colocaban en una tabla, iba pegado un farol cuadrado que hacían forrado de papel china rojo, y una vela en medio y comenzaban a gritar... el chamaco que vendía, no sé quién inventó canciones léperas que por eso comprábamos...
-A ver, ven acá, cuantas canciones te sabes.
-Pus que me sé cinco.
-Haber échate una...
ya agarraba usté el muegano por un centavo, y el mueganero que sabía más canciones ese (era) el que vendía más”



Las posadas son una tradición del pueblo mexicano en 1929 las notas periodísticas dicen “en las calles adyacentes a nuestro mercado, empiezan a surgir los numerosos puestos de dulces, golosinas y objetos necesarios para estas noches, sin faltar las grotescas “piñatas” donde nuestra fantasía popular pone todos sus matices. Ahora predominan los aeroplanos y panzudos dirigibles que harán las delicias de la gente menuda”.


Cuando Don Julián vivía en la 7 norte se divertía viendo como a la gente que mataban de San Miguel Canoa y de San Aparicio,
“que eran muy matones, los traían en unas parihuelas que eran dos troncos grandes, largos, de árbol, y ahí ponían como cama y ahí venía el tipo envuelto en un tapisario, que son una especie...para atajarse el agua, de palma, ahí venía envuelto y ahí venía jalándolo, el burro, la mula, pa’ llevárselo a la Inspección de policía”.



También se divertía viendo cómo se llevaban a los borrachitos que, a falta de camioneta, usaban un cajón con 4 presos
“metían al borrachito a dentro del cajón, se lo llevaban cargando, fíjese usté”.



En la 20 poniente pusieron una lotería con maicitos y las señoras que iban al mercado pasaban a jugar y les daban como premios vasos y platos, ya después fue por dinero.



Hubo una época en que proliferaron los cafés de chinos, de gran extensión pues llegaban a tener hasta 30 mesas, cada una con 2 sillones a los lados, según Don Julián lo típico de ellos era su café, su comida y sus guapas meseras. De ellos recuerda, sobre la 5 de mayo, El Shanghai, el Chinatown y el Chopsuey, cuando se quitaron estos había uno muy famoso que se llamó La Malinche, para gente de dinero, frente al Variedades, en la 2 poniente. Otro restaurante famoso fue El Prado, frente a Catedral, otro más fue El Lucero 
“nosotros los jóvenes de esa época nos íbamos a meter ahí porque el señor vendía unos tarros de tepache con alcohol que le decían los toritos, ya se sentía uno muy hombre: ¡vamos a echarnos unos toritos ahí!”.


La música es también elemento de diversión y unos de los primeros recuerdos que Don Julián comparte es sobre Agustín Lara:
“...artistas reconocidos (de Puebla) hubo un tenor poblano que orita se me va su nombre que llegó a la W... un gran compositor que fue el señor, charrito, Samuel Lozano,... Agustín Lara... nació en Tlatlauqui... su papá fue médico militar y nació en Tlatlauqui... tengo un amigo que, quién sabe si viva, tenía una cantina en la 11 norte entre la 24 y 26,... le decíamos El Che Che... era de Tlatlauqui y allá vivía su hermana...parece que se llamaba Lourdes... allá nació la hermana, Agustín Lara tuvo que haber nacido allá”.



Aunque el cine y el teatro son los pasatiempos más populares y socorridos, uno por la novedad y el otro por "cultura", existen otros que permiten a la gente entretenerse, tal es el caso de la radio. Para 1929 aquí en Puebla ya se encuentra transmitiendo desde los almacenes de Las Fábricas de Francia, la CYL, que ofrece ocasionalmente recitales de piano y violín, entre otras cosas.



En 1930 inicia sus transmisiones la XEV, propiedad de Ciro Molina y que emitió su señal hasta 1932. Entró al relevo la XETH, de 1932 a 1939, transmitiendo desde el edificio de la Alhóndiga(2 oriente) y posteriormente desde el teatro-estudio Benavente (3 poniente entre 16 de septiembre y 3 sur), la "voz del tepache o del huarache", como vulgarmente la llamó la gente, era propiedad de José López Rubín, Ramón Huerta y Honorato Reyes Nieva, este último junto con Mario, Jesús, y Gabriel Bonilla son algunos de los primeros locutores que participaron en los inicios de la radio en Puebla(III) . Desde esta radio transmisora se daban recetas de cocina, Anita Reyes de Pérez se encargaba de contar cuentos, se hablaba de modas, se hacía radio-teatro; en aquella época la radio novela más impactante fue Anita de Montemar o Ave sin Nido, que duró dos años con capítulos de 15 minutos. También se transmitían algunos eventos en vivo como los bailes de blanco y negro, y una sola vez a la Banda Municipal desde el Zócalo, programa que fue un fracaso pues el director quiso descansar 5 minutos entre canción y canción y solo transmitieron dos melodías. Por esta estación desfilaron Arturo de Córdoba, Jorge Vélez y Jorge Negrete antes de convertirse en estrellas de cine(IV) .



Notas:
(I) Cordero y Torres. Ídem. pp. 135-140, T I.
(II) El ferrocarril urbano (tranvía) es “creado en la última década del siglo pasado, bajo la responsabilidad del Sr. Leonardo F. Fotiño, siendo su propietaria la G. Wernher, beit Co. de Londres”, contó con 6 rutas diferentes: “Circuito-Estaciones que media un recorrido de 4.2 km.; Santiago-Panteón de la Piedad, con una longitud de 2.2. km.; Estaciones-La Luz de 2.1 km.; Panteón Municipal-Fábricas, de 4.3 km.; Rancho Colorado-San Felipe de 6.61 km. y Carmen-San Francisco con una extensión de 3.8 km. . De esta manera el tranvía comunicaba los polos de la ciudad. Tecuanhuey, ídem. p.14.
(III) Roberto Reyes Garrido, hijo de Honorato Reyes Nieva, accedió a hacer algunos comentarios sobre su padre. Mario Bonilla quien aún vive expresó su deseo de no hacer ningún comentario.
(IV) Reyes, op. cit.



Jorge_Alberto_Duran_RamirezJorge Alberto Durán Ramírez es profesor de Educación Física, licenciado en Historia, aprendiz de artista. Le gusta la música folklórica latinoamericana, que interpretó hasta antes de casarse; gusta de escribir cuento y teatro, actividad que inició después de casarse. Creyente fervoroso de que el amor es el motor del mundo, lo practica antes y después de casarse, la mayoría de sus escritos versan sobre el mismo tema: El amor