martes, 17 de octubre de 2017

Muere Candaules Acuchillado


Está en Los Nueve Libros de la Historia de Herodoto.

En el Primer Libro, en los capítulos que van del VII al XIII.

Es la narración de los hechos que –tramados por la fortuna y la debilidad humana- llevaron a la muerte sangrienta al rey Candaules, también conocido como Myrsilo.

Este dramático episodio marcó el paso del imperio que antes era de los Heráclidas a las manos de la familia Creso.



Antes del pasaje que comentaré, Herodoto apunta que escribe la Historia persuadido de la inestabilidad del poder humano y de que las cosas de los hombres nunca permanecen constantes en el mismo ser, sea este próspero o adverso.

Candaules, hombre que descendía de Hércules, fue el último rey de Sardes.

Los Heráclidas impreraron durante 505 años.

A través de 22 generaciones la corona pasó de padres a hijos hasta que, por  último, se posó en la infausta cabeza de Candeules.

El rey que perdió el imperio de los Heráclidas y su propia vida por un deseo vicioso.

***

El fatuo monarca, convencido de ser dueño de la mujer más bella del mundo, dice – jactanciosos y ebrio- a Gyges, su guardia privado:

-Por más que te lo digo no te persuado de la hermosura de la Reina. Y como más elocuente es la visión directa de la belleza que las torpes explicaciones de las palabras, haré entonces que mi mujer se presente desnuda ante tu mirada para que  apreciar puedas todas sus gracias.

Gyges: -Qué palabras impertinentes son esas Señor. ¿Me ordenarás que mire el cuerpo desnudo de mi Soberana? No. Que la mujer que se desprende de sus ropas, echa al suelo también su honor y su mesura. No debo mirar los bienes del amor ajeno. No me ordenes, Señor, algo tan fuera de razón.

Pero el  Rey insiste: -Yo dispondré todo de tal manera que Ella no sospechará jamás haber sido vista desnuda por ti. Yo mismo te llevaré a la cámara donde dormimos y te ocultaré detrás de las cortinas y la podrás mirar muy despacio, entera y sonriente, cuando Ella venga hacia mí que la estaré esperando en la cama.

Gyges acepta. Es introducido a la cpamara real. Se oculta.

Entra la Reina y se desnuda y Gyges la contempla arrobado.

Tocarla quiere con la mirada y suspira y Ella descubre la infamia de su marido y finge.

Decide vengar la afrenta y se entre por última vez a Candaules.

Al amanecer, manda a sus guardia por Gyges.

Le dice: No hay otra salida. Debes matar al rey que me ha deshonrado y recibirme como tu mujer, o morir tú mismo ahora porque te has atrevido a mirarme como nunca debiste ni mereciste hacerlo.

Viendo que era imposible disuadir a la Reina, Gyges decide matar antes que morir por mano servil:

-Dime, Señora, cómo debo matar, al Rey, mi Señor.

-En el mismo lugar en el que me prostituyó desnuda ante tus ojos. Quiero que lo mates en la cama, cuando junto a mi duerma.

Concertados, la reina y Gyges esperan la noche.

Llegada la hora Ella le conduce a la cámara real y le pone el cuchillo en la mano.

Espera. Responde a la señal, se echa en la cama y clava decenas de veces el cuchillo en el pecho frágil y en la cara horrorizada de Candaules.

Un charco de sangre tibia se forma en las sábanas, la Reina desnuda y manchada de rojo recibe en el mismo lecho –junto al cadáver- as nuevo Señor, al Rey Gyges.

Afuera los guardias de la Reina custodian la puerta con las espadas desenvainadas.

Esperan la llegada de la aurora.

martinez garcilazo.jpgRoberto Martínez Garcilazo