- Lecturas para cerebros raros -
Escribió Séneca: “¿Por qué nos dolemos de la Naturaleza?.Ella se comporta bondadosamente: la vida, si sabes emplearla es larga. Pero a uno le domina una avaricia insaciable; al otro la constante ocupación en tareas inútiles; uno se entrega al vino; otro se aburre en la ociosidad...” Cada uno, en efecto, tiene una historia propia, un yo simbólico, un quehacer y una vida que contar y compartir, unos tiene mucho, otros sólo un gris silencio. De entre todos los posibles rostros humanos sobresale el de un sabio: Moíses Cabrera Huerta; Moíses ha caminado muchas sendas, en la vida y la tierra, ha vagado por los rincones secretos del pasado remoto y ha compartido sus saberes con la generosidad que dan los años y el espíritu que remonta alturas que pocos alcanzan. Moíses hace buena la gran verdad que la vejez es un estado de ánimo.
Nacido en 1923 en Jalapa, Veracruz, las circunstancias del campo, las asonadas de una revolución social aun no terminadas obligaron la necesaria migración a mejores cielos. Llegó a Puebla aun niño y con algunos años de estudio primario: “Muy buenos profesores eran muy dedicados y exigentes. Aprendíamos mucho. En aquellos años bastaban unos pocos estudios para abrirse camino en la vida” La familia se dedicó a la panadería allá por el Barrio del Refugio, de los hornos familiares salieron innumerables bailes, conchas, cerillos, capitulados, cocoles, colorados... En tanto aquel niño aprende rápido, domina el oficio y comienza el lento construir de futuros.Muy pronto la curiosidad domina sus escasos tiempos y sin el recurso de la escuela, se forma a sí mismo.
Una inmensa curiosidad por el mundo circundante es el gran motor. Sin la determinación y voluntad de crecer no hay posibilidades, pero el joven Moíses explora, camina, observa. Comienza la recolección de todo tipo de objetos, se centra en buscar fósiles. Una especie de máxima lo impulsa. “Todo está lleno de misterios” y trata de develarlos, de encontrar explicaciones del mundo. El tiempo transcurre implacable, y aquella niñez de Moíses, florece en una adolescencia y juventud vigorosa. Comienza una gran colección de huesos fósiles recogidos durante innumerables caminatas por todos los caminos de Dios.
Al igual que muchos otros, se percata que Valsequillo es un paraíso paleontológico. Moíses parece preguntarse: ¿De dónde llegaron estos animales? ¿Por qué desaparecieron? Rápidamente su colección adquiere homéricas proporciones. Colmillos de mastodonte, restos de glyptodonte, fémures de bisonte, molares de Cuvieronius, un enorme elefante evolucionado en el continente americano...Cientos de piezas fósiles y rocas iluminan su casa y producen dolores de cabeza a todos. Lo han visitado especialistas de Francia, Estados Unidos conoció a los exploradores de Valsequillos desde su juventud, participó en los seminarios que dictaba el inolvidable Juan Armenta Camacho, enseñó a muchos curiosos que se aventuraban por las terrosas veredas.
La tarde comienza la retirada. Los mosquitos aguardan pacientes la oportunidad de saciarse. Moíses enciende la mitad de su cigarrillo y sonríe mientras muestra sus hallazgos. “Huesos viejos, huesos misteriosos” Se mueve lentamente pero con pleno dominio del espacio. Aleyda, su hija, sube un poco de vino a su dormitorio y laboratorio. Brindamos sellamos nuestra amistad. Moíses charla y comparte: “Crucé la laguna de Alchichica a nado. Agua fría aquella, decían que no tenía fondo, es sólo un lago cráter lleno de agua y muy interesante” He ascendido al Citlaltépetl, al Popocatépetl, he subido también la Malinche, también he nadado en Valsequillo, hace años, antes que se contaminara como ahora”.
Con la generosidad característica del sabio donó su colección de fósiles al Museo de Historia Natural de Puebla. Pronto los mediocres burócratas y funcionarios de roma mollera, cambiaron la vocación del museo a otro paraíso de burócratas grises e ignorantes. La rica colección de Moíses se perdió irremediablemente. Autodidacto, Moíses Cabrera Huerta también es un “insanabilis cacoetes escribendi” es decir, un enfermo por la lectura. Mantiene su pequeña biblioteca justo en la cabecera de su cama. Visita con frecuencia canteras o caminos en busca de fósiles. Moíses es una de esas pocas personas que ilumina, impulsa, inquieta. La edad, amigos, es sólo un pretexto para justificar la rendición. Moíses es un ganador. Es un honor ser su amigo.
Alejandro Rivera Domínguez es director de la Estación de Satélites Kosmos Puebla