Alebrije No. 53
Así lo nombra uno de los más implacables y conocedores de nuestras letras: Emmanuel Carballo, al auto-denominado Pensador Mexicano, José Joaquín Fernández de Lizardi,quien tomara posesión de su cargo antes de que México se proclamara país independiente. Este nombramiento de Carballo, se debe a la tarea que emprendió con plena convicción, a partir de la libertad de imprenta que promulgó la Constitución de Cádiz en 1812. Pues todo el tiempo transmitía la idea y necesidad de tener una formación sólida y fundada en conocimientos humanistas y científicos. En efecto, antes que un artista debemos de verlo como un pedagogo y clarividente por su crítica mordaz, que le costó varias veces pisar la cárcel.
María Rosa Palazón Mayoral ha señalado que “muchas de las críticas lizardianas van dirigidas al superyó de los ricos”, pues les preocupa más enseñarles a sus hijos hábitos superficiales, como tratar con desdén a los pobres y gastar en lujos estúpidos, que forjarse una formación sólida en conocimientos sustentados. Desde su primera gran obra El Periquillo Sarniento (1816) se lanza contra esa elite que tiene muchas pretensiones de grandeza pero una talla muy pequeña para dirigir la construcción de una nación y menos aún un imperio, como pretendió Iturbide (1821-1822) y quienes lo secundaron, pues aceptaron y creyeron que estaban formando en verdad el Imperio Mexicano, el cual duraría diez meses y, años más tarde perderíamos (1846-1848) la mitad del territorio con Estados Unidos de América.
Críticos literarios como Luis Leal han señalado que en dicha obra podemos distinguir la presencia de la forma de hablar de los indios a través del personaje del Payo, así como una serie de costumbres entre las clases pudientes y menesterosas de entonces, siendo fácil deducir lo mal preparados que se encontraban todos para asumir las responsabilidades civiles que implicaba convertirse en ciudadanos. Pero su mayor reproche se dirige contra la falta de oportunidades que sufría la gran mayoría, en un país con enormes recursos.
Su sentido crítico lo inicio contra la corona española,al fundar el periódico El Pensador Mexicano (1812-1814), de donde tomara su seudónimo. Pero su crítica plena contra esa elite protomexicana, en su obra maestra El Periquillo Sarniento (1816), bajo una burla sarcástica por sus actitudes y sentimientos de grandeza que los hacían,no sólo creer, sino vivir como nacidos para “asumir la soberanía del destino” nacional, en lugar de prepararse para ello.
El pensador mexicano es una especie de clarividente o predestinador porque hasta la fecha estas actitudes siguen presente en nuestra clase dirigente y demás que buscan imitarlos; fincando sus sueños en vivir al estilo americano, como ir a jugar a las Vegas, mientras que para el siglo XIX era vestir a la moda francesa, y sin recato alguno lo ostentan como “nuestros” parámetros de éxito.
Despreciando las manifestaciones populares, y solamente reconocibles por ellos, cuando un extranjero descubre la genialidad de la artesanía y demás cosas de “indios” y “gente indigna”; puesto que en sus mentes jamás cruza la idea de llegar a ser en verdad una nación autónoma y plenamente independiente, por lo menos a mediano o largo plazo. Por lo antes dicho, ¿qué sucedería si nuestros secretarios de educación se llegaran a preguntar y reflexionar estas ideas de José Joaquín Fernández de Lizardi?:
“Y, si por un caso imposible, aun siendo ricos, si un día se conjuraran contra vosotros todos éstos y no os quisieran servir a pesar de vuestro dinero ¿no andaríais descalzos? Sí,porque no sabéis hacer zapatos. ¿No andaríais desnudos y muertos de hambre? Sí, porque no sabéis hacer nada para vestiros, ni cultivar la tierra para alimentaros con sus frutos.
Con que si en realidad sois unos inútiles,por más que desempeñéis en el mundo el papel de los actores de aquella comedia titulada Los hijos de la fortuna, ¿Por qué son esas altiveces, esos dengues y esos desprecios con aquellos mismos que habéis menester y de quienes depende vuestra brillante suerte? Si lo hacéis porque son pobres los que se ejercitan en estos oficios para subsistir, sois unos tiranos, pues sólo
por ser pobres miráis con altivez a los que os sirven y quizá a los que os dan de comer…y si no, pregunto: vosotros ¿de qué vivís? Tu minero; tú, hacendero; tu comerciante; te murieras de hambre y perecieras entre la indigencia si Juan no trabajara tu mina, si Pedro no cultivara tus campos, y si Antonio no consumiera tus géneros, todos a costa del sudor de sus rostros, mientras tú, hecho un holgazán, acaso, acaso no sirves sino de escándalo y peso a la república”.
Alebrije No. 53. Director General: Gerardo Pérez Muñoz. Colaboran en este número: Ricardo Limón, Armando González, Gina Lizeth y Esmeralda Tobón.
Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 15 de agosto del 2011