jueves, 5 de octubre de 2017

Historia de los implantes dentales


Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 14 de junio de 2017

Los dientes han sido durante toda la historia órganos indispensables para el desarrollo de la humanidad. No solo son útiles para triturar los alimentos y favorecer la digestión, sino que permiten una correcta fonación y tienen un papel social muy importante ya que permiten una expresión harmoniosa de la cara. Por esta razón, ya desde los inicios de la historia de la humanidad se tenía la preocupación de sustituir los dientes perdidos por algún tipo de material. A veces, no solo se implantaban dientes cuando la persona estaba viva sino que una vez muerta se le colocaba algún tipo de prótesis para embellecer el cadáver.


La evolución de los implantes dentales ha ido desarrollándose en función de la necesidad de lograr rehabilitaciones más eficaces y satisfactorias junto con el desarrollo de las técnicas quirúrgicas. Los implantes dentales han sido durante mucho tiempo una opción terapéutica con la que se obtiene un anclaje firme al hueso.

El primer implante del que se tiene constancia data de hace unos 9000 años, perteneciente al neolítico. Consistía en un trozo de falange de un dedo insertado en el alveolo del segundo premolar superior derecho de un cráneo de una mujer joven.

Los siguientes hallazgos de implantes dentales colocados mientras el paciente estaba vivo pertenecen a la edad antigua, concretamente de la cultura maya. En este caso, se encontraron tres fragmentos de concha incrustados en los alveolos de los incisivos

Durante la edad media, era costumbre los trasplantes dentales ante las exigencias de la nobleza y militares importantes utilizando como dientes donantes los dientes de la gente del pueblo y los sirvientes. La transmisión de enfermedades y los continuos fracasos llevaron a esta tendencia al olvido. Más tarde, durante la edad moderna, el auge de la cirugía bucal se concentraba en Francia y fue a finales del siglo XIX y a principios del XX que se empezaron alternativas a los dientes naturales. Se usaban materiales como el plomo o la cerámica para implantarlos dentro de alveolos de extracciones recientes. En la edad contemporánea se siguieron utilizando diferentes metales como sustitutos a los dientes extraídos pero muchos fracasaban dad la toxicidad del metal en el hueso. Así pues, el problema consistía en encontrar el material idóneo.

Fue en los años 1960 cuando el Dr. Branemark y sus colaboradores descubrieron accidentalmente el mecanismo de adherencia de un metal al hueso.

A partir de los años 1980, ya empiezan a aparecer los primeros implantes modernos con un diseño cilíndrico semejante a la raíz de un diente natural. Posteriormente, los estudios de Branemark sobre el principio de la integración ósea evidenciaron la capacidad del titanio por unirse al tejido óseo. Hoy en día hay una inclinación hacia los materiales que reducen el tiempo de osteointegración gracias a superficies más activas.



Autor: Museo de Odontología de la BUAP

Imagen: nartclinicadental