miércoles, 11 de octubre de 2017

Cuauhtémoc: El joven abuelo 1ª parte


En la oscuridad de nuestra historia refulgen soles que nos iluminan y nos queman, aunque la ignorancia lo oculte, el fuego se lleva en las venas mestizas; en la tierra que nos cobija, fertilizada con sangre derramada por el asesinato de nuestros ancestros, del exterminio innecesario de una civilización grandiosa.  Aunque el silencio de las tinieblas oprima nuestros sentidos, el ritmo, el color, la poesía de nuestra cultura están vivas y cambiantes, como principio y fin de todas las cosas; en nuestro interior, pensamiento, sentimientos; y exterior, nacionalidad, identidad, raíz, grandeza del Anáhuac que tratan de ocultar.


Cuando surgen las águilas, no debemos permitir que desciendan.  Vivamos el día: la mañana, la tarde... ¡y no hagamos caso del crepúsculo!
Los datos de nuestra historia no son muy precisos, en cuanto a fechas y geografía, pero los testimonios abundan, versiones españolas e indígenas de la conquista nos remiten hacia el 4 Técpatl, cuando nace Cuauhtémoc; a quien se le impuso por nombre “Águila que cae”, “Águila que desciende” o “Águila del crepúsculo”. Desde ahí se escribía la página más dramática de nuestra historia.

El 10 Tochtli del calendario mexicano (1502), se registra la muerte de Ahuízotl, octavo rey de México.  A los seis años Cuauhtémoc quedaba en la orfandad paterna; quedaba la responsabilidad de su educación sobre su madre Tiyacapantzin o Tlilalcáptl, nieta del célebre poeta Netzahualcóyotl.
La educación del joven príncipe fue de obediencia, de laboriosidad, de devoción a los dioses y de sobriedad.  

En esos tiempos la educación azteca era dura y cruel. La alimentación a los seis años consistía en tortilla y media de maíz, hasta los trece años en que en señal de humildad acudían al tianguis a recoger los granos de maíz y de fríjol que los comerciantes dejaban derramados en el suelo.  Para corregirles,  les clavaban espinas de maguey, y les hacían aspirar humo de chile quemado en brasas, se les dejaba atados y desnudos todo un día, sobre la tierra húmeda hasta enseñarles la virtud de la obediencia. Cuauhtémoc supo de los rigores de estos castigos; la nobleza no eximía al hijo del rey de la severidad de la educación mexica.

Entre los trece y catorce años los jóvenes se internaban en los cercanos y solitarios bosques para traer leña y carrizos para el servicio de las casas;  remaban en el lago de limpias aguas para pescar. A esta edad Cuauhtémoc quedo prendado de la belleza de su patria: el valle mexicano con las serranías olorosas y coronadas de nieve, las floridas chinampas de un lago donde se reflejaba su ciudad surgiendo del agua.
A los quince años nuestro príncipe ingresa en el Calmécac, colegio y monasterio mexica, la casa de templanza, abstinencia y ayuno; donde aprendió el esoterismo de los libros pintados en papel ámate, las ciencias políticas del mando, ejercicios militares, las tradiciones históricas, las observaciones astronómicas, la belleza de los cantares (música, poesía y danza) y los misterios de la religión.

Imaginamos a Cuauhtémoc rindiéndole culto a Huitzilopochtli, dios solar y de la guerra; a Tezcatlipoca, dios de la noche y la maldad; a Tláloc, dios germinador; a Quetzalcóatl, dios creador y de los vientos; a Tlaltecuhtli, señor de la tierra; a Mictlantecuhtli, dios de los muertos, etc.
También nos lo imaginamos recibiendo sus clases de historia: ...desde la migración de Aztlán... hasta el octavo soberano de México, Ahuízotl su padre.

Para ser armados caballeros (tecuhtli), además de ser hijos por ascendencia de la nobleza se debía tener el merito de haber tomado más de cinco prisioneros.

Cuauhtémoc, participó como guerrero en las batallas de la época de Moctezuma. Y en el año 10 Acatl (1515) se entronizo como soberano de Tlatelolco el Quauhtemoctzin Tlacatecuhtlí Xocóyotl, señorío que heredo de su madre. Cuando los españoles llegaron, hacia cuatro años que ya era soberano de Tlatelolco y Tlacatecatl (general en jefe del ejercito).

Cortés se valió de argucias para llegar a la ciudad de México. Era muy hábil para hacer aliados con los pueblos sojuzgados por los Tenochcas. Cortés en ocasiones se hizo temer por la destrucción total. Su estrategia era tomar preso al señor de cada ciudad para luego destruirla (como Cholula). Cuando llegó a Tenochtitlán los españoles quedaron maravillados ante la Venecia americana, con sus pirámides, adoratorios y palacios que emergían del agua, sus calzadas en medio de la laguna, etc.

Cuando los españoles se presentaron ante su tío, Moctezuma; Cuauhtémoc, estuvo presente entre los nobles, a disgusto, porque era partidario de quienes los consideraban “hombres y no dioses”.

Tras una semana de ser huéspedes de Moctezuma, Cortés decide tomarlo preso.  Cuando Narváez llega a Veracruz, con orden de desplazarlo del mando por disposición de Don Diego Velásquez (gobernador de Cuba). Cortés salio a combatir a Narváez y dejó en su lugar a Pedro de Alvarado. Regresa Cortes victorioso para enterarse que durante su ausencia Pedro de Alvarado cometió una felonía: durante las fiestas de Huitzilopochtli, mando cerrar las puertas de la plaza y ordeno la masacre de todos los presentes. La población se indigno y se levantó en armas contra los Teules.

Los mexicas esperaron a que entrara Cortés para sitiar a todos.  Cortés al sentir la falta de víveres, ordeno a Moctezuma que calmara a su pueblo y que abriera el mercado. Moctezuma le dijo: “Ya no me obedecen, mejor que vaya otro en mi lugar”. Cortés convencido suelta a Cuitalhuac, quien al verse libre, se pone al frente y dirige el ataque. Al ver esto Cortés hace otro intento y obliga a Moctezuma a subir a la azotea del palacio de Axayácatl.

(Hay fuentes mexicas que afirman que Moctezuma tenía cinco horas de muerto y quien hablo en su nombre fue Itzcuauhtzin mientras los teules sostenían el cuerpo de Moctezuma cubierto por una rodela).

La respuesta de los tenochcas fue una lluvia de flechas y de piedras. Una piedra le da en la frente mientras le gritaban “Moctezuma, mujer de los teules”.

Imagen: mexicoloreo.co.uk