Hace años vi en Discovery Channel un documental sobre los mayas, donde se hablaba entre otras cosas, sobre sus gobernantes, el juego de pelota y los sacrificios. Si lo reflexionamos por un momento, este programa y otros similares, poco o nada comentaban sobre la parte mística de esta gran cultura que sin duda fue la más avanzada de América.
Sabías que los mayas expresaban en su saludo diario: "In Lak Ech” (Yo soy otro tú) a lo que contestaban: "Hala Ken" (Tú eres otro yo).
“Yo soy otro tú”, o "Yo estoy dentro de ti como tú estás dentro de mí". Es una manera hermosa de saludarnos conscientemente como iguales, sin distinciones, sin prejuicios, sin discriminaciones. Todos hijos de un mismo Sol, todos hermanos, iguales pero no idénticos.
Somos espejos y al mirarnos a los ojos nos vemos reflejados, vemos nuestras virtudes y nuestras desdichas que nos devuelve el otro Ser que esta frente a nosotros, que en resumidas cuentas es el mismo Ser que somos nosotros y mediante el cual logramos conocernos más y mejor a nosotros mismos.
Este era el saludo tradicional maya; cada uno de los interlocutores le decía al otro lo mismo: yo soy tú y tú eres yo. Pero esa expresión no era una mera fórmula costumbrista, como podría suponerse. No era simplemente una manera cortés de saludar sin sentido. Como las huecas frases que usamos hoy en día: "Esta es su casa", "A sus órdenes", "Para servir a usted" y demás sutileza excesiva de urbanidad superficial. No es ese el caso.
La expresión tradicional maya efectivamente quiere decir lo que dice, palabra por palabra, concepto por concepto, pronombre por pronombre: cada uno de los dos que se encuentran es el otro, al mismo tiempo que es uno. Sin dejar uno de ser quien es, es también el otro.
Mírate en mis ojos...brilla con luz propia e ilumina el iris que te mira, observa...buscándome, perdiéndome en el azul de tu cielo. In Lak Ech Hala Ken. Yo soy otro Tú, Tú eres otro Yo
Por otro lado también se manejó que el 21 de diciembre de 2012 era fin del calendario maya, significando el arribo de catástrofes, inclusive el fin del mundo. ¡No sucedió nada de eso! En realidad lo que simbolizaba esa fecha, era una transición espiritual hacia el despertar de conciencia rumbo a una nueva civilización.
Este nuevo ciclo pretende que desaparezcan los límites que nos han impuesto o que hemos creído, que terminen los engaños, porque nadie podrá ocultar la verdad, comenzando una época de transparencia y de luz que no podrá ser opacada por ningún pensamiento, palabra o acción negativa.
Ese desarrollo espiritual será el resultado de seres humanos que decidan vibrar más alto para vivir en armonía; para hacerlo tendrán que expandir su comprensión sobre el orden universal, experimentando el florecimiento de una nueva realidad basada en la reconexión con el planeta y con todos los seres vivos.
Daniel León Islas
(Dany Dharma)
Es escritor, conferencista, coach de vida e instructor meditación