martes, 9 de abril de 2019

Convertir el silencio en infinito: El alquimista Schubert (artículo)


09 de abril de 2019

El soplo de Euterpe

Son pocas todavía las huellas de nuestra revelación. Un día tu reloj marcará el fin de los tiempos, cuando tú seas uno como nosotros.
Novalis
Al finalizar el siglo XVIII, Europa especialmente las regiones de habla alemana, bullían de ideas y movían la cuna del arte y la ciencia. Friederich von Hardenberg, mejor conocido con el nombre de Novalis, alimentaría con sus Himnos a la Noche, la poesía alemana del Romanticismo. Kant había cambiado la cara del pensamiento filosófico, Hölderlin, en la niebla de la locura, escribía Der Archipelagus, Hegel iluminaba el idealismo filosófico. El milagroso Mozart flotaba en la música y Beethoven daba vuelta a la hoja con su imponente obra. Enmarcado por aquella brillante pléyade de genios, conoció la luz Franz Schubert, otro iluminado de notable precocidad. Treinta y uno de enero de 1797 marca el comienzo vital de uno de los músicos de abundante y creativo andar por el mundo, aunque apenas viajó a Hungría en su primera juventud. Viena, la antigua Vindobona romana, era el centro de la música occidental, Beethoven residía en aquella ciudad, Mozart mantenía la frescura una obra decisiva.

Schubert, vivió pocos años. Se dice que los  dioses se llevan jóvenes a sus predilectos y justamente Schubert pasaría al indecible silencio de la muerte en 1828. Tenía apenas 31 años.

Hijo de un maestro de escuela, muy pequeño mostraba excepcionales talentos musicales, su padre rodeo al niño de una esmerada y rigurosa educación musical integrada por lecciones de canto, violín, órgano y teoría musical. Cantaba con voz de soprano muy afinado por lo cual ingresó a la Capilla de la Corte y la Konviktschule y ahí recibió lecciones de Antonio Salieri. La vocación de Schubert se abría al destino. Con apenas dieciséis años, decidió que su andar sería a través de los fértiles campos de la música. Al dejar el Coro de la Capilla Real, ayudó breve tiempo a su padre en tareas escolares. Su precocidad era manifiesta. Había compuesto Gretchen am spinnrade (Margarita en la rueca), El rey de los Alisios y claros esbozos de óperas y cuatro misas. Apenas con diez y siete años, ya tenía en su haber la primera ópera, Das Teufels lust schloss, (Los alegres castillos del Diablo) si bien nunca se representó. En el año de 1815, con apenas 18 años de edad, compuso ciento cincuenta lieder (canciones), la fiebre creadora se apoderaba del joven Schubert al punto que en un día compuso ocho lieder.  Gretchen am spinrade, inaugura  el gran ciclo de canciones que se acompañaban de poemas y obras de la literatura europea. Escuchar Gretchen am spinrade, inspirada en la obra de Goethe, Faustus, es viajar y encontrar la trascendencia entre los pliegues mentales humanos. Con el primer compás, la rueca gira y Gretchen, medita en el amor por Fausto, el personaje que harto de la vida, ha cedido a la tentación diabólica de la inalcanzable sabiduría total. Fausto enamora a Gretchen y ella canta extasiada en busca del sentido de la vida y el amor. La rueca suena y el debate interior avanza. Gretchen, agotada no encuentra respuesta, sufre, la angustia atenaza su alma y sigue con el hipnótico giro de la rueca.

No obstante, la  generosa ayuda de su amigo Franz von Schubert, no era suficiente para enfrentar los gastos cotidianos. Schubert de talante extremadamente tímido, se vio obligado a vender sus obras a mezquinos editores que le pagaban una miseria por cada obra. Por unos cien pesos mexicanos actuales, vendió la mayor parte de los lieder del ciclo Viajes de Invierno.

El pensamiento romántico decanta nostalgia, amores ideales inalcanzables, atardeceres neblinosos y sobre todo la llegada de la noche y sus misterios, el misterio del sueño. Aparece la figura de la calle alumbrada por u distante farol, la figura de las campesinas, la luz del atardecer, la lánguida luz de la luna, la luz de la vela, la insondable muerte. La música de Schubert es un destilado resplandeciente del espíritu romántico; escuchar la Sinfonía en Do mayor (La Grande) es una experiencia estética avasalladora, aunque el mismo Schubert no tuvo oportunidad de escuchar  la versión orquestal, esta fue interpretada en Leipzig ocho años posteriores a la muerte del compositor. Dirigió la orquesta Felix Mendelssohn y tuvo un impacto duradero. Con esta Sinfonía, Schubert podría cruzar el estrecho umbral de los grandes sinfonistas del Romanticismo y de la historia musical.

La producción de Franz Schubert resulta asombrosa, habida cuenta que apenas vivió treinta y un años. Compuso 643 lieder algunos de ellos, con poemas de Goethe, Schiller, Heine, Novalis, Shakespeare, Ruckert, poeta que también inspiró Kindertotenlieder (Canción de los Niños Muertos) de Mahler, Nueve sinfonías, quince cuartetos, tríos, veintiún sonatas para piano, once impromptus octetos, el famoso quinteto La Trucha, ocho óperas, siete misas para coro y orquesta, dos Stabat Mater, quince obras para teatro musical.  Al escuchar el trio D 897, cabe la reflexión profunda si el que escucha, es parte integral de la música al tiempo que nos pone de frente al devenir de la vida, fundidos en la experiencia estética que nos conduce a la profundidad del intelecto humano, o acaso indiferentes al misterio del arte que tan pronto llega se va. Cada experiencia es un argumento a favor de la vida y el arte.  Mientras flota la música, de pronto llega un soplo de vida nueva y encontramos el sentido de la paz, la soledad cósmica y la alegría de vivir.

En 1823 se anunció que Schubert había contraído la tuberculosis, un elemento adicional que marcaba el romanticismo. Debilitado, pobre en extremo, con pocos amigos que conocían su obra enorme, al principio de noviembre de 1828, se declaró la tifoidea.  Fue un periodo triste y desolador. En su cama deliraba incoherencias, de pronto permaneció largo tiempo en silencio afectado por la fiebre. Se recostó, miró la pared y expiró.
Su música maravillosa es un homenaje a los más altos anhelos humanos.

Para esta semana:
I.-Schubert- 39 lieder Die Forelle, The Trout (Century´srecording (Elly Ameling/Baldwin/Jansen.)
II.-Schubert Piano Sonatas D 894, D 575, D 840. Sviatoslav Richter. Live recording in 1979. Germany. Phillips Records.
III.-Rosamunde Overture. Viena Philarmonic Orchestra: Ricardo Muti Director.
IV.- String Quartet No. 14. Death and the Maiden.
Meridian Ensamble Quartet.
V.-Trout Quintet D 667, op 14. Denmark Music Academy. Esbjerg International Chamber Festival 2013.
VI.-Sinfonía No 4, D 417 Trágica. Chamber Orchestra of Europe. Claudio Abbado Director.
VII.-Symphony No. 8 , B minor D 759. Unfinished. 1822 Orchestra of the Age of Enligthtenment. Charles Makerras Director. 1990.
VIII.-(Imprescindible). D 897. Notturno. Trio for violin, piano and chello. Rubinstein Trio. A. Wesolowska piano, S. Kostecki violin, S. Firej Chello.


Alejandro Rivera Domínguez, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com



Imagen: loscoloresdelamusica.files.wordpress.com