sábado, 2 de febrero de 2019

Y (no) seréis como niños...



- La Historia Jamás Contada -

Corría el año de 1980 cuando un amigo me presentó a Alfredo, estudiante universitario que, como él mismo me contó después, también se desempeñaba como reportero de un diario local. Fue así como tuve la oportunidad de conocer el oficio periodístico “desde dentro”, acompañándolo a entrevistas, yendo a la redacción, etc. y, por supuesto, discutiendo a buen nivel tanto sobre las técnicas como los géneros, las posibilidades y, sobre todo, el alcance social de esta actividad.


Un momento histórico sin duda, pues se trataba de la primera generación universitaria de reporteros, comentaristas, cronistas y editorialistas con la que contó esta Ciudad. De hecho, fue en ese mismo Diario en el cual, a invitación suya, publiqué mis primeros -literalmente- ensayos como articulista.

Aunque sin ser propiamente mi vocación, desde entonces no he dejado de estar al tanto del Periodismo y su función política en tanto vehículo ideológico, con su notable capacidad de exponer u ocultar, según sea el caso, la realidad -llamemos- “objetiva” de la sociedad en que se desarrolla.

Como estudioso de los comportamientos sociales, disciplina que comencé a cultivar por la misma época, el “análisis de medios” se fue perfilando como un elemento esencial para la comprensión de aquéllos, fueran masivos o particulares, experiencia que, junto a la interpretación psicológica y la investigación histórica, me ha permitido caracterizar y distinguir unos de otros, rastrear su origen,  establecer su tendencia y hasta, en ocasiones, aventurar alguna predicción aceptablemente científica sobre sus puntos de llegada, tanto los subjetivamente conscientes como los que no, de importancia crucial para una época de crisis como la actual.

Dentro del Periodismo profesional, una de las especialidades más buscadas por quienes se inician en él es la de investigative reporter, tanto por la emoción y prestigio que conlleva, como por la satisfacción de haber aportado un conocimiento cualitativamente mejor de cualquiera sea la temática abordada, algo realmente insólito en una profesión donde la inercia, el conformismo y hasta la pereza mental suelen campear por sus fueros: el proverbial “run-of-the-mill journalism”.

Un ejemplo de las posibilidades de tal periodismo de calado fue el famoso Escándalo Watergate, que tuve oportunidad de conocer con más detalle en forma de libro donde, además del contenido editorial propiamente dicho, se exponen las actitudes, comportamientos y recursos tanto de los mismos reporteros investigadores como del equipo de redacción y directivos del periódico.

Toda esta remembranza viene a colación por lo que he observado de las Conferencias de Prensa mañaneras, en las cuales, junto a los típicos encargados de la fuente de Presidencia, hechos a producir contenidos pasquineros –“pasquín”, en el argot periodístico, es una publicación confeccionada a base de Boletines de Prensa oficiales- también se nota a reporteros investigadores que indudablemente “hicieron su tarea” antes de acudir allí… sólo para ser frívolamente descalificados por el Árbitro Supremo y sus incondicionales o fans incrustados en la Red.

Por eso mi pregunta va dirigida a esos periodistas profesionales con iniciativa: ¿Por qué someter su trabajo a la censura oficial del Patrón  y oficiosa de sus cortesanos, cuando ya hicieron lo más difícil e importante, que es investigar y reflexionar sobre los hechos? ¿No sería mejor presentarlo directamente a sus asiduos seguidores, quienes seguramente lo tomarán y considerarán en serio? En última instancia, siempre podrán recurrir al procedimiento de aquellos míticos reporteros del Watergate: LEER el artículo al  encargado de Prensa de la Presidencia y pedirle un comentario al respecto, que luego simplemente anexarán como un ítem más de información en su artículo  o nota, evitando así ser "chamaqueados" por quien siempre se arroga la ÚLTIMA PALABRA  en todas las cuestiones.

Sólo entonces esos esforzados  y profesionales periodistas ya NO serán más como NIÑOS.





Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.