martes, 12 de febrero de 2019

El soplo de Euterpe: la fantasía operística de Rossini


De las horas más muertas que tenía
Tú me trajiste al mundo
Y me pusiste a cantar.
Aura
La  muchedumbre ruidosa  hacía vibrar con gritos y vítores al joven compositor. La Scala en Milán, era invadida por una abigarrada multitud que  trataba de tocar, siquiera rozar al compositor del momento. Parecía una estrella de rock and roll moderno.  Gioacchino Rossini triunfaba con su música singular y la combinación afortunada de voces de tenor, barítono, soprano y continuar así, con la gran tradición operística italiana. La Ópera se había desprendido de los viejos moldes de libretos basados en historias épicas y en su lugar, comedias de enredos y asuntos más mundanos campeaban los escenarios.  El joven Rossini contaba apenas veintitrés años y ya la fortuna sonreía al genio. Atrás quedaba los neblinosos  años de formación a través de sus padres, ambos músicos y de algunos maestros de capilla que sembraron bases sólidas al niño Gioacchino. Europa vivía una época convulsa marcada por contrastes y revoluciones que alcanzaron a la propia Italia. Nacido apenas tres años posteriores a la incendiaria revolución francesa,  Con apenas doce años se dio la coronación de Napoleón por el Papa Pio VII y los Estados Pontificios a los cuales pertenecía Pésaro, pueblo natal de Rossini, se desintegraban bajo la bota invasora francesa. Febrero de 1792, aun con el frío invernal soplando entre las casas y campos, Rossini vio la luz y muy pronto, como otros  genios contemporáneos, mostró notables talentos para la música.

La época de Rossini, enmarcada en su primera infancia por las Guerras Napoleónicas y el lento proceso de la unificación italiana, definieron estilos y tendencias nuevas que desembocaron en las óperas veristas de Verdi y las consecuentes arias que fueron adoptadas a manera de cantos nacionalistas. Rossini, partió de la estructura de la ópera buffa cimentada por Cimarosa, Paisello, Zingarelli y otros compositores italianos, Al buen sentido de la musicalidad de su obra, añadió un excelente sentido de la argumentación e ingenio para la ornamentación tan importante para el lucimiento de tenores y sopranos.  Nacía la época de las superestrellas del bel canto, una apoteosis de la voz  desconocida en nuestro tiempo.  La línea melódica y sus famosos crescendo orquestales y vocales impresionaban vivamente al público  que acudía en masa a las representaciones. Las untuosas melodías y la animación sensual de su música puso a Europa a sus pies.

Las óperas de Rossini podrían ubicarse en el extraordinario catálogo de la ópera buffa con obras formidables entre las que destaca L´Italiana en Argeli  estrenada en 1813 cuando el genio de Pésaro contaba con veinte y un años. Siguió la ópera  Elisabetta, Regina de´Inghilterra estrenada en 1815.  Un destacado lugar lo ocupa la deliciosa ópera Il Barbieri di Siviglia estrenada en 1816,  Una de las obras Rossinianas más conocidas, compuesta en el tiempo asombroso de trece días,  la deliciosa Las Bodas de Fígaro,  originó una serie de anécdotas curiosas. La ópera fue silbada y abucheada en Paris en donde soplaron  aires de fracaso. Es famosa  la burla que llenó de risas el escenario cuando un gato sin pudor y educación, saltaba en plena representación, para colmo, uno de los músicos reventó una cuerda del violín y produjo una singular nota que acrecentó los abucheos.  Rossini de inmediato viajó a Nápoles donde el empresario Barbaja, había dispuesto que sus dos teatros, el San Carlo y El del Fondo, estuvieran listos para el maestro. En el ínterin, el San Carlo fue pasto de las llamas, no obstante, Rossini continuó su obra magnífica con la entrega de notables óperas Otello estrenada en 1816, Mossé in EgittoSerinamide de 1827.  Quizá la más conocida obra de Rossini sea la deliciosa ópera Las Bodas de Fígaro basada en un texto del escritor francés Pierre Augustin de Beaumarchais. El título original de la obra fue Almaviva o la persecución inútil, sin embargo, es mucho más conocida por el primer y definitivo título.

De sus largas estancias en Paris, Rossini recibió profunda influencia de la gran puesta en escena francesa. Resultado de aquellos años, es La Cenerentola, basada en el famoso cuento de Perrault, La Cenicienta.  Otra famosa ópera de influencia francesa es La Gazza ladra, la urraca ladrona. La obra final que coronó su carrera operística y también marcó su retiro fue Gillaume Tell, estrenada en 1828 y cuya obertura sea una pieza para calibrar la calidad de una orquesta, por su complejidad armónica y sus cambios rítmicos.

Rossini se retiró de la escena aun joven, rico y cargado de gloria. Padecía algunas dolencias que quizá lo hicieron perder interés por los escenarios. Cálculos biliares, depresiones y problemas digestivos contribuyeron a que el compositor se eclipsara, al punto que al final de siglo sus óperas eran poco apreciadas. Durante el siglo XX se recuperó el catálogo del maestro y grandes mezzo sopranos y tenores cantaron nuevamente sus deliciosas óperas.
Gioacchino Rossini escuchó su última nota en octubre de 1868. Wagner, Nietzsche, los primeros estudios de Freud enmarcaron su vida, junto con la Comuna de Paris, la invasión francesa a México entre otros muchos acontecimientos relevantes. Sí, un siglo intenso rico en arte.

Para esta semana:
Dueto de los gatos: Kiri Te Kanawa y Norma Burrows. (Una delicia de aría buffa)
Il Barbieri d´Siviglia con Cecilia Bartoli y Gino Quilico. Recomendación muy especial  puesta en escena durante el. Schwetzingen Festival.
Guillaume Tell: Dymitri Korchak, tenor. Nino Machaidze,  Roberto Frontali puesta en escena en el Teatro Massimo. 2108.

Alejandro Rivera Domínguez, miembro de la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com.