domingo, 6 de enero de 2019

El Misterio como experiencia existencial



- La Historia Jamás Contada-
A primera vista, nuestra vida cotidiana transcurre entre las cosas más convencionales que cabe, tomándose con frecuencia como sinónimo de lo anodino, aburrido y hasta somnoliento que pueden llegar a ser no sólo las actividades socialmente necesarias -como el trabajo-, sino también el mismísimo TIEMPO LIBRE, al grado de recurrir a cuanta “distracción” se nos ofrezca para salir, cuando menos temporalmente, de ese marasmo y encontrarle un significado a lo que hacemos.

Pues cuando la enajenación llega a ser tan grande que se vuelve intolerable, suele desencadenar en nosotros una crisis de la que generalmente salimos más o menos bien librados, aunque sin mejores perspectivas. Es entonces cuando volteamos hacia lo TRASCENDENTE, aquello que, al menos en teoría, nos hará remontar la mezquindad de lo cotidiano para acceder a estados de plenitud insospechados.

Es cuando aparecen en nuestro horizonte la Religión, la Magia o el Misterio -o dos y hasta los tres en uno-, cada uno cubriendo un aspecto de nuestra crónica insatisfacción EXISTENCIAL, aunque con el inconveniente de no saber cómo llegar a ellos, pues no existe un Camino Amarillo -como en el cuento- que nos conduzca certeramente a la meta: la “Neta” -verdadera, genuina- tratándose de religión o la Escuela por antonomasia, en el caso de la Magia.

Con el MISTERIO sucede algo diferente, pues en rigor no existe un camino para alcanzarlo, sino que él nos alcanza espontánea e inesperadamente, intrigándonos a partir de entonces y obligándonos a revalorar nuestro hasta entonces firme concepto de REALIDAD, ya que una vez “tocados por él” -como suelo llamar a dicho estado-, no tenemos más remedio que tratar de hacerle un lugar en nuestra vida, tarea imposible sin algunos ajustes -menores o drásticos, no sabemos- a ésta. (Es bastante común que cuando alguien tropieza con un Gran Misterio, termine cambiando totalmente el rumbo se su vida.)

Por otro lado, tanto la Magia como la Religión, cada una a su manera -la primera ACTIVA, mientras la segunda PASIVAMENTE-, realizan la conexión simbólica entre sujeto y Misterio sin trastornar radicalmente la Existencia del primero, resultando por ello experiencias básicamente exotéricas, mientras que un encuentro con el Misterio vivo -por llamarlo así- puede llegar a alcanzar lo ESOTÉRICO: el Ser mismo del afectado.

Así que, recapitulando de manera paradójica, ¿cuál podría ser una opción concreta para dotar de sentido a nuestra cotidianidad sin comprometer el propio Yo buscando ser “tocados por el Misterio”? ¿Serán la Religión y la Magia, en tanto conjuntos de ritos puramente simbólicos, suficientes para lograr el objetivo? (Es un hecho que, a ese nivel, tanto una como otra presentan, cada una, su propia estela de practicantes decepcionados.)

¿O habrá algo más allá -fuera o, incluso, DENTRO- que merezca el esfuerzo -y el riesgo- de ser buscado por lo que ello significaría para nuestro BIENESTAR EXISTENCIAL

Ahí queda la pregunta…


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso  de  los comportamientos sociales.

Imagen: talcomotemiro.wordpress.com