- La Historia Jamás Contada-
A primera vista, nuestra vida cotidiana transcurre entre las
cosas más convencionales que cabe, tomándose con frecuencia como sinónimo de lo
anodino, aburrido y hasta somnoliento que pueden llegar a ser no sólo las
actividades socialmente necesarias -como el trabajo-, sino también el mismísimo
TIEMPO LIBRE, al grado de recurrir a cuanta “distracción” se nos ofrezca para salir,
cuando menos temporalmente, de ese marasmo y encontrarle un significado a lo
que hacemos.
Pues cuando la enajenación llega a ser tan grande que se vuelve
intolerable, suele desencadenar en nosotros una crisis de la que generalmente
salimos más o menos bien librados, aunque sin mejores perspectivas. Es entonces
cuando volteamos hacia lo TRASCENDENTE, aquello que, al menos en teoría, nos
hará remontar la mezquindad de lo cotidiano para acceder a estados de plenitud
insospechados.
Es cuando aparecen en nuestro horizonte la Religión, la Magia
o el Misterio -o dos y hasta los tres en uno-, cada uno cubriendo un aspecto de
nuestra crónica insatisfacción EXISTENCIAL, aunque con el inconveniente de no
saber cómo llegar a ellos, pues no existe un Camino Amarillo -como en el
cuento- que nos conduzca certeramente a la meta: la “Neta” -verdadera, genuina- tratándose de religión o la Escuela por antonomasia, en el caso de la Magia.
Con el MISTERIO sucede algo diferente, pues en rigor no
existe un camino para alcanzarlo, sino que él nos alcanza
espontánea e inesperadamente, intrigándonos a partir de entonces y obligándonos a
revalorar nuestro hasta entonces firme concepto de REALIDAD, ya que una vez “tocados
por él” -como suelo llamar a dicho estado-, no tenemos más remedio que tratar
de hacerle un lugar en nuestra vida, tarea imposible sin algunos ajustes -menores
o drásticos, no sabemos- a ésta. (Es bastante común que cuando alguien tropieza
con un Gran Misterio, termine cambiando totalmente el rumbo se su vida.)
Por otro lado, tanto la Magia como la Religión, cada una a
su manera -la primera ACTIVA, mientras la segunda PASIVAMENTE-, realizan la
conexión simbólica entre sujeto y Misterio sin trastornar radicalmente la Existencia
del primero, resultando por ello experiencias básicamente exotéricas, mientras
que un encuentro con el Misterio vivo -por llamarlo así- puede llegar a
alcanzar lo ESOTÉRICO: el Ser mismo del afectado.
Así que, recapitulando de manera paradójica, ¿cuál podría
ser una opción concreta para dotar de sentido a nuestra cotidianidad sin
comprometer el propio Yo buscando ser “tocados por el Misterio”? ¿Serán la
Religión y la Magia, en tanto conjuntos de ritos puramente simbólicos, suficientes
para lograr el objetivo? (Es un hecho que, a ese nivel, tanto una como otra
presentan, cada una, su propia estela de practicantes decepcionados.)
¿O habrá algo más allá -fuera o, incluso, DENTRO- que merezca
el esfuerzo -y el riesgo- de ser buscado por lo que ello significaría para nuestro
BIENESTAR EXISTENCIAL?
Ahí queda la pregunta…
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: talcomotemiro.wordpress.com