3 de agosto de 2018
Albucasis (1050 – 1122) ideó la cauterización de cavidades y fistulas con un fierro candente al rojo, manteniendo la aplicación de esta hasta que el calor penetrara el ápice del diente. Arculamus en su práctica (1450) hace alusión a la obturación de dientes con hojas de oro, señalando que este método probablemente haya sido originado en Arabia.
El gran maestro Andres Vesalio (1514 – 1564) en su maravilloso estudio sobre la anatomía humana llamada “De Fabrica Humani Corporis”, que apareció en 1543, incluyo un gran capítulo dedicado a los dientes, en el que demuestra por primera vez la existencia de la pulpa dentaria, incluyendo una gran cantidad de dibujos. Heneditas de Faenza (1520) trepano el diente como lo recomendó Archingenes y lleno el diente y los conductos radiculares con triacal, siendo esta la primera referencia que se tiene sobre alguna forma de obturación radicular.
Lázaro Riviere (1589 – 1655) profesor de la Universidad de Montpellier en Francia, señalo el uso del aceite de clavo y el alcandor aplicados en la cavidad cariosa en una prenda de algodón o de lana. Lorenz Heister (1711) en el libro “De Denrium de Dolores Aldorf” recomendó aceite de clavo, canela, , guayacol, y unas pocas gotas de aceite de vitriol para aliviar el dolor. Para un sellado permanente en los molares, propone usar láminas de oro o un pedazo de plomo bien ajustado en la cavidad.
Pierre Fouchard (1678 – 1761) considerado como el Padre de la Odontología Moderna, nació en Bretania, Francia; marcando con su presencia una etapa ininterrumpida de progresos en la ciencia odontológica. Escribió en 1728 una obra monumental llamada “Le Chirurgien Dentiste”, que tuvo una segunda edición aumentada y corregida en el año de 1746 en Francia, posteriormente en el año de 1946 fue traducida al inglés por el Dr. Lilian Lindsay, la cual se encuentra totalmente actualmente.
En este libro describe el tratamiento la caries en tamaño pequeño, rascando el tejido enfermo con limas, raspadores y obturarla con plomo, oro o estaño, prefiriendo esta última para no oscurecer el diente. En caries más profunda y con dolor (dentinal) dejaba en la misma una bolita de algodón embedida en aceites clavos o eugenol, apretando cada día más las curaciones para acostumbrar los tejidos a la presión y a los cuatro o cinco días retiraba la curación de la cavidad con caries limpiándola luego como en el caso anterior.
En el caso de pulpítides (plural de pulpitis) aplicaba el cauterio a la pulpa, cuando los medicamentos no fueran exitosos, después hacia unas curaciones con eugenol y finalmente las obturaba. También obliteraba los conductos radiculares con hojas de plomo, fijando en el mismo el perno del pivote que cementaba con goma, laca y polvo de coral. En caries muy profundas con abscesos alveolares agudos los drenaba haciendo una cavidad por donde introducía una sonda hasta llegar al absceso y posteriormente ponía una curación en la cavidad coronal la cual no debía ser sellada con firmeza en un principio. Sugiere también el recubrimiento de las exposiciones pulpares con una capa de estaño y oro laminado. Si esto fracasaba produciendo dolor entonces lo cauterizaba y removía los restos posteriormente.
Museo de Odontología de la BUAP.