sábado, 9 de junio de 2018

Política y Cultura en tiempo de elecciones



- La Historia Jamás Contada -

Un punto clave para formarse una idea aceptable de cómo será un nuevo Gobierno, es considerar seriamente la manera en que ve la CULTURA y, consecuentemente, qué régimen determinará para ella. Un reactivo aparentemente “inocente”, pero que permite sondear en la conciencia no expresada de los aspirantes al Poder, todo lo que se guardan de comunicar en campaña a sus (posibles) votantes, pero que aplicarán ipso facto de llegar al ansiado trono.

¿Por qué? Porque la Cultura es EXPRESIÓN. Y lo que un Gobierno permita –promueva, aliente- o no en materia de Cultura, tan sólo refleja o, en este caso, prefigura su actitud ante lo que pueda expresar la gente real a la que intentará conducir: un simple caso de PROYECCIÓN.

Tuve oportunidad de ver el encuentro organizado por la UNAM –Universidad Nacional Autónoma de México- entre los representantes de cada fórmula contendiente en las ya inminentes elecciones presidenciales, e ir comparando los diferentes proyectos -u opiniones, cuando menos- con mi propia experiencia como promotor cultural natural –es decir, por amor al Arte, sin goce de sueldo pero tampoco lealtad obligada hacia personaje alguno- en la Universidad Autónoma de Puebla durante la década de los ’80, llegando a mis propias conclusiones.

Lo que constaté entonces en esa Institución, fue que la Cultura como tal no figuraba de hecho entre sus fines prácticos, a pesar de afirmarlo así su definición canónica, junto con la Docencia y la Investigación. Había, sí, actividades propiamente culturales y todavía dentro del espíritu universitario de libertad de expresión, pero eran esporádicas y tenían que ADAPTARSE a la endémica escasez de recursos materiales que plagaba el quehacer académico en general, de modo que los promotores culturales, tanto oficiales como espontáneos o naturales, teníamos que ingeniárnoslas para armar proyectos lo más minimalistas posibles o resignarnos a esperar que llegaran tiempos mejores.

Y éstos eran usualmente los electorales, en que las planillas contendientes, para atraer votantes, recurrían a temas o personalidades que resultaran interesantes para los estudiantes, lógicamente la inmensa mayoría de los universitarios. Pero en esto quedaba todo, pues, por definición, la Cultura quedaba subordinada a la Política, sus tiempos, sus ritmos y la IMPORTANCIA u oportunidad que aquella tuviera en la Agenda de ésta. (La Universidad pública resultaba entonces un microcosmos de la sociedad en general.)

Fue a raíz de una de estas elecciones y por circunstancias que ahora no vienen el caso, que elaboré una propuesta de Proyecto Cultural para esa Universidad, cuyo objetivo era institucionalizar ESPACIOS PARA LA CULTURA en cada una de las unidades académicas de la misma, aprovechando los que ya estaban destinados a ella pero que, por falta de un proyecto coherente, se usaban para cualesquiera otros fines o incluso permanecían cerrados.

Se trataba de un proyecto-diagnóstico con duración de un semestre -entonces la unidad “natural” de actividades- en que los promotores culturales naturales de cada unidad confeccionarían un INVENTARIO tanto de las necesidades expresivas culturales presentes en ella, como de los recursos materiales disponibles, evidentemente exiguos, de modo que pudiera formularse por fin un Proyecto formal, debidamente presupuestado y administrado, que hiciera de la Cultura una posibilidad cotidiana y no un lujo u ocurrencia aleatoria.

Algo semejante tendría que implementarse PÚBLICAMENTE después de las Elecciones para que la CULTURA –con mayúsculas- deje de ser la sirvienta de los políticos y se convierta efectivamente en un DERECHO real de todos los habitantes.

¿Hay algún CANDIDATO o GABINETE dispuestos a ello?


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: www.good2b.es