lunes, 1 de enero de 2018

Cuando la Ciudad cambió de género




- La Historia Jamás Contada -

La historia de la Ciudad como concepto no sólo es apasionante en cuanto epopeya del pasado, con sus héroes y hazañas, técnicas más que guerreras, sino por la posibilidad de tomarla y reconducirla en otra dirección, que es la esencia  -y también la Ciencia- del CIVISMO: arte o disciplina de vivir en una Ciudad, lo mismo que de la Política y hasta la policía. Incluso, desde una perspectiva histórica,  de la CIVILIZACION.

Todas referencias obvias atendiendo a la raíz griega o latina de las palabras –πολίτης y civis-, respectivamente-, ocultas sin embargo por la reducción el civismo a la mera obediencia a los funcionarios del Estado, sus delegados o vicarios, como son policías, maestros y padres quienes, aplicando un Derecho consuetudinario arbitrario, deciden qué es correcto y no en la vida cívica, esto es, la convivencia en la Ciudad.

Desde niño atrajo mi atención, por ejemplo, la figura parajurídica de “atentados al pudor” o “faltas a la moral”, pero sólo en la pubertad entendí que se refería específicamente a las expresiones eróticas o al menos sensuales públicas, como la (semi)desnudez o las caricias, motivo de aparatosas campañas y cruzadas de los grupos de presión de Derecha, aun cuando la tendencia social prevaleciente sea la de aceptarlas.

Contrastando, es decir, en relación inversamente proporcional, las expresiones religiosas tradicionales fueron siendo sustituidas por otras menos compulsivas y más “discretas”, esto es, que sin dejar de ser públicas, ya no eran ostentosas y virtualmente obligatorias para todos. (Formalmente no lo eran desde la promulgación de las LEYES DE REFORMA.)

Para 1975 aquí en la Ciudad, la participación en las celebraciones litúrgicas era más que nada una decisión personal incluso para los niños, anteriormente reserva cautiva de futuros feligreses. Pero he aquí que en enero de 1979 se nos deja caer el flamante Papa “peregrino” con su programa político de reconquista espiritual –“reevangelización”- para devolvernos a todos al redil. Desde entonces comenzaron a suceder cosas muy extrañas en el hasta hacía pocos años Estado laico mexicano, coincidiendo con la conversión tecnocrática de éste: ¿pura casualidad?

Con el triunfo del Partido confesional –PAN- en las elecciones presidenciales del año 2000 –llegada del MILENIO-, hubo cambios administrativos y jurisdiccionales al interior del clero católico para sustituir a los jóvenes párrocos, más o menos actualizados, por sacerdotes de la Vieja Guardia, que arribaron junto a sus “tropas” determinados a imponer las viejas formas de culto público a las jóvenes generaciones, contando no sólo con la lejana y un tanto simbólica cobertura del Gobierno federal sino de los locales, como aquí el municipal, que les garantizó impunidad aunque violentaran el consenso social logrado hacía 25 años.

Así fue como los desprevenidos habitantes de la Ciudad vimos retroceder el tiempo a épocas que dábamos por definitivamente superadas o que incluso nunca se dieron, con procesiones gigantescas que desquiciaban un tránsito ya de por sí conflictivo, ferias y tianguis que tomaban por asalto  las calles, impidiendo el libre acceso a viviendas y comercios y, lo peor de todo, verdaderas ORGÍAS de cohetería a cualquier hora del día o de la noche, sin que la Policía interviniera ante tan flagrantes faltas administrativas de particulares, aun denunciándolas.

Fue entonces, chiquillas y chiquillos, que nuestra entrañable Ciudad CAMBIÓ DE GÉNERO, pues pasó de PUEBLA… a pueblo.

(Publicado originalmente en Sabersinfin el 22 de julio de 2016)


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: fmlitoral.com.ar