Anatomía desconcertada en un tiempo sin ritmo.
Triángulos en contorsión. Intensas noches al mediodía.
Sinfonía de gestos. Quejidos y jadeos en Do mayor.
Mar incandescente de olas en brama taciturna.
Lasciva e inmanente lucha disimulada de poderes,
Escarpada jungla repleta de instintivos exabruptos.
Poros que arrecian la erupción entre labios encarnados.
Vorágine evidente de escurridizas parafilias.
Larvas que, rompiendo su oruga, invitan a volar
a otras que sólo observan la frialdad de una pantalla.
Manjar de culpas con sinuoso e insinuante sabor prohibido.
Espuma nauseabunda donde la vid y sus marchitas hojas
Masturban la fogosidad de una ilusión avejentada.
Evidencia fehaciente de una acartonada espiritualidad
En desconsuelo, que busca sin lugar a dudas, un pretexto
Para así, eternamente, poder arraigarse, una y otra vez,
Al mundo y sus discordias arrancando de su agreste piel
Una corrosiva moral que, a sí misma, ya se asfixia.
Juan Carlos Martínez Parra