miércoles, 15 de noviembre de 2017

Poesía de migrantes


La poesía como propiedad del sentimiento traspasa la realidad del migrante, y se ancla en su profunda soledad.


Los migrantes centroamericanos pasan largas horas en espera de “La bestia” metáfora del enfrentamiento que los ha de llevar a la temida y anhelada tierra prometida.

Antes  de pasar la frontera se bifurca el pensamiento: pasado y presente tienen la misma vertiente y fluyen en la vastedad del futuro que los acerca y los aleja de la pulsión de muerte. 
  
Un eslabón al tiempo es la palabra,  su acción vital deposita en el otro el temor a la caída. Poetizar su realidad los lleva a escribir las distintas formas en que converge la  emoción.

El hombre abre caminos al sueño que ampara su existencia y deja en la memoria: hambre, frio, miseria,  y en ese despojo sobrevive el alma que le dicta su poesía. 

Llegan a los albergues buscando satisfacer su sed, y alentados por voluntarios activistas como: María Guadalupe Martínez que me compartió su experiencia  al coordinar estos talleres:

-El  migrante escribe sin el uso correcto de la gramática o la ortografía.

En la mesa pluma y  papel recogen risa, llanto, aliento para seguir el viaje, y al mismo tiempo  descubren que el alma es el lugar donde el hombre encuentra su casa.

Expuesto ante la sobrevivencia, el migrante comprende la definición de vida. Un lugar ejemplo que hace referencia a tal acontecimiento es la Casa del Migrante en Coahuila, donde los migrantes centroamericanos, a pocos días de cruzar la frontera escriben:

ENGAÑO  
Señor dame la visa y el pasaporte
Pon tu nombre al calce de mi foto
Detén el tiempo, distrae a la migra
Un soplo, uno y no más abrirá el camino
Que me ha de llevar, por fin
A mí anhelado destino.
María. México


LA CASA
Se detuvo del marco de la puerta
Vi sus sienes palpitar
Le grite calculando el tiempo para regresar
¡No te aflijas,  imagina tu casa!
Hoy, ya más bajito
Donde ella no escucha
En  esta noche oscura
Humedezco la tierra donde dibujo
La casa que hemos de habitar.
Pedro. Nicaragua


LA ORACIÓN
Estoy recordando como orar
Arrodillado, con la vista adentro
Con las manos cercanas al pecho
No es junto a mi cama, ni frente al ángel
Que ayuda a cruzar
Son mis rodillas que sangran
En el desierto donde busco la fuerza para llegar.
Miguel. El Salvador


La frontera Estados Unidos- México es algo más que límite por trasgredir, es sentir la mirada de otras culturas, es empezar a soltar para después preguntarse, quién soy y quién eres.

La identidad se ve plagiada en sonidos distantes, donde las interpretaciones le vendrán del que antes ha cruzado la frontera.

La poesía queda como testigo de la nostalgia hacia la identidad hispana y el anhelo se concreta en la experiencia de campos nuevos y ajenos.

El desierto como escenario narrativo crea nuevas formas de estilizar el paisaje fronterizo, partiendo de una nueva visión que viene desde el interior del hombre.

La frontera EEUU-México es intensa, la mezcla de identidades es así de aguda.

La poesía sobrevive y encuentra nuevos caminos en las vivencias del hombre:

“para sobrevivir la frontera, hay que vivir sin fronteras”
Poeta chicana, Gloria Anzaldua.

La poesía narra y denuncia la cruda realidad del pueblo, es la forma de hacerse visible ante el despojo.

La poesía no perturba al imperturbable, pero drena y deja huella en el camino andado.

Imagen: drapetomano.wordpress.com

 Leticia Díaz Gama; escritora, conductora de Otras Voces y colaboradora de Sabersinfin.com