viernes, 27 de octubre de 2017

¿Qué Es La Cultura Popular Urbana Contemporánea?





Uno de los dogmas del Partido oficial –que nunca ha dejado de serlo, aún con alternancia “democrática” (¿?)- es que promueve la cultura popular. Afirmación muy fuerte si, sencillamente, nos apegamos a los hechos: lo hace, sí, pero sólo con aquellas expresiones que refuerzan o difunden su propia ideología corporativa y la de los sectores sociales o incluso corporaciones particulares cuyos intereses representa.



Las demás sólo sobreviven, languideciendo, excepto las más resistentes, que se refugian en el underground, donde no es raro terminen (con)fundiéndose con la criminalidad –le royaume des truhands, en lenguaje arcaico-, sellando su destino al pasar de disensiones morales –esto es, de costumbres- a prácticas antisociales que, lejos de ser un ejemplo para los aún sometidos, sólo legitiman la represión violenta del Gobierno contra todas. (Cuando esto no sucede espontáneamente, se recurre a esquiroles o dizque “anarquistas” que proporcionen el motivo.)

Por ello los individuos que integran estas contraculturas –Roszak- o simplemente culturas (populares urbanas) alternativas, requieren estar conscientes de su significado político y actuar en consecuencia, no precisamente afiliándose o colaborando con algún Partido de “oposición” en unas elecciones cualesquiera –como en 1982 con la candidatura de la señora Ibarra o en 2006 con AMLO-, perfectamente neutralizables por la maquinaria electoral de Estado, “ciudadanizada” o no, sino asumiéndose como posibilidades sociales viables por sí mismas.

La gran mayoría de expresiones culturales populares que continuamente surgen en las ciudades por el intenso intercambio –no sólo comercial sino simbólico- entre individuos de los más diversos orígenes –geográficos, étnicos, socioeconómicos- nunca llegan a ser del conocimiento general, pasando si acaso por “rarezas” en su entorno más inmediato, para disolverse enseguida en el estilo de vida convencional dominante: son alternativas (auto)canceladas, aplicando el concepto marcusiano.

Respecto al título del artículo, las culturas populares urbanas no son otra cosa que las diferentes formas de vivir de la gente en la Ciudad, en principio más libre que un medio social cerrado, usualmente sometido éste a la dictadura moral de una corporación religiosa, militar, empresarial o alguna perversa combinación de éstas o parecidas entidades, totalitarias por naturaleza. (Como lo expresa el dicho: “Pueblo chico, infierno grande”.)

Pero aunque entran –o deberían hacerlo- por derecho propio en el concepto de diversidad cultural o multiculturalidad, ahora tan de moda entre el officialdom –el conjunto de los funcionarios, burocracia-, sospechosamente no son mencionadas ni siquiera por los activistas universitarios, tan comprometidos en cambio con las manifestaciones tradicionales “indígenas” –como si el resto de los nacionales no lo fuéramos- sintonizadas con la época colonial, como justo en estas fechas, cuando se insiste machaconamente en celebrar el Día de Muertos y no el Hallowe’en, cuando cada quien es libre de hacerlo con lo que y como le plazca, si es que así lo decide: una prerrogativa de nuestra cultura popular urbana contemporánea.

La diversidad de culturas populares urbanas vigentes, es entonces un indicador más fiable de cuán democrática y equitativa es realmente una sociedad, que la cantidad de elecciones formales que se realicen en un periodo cualquiera, ¿no creen?

 Fernando Acosta Reyes (@ferstarey - es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales

Publicado Originalmente en Saber sin Fin el 30 de octubre de 2015