jueves, 5 de octubre de 2017

La otra Historia


Un aspecto de la Historia muy descuidado, especialmente en un medio académicamente subdesarrollado como el nuestro –aún con sus mil y una Universidades- es la vida cotidiana: la forma en que hacemos nuestra vida de todos los días.


Una Historia con la que tenemos una relación directa –de hecho somos sus agentes- y por lo mismo también nos afecta directamente, pero que solemos ignorar con la consecuencia de no comprender lo más inmediato: el aquí y ahora, nada menos que el Presente.
Quienes nos hemos preguntado por la causa profunda del éxito de la “comunicación de masas”, por qué tiene tantos seguidores, cultivadores y hasta creyentes, damos con una respuesta unívoca: su público o clientela la considera la portadora de los rasgos de la ACTUALIDAD, la que los pone frente al mismísimo Presente, el que está ocurriendo ahora mismo. No es casual que la palabra journalisme –periodismo- se derive de jour -“día”, en francés-, el registro del día a día que va haciéndose Historia.
Pero la comunicación de masas no se limita al periodismo, sino que abarca todas las producciones de la “cultura de masas”, como las canciones y música en general, los programas no noticiosos del radio y la televisión, las modas en cuanto a ropa, comida y diversiones, los artefactos .gadgets- novedosos, los temas de conversación, etc.
Esto es, la comunicación de masas propone una multitud de elementos que, unidos de una forma particular por un individuo o todo un grupo, pueden conformar un estilo de vida completo, permitiendo a éstos vivir su propia Historia ya no como ensoñación sino de forma muy real, independientemente de las servidumbres que imponga la división social del trabajo, empleando su tiempo libre.
La “otra Historia”, la personal, es esencialmente lírica, a diferencia de la Oficial y las oficiosas, que son épicas, mayormente construidas a base de patrañas. (Entre los géneros puros del Arte, “lírico” es aquello que el individuo expresa sin que medie juicio moral alguno, mientras que “épico” es lo encaminado a exaltar lo –física o metafísicamente- supraindividual o incluso sobrehumano: la Familia, el Estado, la Divinidad, etc., como durante todo este mes la Patria, por ejemplo.)
Y aquí viene lo interesante, pues esta otra Historia puede reconstruirse recurriendo a una metodología científica, a diferencia de los productos tendenciosos de los “cronistas de costumbre”, de quienes me ocupé en un artículo anterior. Sus técnicas de aproximación a su objeto de estudio coinciden con las del periodismo, que se supera a sí mismo en esta modalidad, pues aunque en el fondo se trata de “hacer crónica”, la idea es hacerla de manera que explique el por qué de las cosas y cuente con una teoría capaz de distinguir entre los hechos y sus consecuencias, por un lado y la superchería por otro.
Que la “otra Historia” no es imaginaria, lo demuestra el reconocimiento de una parte de nuestra historia personal vivida en una época determinada, en las expresiones de la “cultura de masas” contemporánea a ella. Pero no se trata de vivir de  recuerdos –nostalgia-, como pretenden tantos que no encuentran su lugar en la época presente, sino de reencontrar el camino que hemos recorrido intuitivamente –esto es, sin referencias externas- desde siempre, llevados por alguna aspiración interna, literalmente esotérica.
Es Historia también, aunque no se la mencione explícitamente o incluso se la niegue. E Historia objetiva, compartida  -en su momento y ahora mismo-, por otros semejantes a nosotros, nuestra generación temporal o cuando menos ideológica, aunque situada en otros momentos del tiempo: pasados, presentes y seguramente futuros.
Es la OTRA HISTORIA, sin más.

 Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.