“En tanto que dure el mundo, no acabará, no terminará la gloria,
la fama de México-Tenochtitlan”
Miguel León-Portilla
El día de ayer, 17 de diciembre, se cumplieron 226 años del descubrimiento del que es considerado el ícono más representativo de la cultura mexica: La Piedra del Sol, más conocida e incorrectamente llamada como Calendario Azteca ya que de acuerdo a las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ésta no fue usada como calendario ya que este nombre le fue dado por la representación de los glifos de los días que rodean la cara de la figura central del Sol. El monolito fue hallado en la renovación del empedrado de la plaza en el zócalo de la capital mexicana en 1790.
Según testimonios orales recopilados por Fray Diego Durán en su Historia de las Indias de Nueva España: 42 años antes de la caída de Tenochtitlan (1521), se empezó a tallar la Piedra del Sol. Fue el emperador Axayácatl quién la mandó hacer junto con un recinto para colocarla que se llamó Cuauhxicalco. La Piedra de roca basáltica fue tallada por un artista llamado Técpatl y permaneció en ese lugar hasta agosto de 1521 cuando, durante el reinado de Moctezuma, Hernán Cortés mandó quitar los ídolos paganos. Durante los siguientes 38 años, la Piedra permaneció a la intemperie a un costado de la Plaza Mayor. En 1559 se cerraba un ciclo azteca de 52 años por lo que los españoles, temiendo que se reavivaran los ritos paganos, mandaron enterrar la Piedra con la parte labrada hacia abajo. El monolito fue hallado a unos 40 centímetros de profundidad y a 60 metros al occidente del entonces palacio virreinal. En cuanto a sus dimensiones, la Piedra del Sol mide 3.60 metros de diámetro y 98 centímetros de lado, pesando más de 24 toneladas. Las representaciones en la Piedra guardan relación con la cosmovisión de la cultura ancestral de los mexicas.
Los mexicas, llamados tradicionalmente como aztecas, fundaron México-Tenochtitlan y hacia el siglo XV se convirtió en el centro de uno de los estados más extensos y poderosos de Mesoamérica (región cultural del continente americano que comprende la mitad meridional de México, los territorios de Guatemala, El Salvador y Belice, así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica), el cual estaba asentado en un islote al poniente del Lago de Texcoco (donde actualmente se encuentra la Ciudad de México). Los mexicas fueron el último pueblo mesoamericano que concentró una rica y compleja tradición religiosa, política, cosmológica, astronómica, filosófica y artística aprendida y desarrollada por los pueblos de Mesoamérica a lo largo de muchos siglos y cuyo simbolismo alegórico de este conjunto de disciplinas se ve plasmado en la Piedra del Sol.
Existen numerosas interpretaciones sobre los símbolos de la Piedra del Sol la explicación que da el INAH en la sala en donde se exhibe es:
“En el centro aparece la imagen del Quinto Sol, Nahui Olin o Cuatro Movimiento y el rostro de Tonatiuh, dios del Sol, con la particularidad de que se le representó con la mitad inferior del rostro descarnada y la superior encarnada, lo que simboliza la vida y la muerte. A su vez, en cada una de las esquinas del signo Olin aparece el nombre de los otros cuatro soles: Nahui Océlotl (Cuatro Jaguar), Nahui Atl (Cuatro Agua), Nahui Quiáhuitl (Cuatro Lluvia) y Nahui Ehécatl (Cuatro Viento). Según la mitología nahua del Posclásico el mundo, tal y como lo conocemos actualmente, ha pasado por distintas eras de creación y destrucción. Ellos relacionaron cada una de ellas con un Sol en particular. En una de las versiones del mito, la última era fue destruida por una gran inundación. El Quinto Sol, que según los nahuas es la era actual, terminará por grandes terremotos.
El resto de los elementos iconográficos que decoran la Piedra del Sol están distribuidos a partir de círculos concéntricos. Alrededor del centro aparecen los 20 signos de los días, los cuales al combinarse con 13 numerales formaban un ciclo de 260 días también llamado Tonalpohualli. Luego aparecen signos solares y por último la representación de dos serpientes de fuego que rodean el disco y cuyas cabezas se encuentran, frente a frente, en la base de la imagen”.
La Piedra del Sol es una de las mejores muestras de la compleja cultura que guardaron los pueblos americanos antes de la llegada de los europeos y también se ha convertido en un símbolo nacional de los mexicanos, ¿no lo cree así amable lector?
Imagen: xotlatzintla.blogspot.mx
Jorge A. Rodríguez y Morgado
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conoSERbien; www.sabersinfin.com
Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 19 de diciembre de 2016