- La Historia Jamás Contada -
Hace treinta años me planteé cómo sería una infraestructura cultural INTEGRAL, en el doble sentido de “intrínseca” y “completa”, pues las raras aves que son los promotores culturales naturales –esto es, quienes sin recibir pago ni contar con apoyo material alguno, organizan y convocan a actividades de este tipo- simplemente se habían adaptado –como continúan haciéndolo- a lo ya existente, destinado por supuesto a otros usos y por tanto inadecuado para este fin en particular.
Esto dio origen a una propuesta que denominé ESPACIOS PARA LA CULTURA, desarrollada como una campaña cultural de apoyo a la candidatura de un antiguo amigo de la Secundaria que se lanzaba para Rector de la Universidad pública local. Una táctica común en tiempos de la Nueva Izquierda original, cuando líderes y organizaciones comunitarias participaban en elecciones convencionales, pero de maneras inusuales y altamente creativas, aprovechando el relajamiento de los controles corporativos inevitable en tales ocasiones, para impulsar sus propios proyectos de mejoramiento de algún aspecto de la vida social.
También resultaba oportuno por su cercanía con un curso de Educación Sexual que habíamos diseñado y comenzado a poner en práctica en una Preparatoria vecina, dos amigas y un amigo estudiantes de Psicología y yo, respondiendo a la petición de una Consejera alumna de ahí y cuya novedad consistía en partir de la cultura popular juvenil de clase media urbana de ese momento y su tecnología asociada, para hacerlo accesible y atractivo a los jóvenes que iniciaban su educación media superior.
Esto nos había llevado a investigar teórica y experimentalmente formas de optimizar los (muy) escasos recursos de espacio y equipo –éste ya decididamente obsoleto- con que contaban tanto la Preparatoria como la Escuela de Filosofía y Letras, de la que formaba parte el entonces Colegio de Psicología (1987), que pensábamos utilizar en las diferentes dinámicas y cuyo contenido concreto iríamos seleccionando y/o elaborando junto con los propios estudiantes, rompiendo así con el modelo tradicional-paternalista que reduce todo al aspecto médico para no verse confrontado por las cuestiones sociales, políticas y culturales que por sí misma entraña la temática erótico-sexual.
Para el momento de la campaña, resultaba evidente que el mismo modelo operativo que habíamos desarrollado y puesto a punto con este objeto, era aplicable a los más diversos campos del conocimiento, curiosidad y hasta deseo de la población universitaria…
Ahora bien, todo esto no era otra cosa que CULTURA y de la buena, que en realidad no requería más que de un mínimo sustrato material para comenzar a florecer, habida cuenta de la existencia endémica de promotores culturales naturales que podrían materializar, prácticamente ipso facto, sus iniciativas culturales de toda índole.
¿Qué eran concretamente entonces los “Espacios para la Cultura”? Pues eso: ESPACIOS, pero permanentemente acondicionados para albergar diferentes clases de actividades culturales, junto a todas las facilidades administrativas para su uso apropiado. Había, sí, espacios pensados para ello, pero sin instalaciones especializadas, que acababan siendo empleados como bodegas o salones de clase, cuando la intención original era que fueran auditorios, salas de cine o de congresos, cafeterías –como en el entonces Departamento de Música-, etc. Es decir, lugares que, sin dejar de ser dependencias académicas, ofrecieran la libertad –que implica la posibilidad material- de poder expresar las inquietudes propias de universitarios informados y cultos, en las mejores condiciones posibles. Eso era todo, pero también it was all the rage, pues daba de lleno en el corazón del agudo sentido patrimonialista de la camarilla o secta que, detrás del todavía mi amigo, ejerció de facto el poder institucional durante la gestión, puramente formal, de éste.
Poco después comenzaron a surgir espontáneamente iniciativas similares en diferentes rumbos de la Ciudad, recuperando inmuebles abandonados y semiarruinados para convertirlos en espacios de cultura alternativa, adaptándolos como se podía a su nueva e importante función: ¡claro!, sin el menor apoyo del (los) Gobierno(s), que muy rara vez en la Historia se ha(n) comprometido con el fortalecimiento de la Cultura de los habitantes, sino más bien de todo lo contrario, cuyos ejemplos abundan.
Pero la situación vino a empeorar catastróficamente a raíz del reciente sismo, cuando en una trágica metáfora REAL, el fenómeno telúrico acabó de convertir en RUINAS esos precarios locales donde, a pesar de todo, FLORECÍA LA CULTURA.