lunes, 9 de octubre de 2017

La cruz en los juegos olímpicos


Al falso amigo, hazle la cruz como al enemigo.
Anónimo

En los pasados juegos olímpicos de Río, pudimos observar que muchos de los deportistas que participaron en las competencias, al iniciar éstas, al alcanzar la meta o al terminar su rutina, acudían al ritual (acciones realizadas principalmente por su valor simbólico) de santiguarse, signarse y hasta en algunos casos el persignarse con discreción. Otros al lograr una meta señalaban al cielo, dando crédito al ser supremo. Sabemos que el persignarse es una tradición de la Iglesia Católica Romana, la cual fue adoptada por medio del Dogma de fe ya que en la Biblia esta acción de persignarse no se menciona.



El santiguarse es hacer la señal de la cruz con los dedos de la mano derecha tocando primero la frente, luego el pecho, posteriormente en uno de los hombros y luego en el otro. Hay quienes acostumbran al final besar el dedo pulgar extendido sobre el índice formando una cruz, sin embargo, esta práctica no forma parte del acto de santiguarse. El signarse, es hacer una pequeña cruz con los dedos índice y pulgar de la mano derecha, primero en la frente, luego haciendo otra cruz en la boca y luego otra en el pecho, diciendo una oración. Cuando nos signamos y luego inmediatamente nos santiguamos, entonces nos estamos persignando. Si otros nos hacen la señal de la cruz repitiendo la oración o se la hacemos a otros se conoce como bendecir. Esta es la forma que se santigua la gente católica Romana y muchas otras doctrinas adoptaron esta manera de persignarse.

La Cruz es un símbolo muy antiguo, empleado en casi todas las culturas del mundo. Las línea vertical con el significado de la energía positiva, lo masculino, lo eléctrico y la línea horizontal refiriéndose a la energía negativa, a lo femenino, lo magnético y la unión de estas dos líneas cuando se forma la cruz, crea el concepto de lo electromagnético, siendo esa unión energética la base de todo lo existente en el Universo. El uso de la Cruz como símbolo religioso puede considerarse como universal, y en la gran mayoría de casos estaba relacionado con alguna forma de adoración de la naturaleza. Es por ello que el hacer la señal de la cruz tiene el objeto de “fortalecer al individuo en las dificultades".

El inculcar a la gente a que adorasen a la Cruz tiene su origen en el año 326 d.C. en el relato del hallazgo por Santa Elena de la auténtica Cruz de Cristo, el cual nos dice:

“En el sexto año de su reinado, el emperador Constantino se enfrenta contra los bárbaros a orillas del Danubio. Se considera imposible la victoria a causa de la magnitud del ejército enemigo. Una noche Constantino tiene una visión: en el cielo se apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella unas palabras, In hoc signo vincis (Con esta señal vencerás). El emperador hizo construir una Cruz y la puso al frente de su ejército, que entonces venció sin dificultad a la multitud enemiga. De vuelta a la ciudad, averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar en la religión cristiana y mandó edificar iglesias. Enseguida envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. Una vez en la ciudad sagrada, Elena mandó llamar a los más sabios sacerdotes y con torturas consiguió la confesión del lugar donde se encontraba la Cruz. En el monte donde la tradición situaba la muerte de Cristo, el Gólgota o Calavera, encontraron tres cruces ocultas. Para descubrir cuál de ellas era la verdadera las colocaron una a una sobre un joven muerto, el cual resucitó al serle impuesta la tercera, la de Cristo. Santa Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Cruz, el tres de mayo”. Y fue proclama esta adoración desde el día 3 de Mayo del año 335 d.C.

A pesar de que los juegos olímpicos modernos tienen un carácter secular, no se puede evitar la inspiración religiosa de los juegos de la antigüedad en Grecia, que se consagraban a Zeus y los dioses griegos que habitaban en el Olimpo. Y es que en esos juegos acudían atletas con espíritu olímpico y dejaban a un lado sus disputas y antagonismos, en caso de estar en guerra, lo que permitía la paz, pero no dejando de rendir tributo a los dioses. En la actualidad unos deportistas se persignan, otros cantan y algunos buscan la soledad. Queda claro que para ganar en estas justas olímpicas, todo, absolutamente todo, se vale.

Usted qué opina, amable lector.

Imagen: diariolarepublica.com.ar

 Jorge A. Rodríguez y Morgado
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conoSERbien; www.sabersinfin.com

Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 6 de septiembre de 2016