La lengua guarda al pescuezo
Miguel Hidalgo Y Costilla
En este mes de la patria son varios los personajes a los que hace alusión la historia, entre ellos: Josefa Ortiz de Domínguez, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, los hermanos Juan e Ignacio Aldama, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Francisco Xavier Mina, Nicolás Bravo, Andrés Quintana Roo, Mariano Abasolo, Hermenegildo Galeana y otros más. Pero a nadie como a Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor, se le ha dado tanto reconocimiento nacional, a él se le considera el iniciador de la Independencia de México y es llamado el Padre de la Patria, a pesar de su corta participación en la lucha armada, del 16 de septiembre 1810 al 21 de marzo de 1811, fecha en que fue detenido.
Miguel Hidalgo y CostillaHidalgo, al que sus amigos y condiscípulos le llamaban "El Zorro", por la astucia que mostraba en juegos intelectuales, inicia su participación dando el Grito de Dolores, dirigiendo la primera parte de la lucha de independencia. Al ser sacerdote, el obispo Manuel Abad y Queipo lanzó un decreto de excomunión el 24 de septiembre de 1810, en donde se declara que Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo eran perturbadores del orden público, seductores del pueblo, sacrílegos y perjuros, que incurrieron en ex comunión mayor del canon siquis saudante diabolo ("quien, persuadido por el diablo”). En el decreto se decía que: “…Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mingiendo o cantando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos. Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él…”.
A la excomunión el Padre de la Patria respondió “Los opresores no tienen armas ni gentes para obligarnos con la fuerza a seguir en la horrorosa esclavitud a que nos tenían condenados. ¿Pues qué recurso les quedaba? Valerse de toda especie de medios injustos, ilícitos y torpes que fuese, con tal que conduzcan a sostener su despotismo y la opresión de la América; abandonan hasta la última reliquia de honradez y hombría de bien, se prostituyen las autoridades más recomendables, fulminan excomuniones que nadie más que ellos saben que no tienen fuerza alguna: procuran amedrentar a los incautos y aterrorizar a los ignorantes para que espantados con el nombre del anatema, teman donde no hay motivo de temer”.
La historia nos dice que el 30 de julio de 1811 Hidalgo “fue fusilado y su cadáver se colocó en una silla y fue expuesto al público frente a la plaza, en Chihuahua. Al anochecer se le introdujo al edificio y tendido sobre unas tablas, llamaron a un indio tarahumara (Salcedo) para que de un solo tajo le cortara la cabeza con un machete, recibiendo por esta acción un bono de 20 pesos”. Tras una larga peregrinación por Chihuahua, Zacatecas, León y Guadalajara, para escarmiento de los insurgentes, la cabeza se colocó en un asta y permaneció más de 10 años en la alhóndiga de Granaditas, junto con las de Allende, Aldama y Jiménez, hasta que las retiró el pueblo consumada la independencia en 1821.
Finalmente el cuerpo de Hidalgo fue exhumado en Chihuahua y, junto con su cabeza, se le enterró en el Altar de los Reyes, de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Desde 1925 reposa en el Ángel de la Independencia.
Como podrá apreciar amable lector, la presencia de Hidalgo en estas fiestas patrias está completamente justificada, no lo cree así.
Jorge Rodriguez y Morgado 2Jorge Rodríguez y Morgado (jarymorgado@yahoo.com.mx) es catedrático universitario, conduce: ConoSERbienen Sabersinfin.com.
Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 22 de septiembre de 2014