sábado, 14 de octubre de 2017

Ciudades antiguas, peligrosas por fetichismo oficial (Artículo)

- La Historia Jamás Contada -


Una cuestión urbanística que, sin ser precisamente antigua, cobra en estos momentos urgente ACTUALIDAD, es qué hacer con tantas construcciones viejas –algunas demasiado- y en mal estado que plagan el Centro (Pre)Histórico de una ciudad “colonial” (¿?) como la nuestra.
Pero antes de abordarla, conviene precisar qué se entiende por ese adjetivo, aplicado con la misma ligereza que otras etiquetas –como “benemérito”, por ejemplo- a cuanta cosa se pretende hacer atractiva atribuyéndole alguna propiedad excepcional, al igual que con las mercancías.

Lo que me trae a la memoria una divertida anécdota de finales de los ’80, una tarde en que Daniel –un buen amigo de entonces- y yo caminábamos por la Avenida 8 Oriente rumbo al Boulevard Héroes del 5 de Mayo, ya cerca del Teatro Principal, cuando inopinadamente él comenzó a “pajarear” hacia las alturas de ambos lados de la calle. Al preguntarle por su extraño comportamiento, me dijo que venía comparando las fachadas de las casas y resultaban todas muy diferentes entre sí…

Por ser la época en que causaba furor entre la burocracia oficial aquello del Patrimonio Cultural de la Humanidad, iniciativa por la cual y mediante una módica cuota, un gobernante podía inscribir su localidad en una exclusiva lista de… destinos turísticos, era de buen tono alardear del supuesto carácter colonial de la Ciudad, como si poseyera un estilo definido y uniforme, de lo que nos burlamos al unísono Daniel y yo tras su “experimento”.

Reflexionando un poco más, pude por fin comprender en qué consistía lo “colonial”: no es una categoría estética sino política, referida a cuando el país era efectivamente una colonia de España. (Había notado los primeros barruntos de esta paleohispanofilia la década anterior, a finales de 1972, en la ciudad de Guanajuato.)

De modo que si la nece(si)dad de conservar estas antiguas edificaciones tal como están no obedece a razones hasta cierto punto comprensibles –aunque no menos discutibles- sino a una especie de nostalgia del pasado colonial hacia el que apuntan, no habrá razones válidas, así sean científicas y técnicas, que convenzan a sus obcecados defensores de actuar responsablemente frente a los riesgos materiales que entraña su mera presencia, y menos aún bajo la celosa mirada de los puristas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que las ha convertido en fetiches. (Un FETICHE es, por definición, un objeto al que se atribuyen propiedades mágicas, por lo que se intenta conservarlo en toda su pureza y potencia a cualquier precio, incluso de la vida.)

Con todo, este es un buen momento de reconsiderar serenamente las cosas, distinguir unas de otras, asignarles un peso o importancia específicos y tomar algunas decisiones: un (verdadero) acto de Gobierno, ni más ni menos.

He aquí algunas consideraciones posibles: ¿Por qué conservar determinado inmueble? ¿Cuál es su utilidad social real? ¿Cumple con las mínimas condiciones de seguridad para sus usuarios y el entorno inmediato? O incluso: ¿Es una bella joya del Pasado? ¿Contiene algún precioso simbolismo digno de preservarse? Porque resulta que objetivamente no todos son tan estéticos ni significativos como dan por hecho los pusilánimes funcionarios que no los tocan para no despertar la Santa Ira de los ultracolonialistas, comenzando por los “cronistas de costumbre”, siempre añorando un glorioso pasado que… ¡nunca existió!

En todo caso, siempre podrán RECONSTRUIRSE –parcial o totalmente-, pero esta vez aprovechando los avances de la Ciencia y la Ingeniería haciéndolos más seguros para todos. (Y en cuanto a detalles y apariencia, ahora se cuenta con la Impresión 3D, capaz de reproducirlos con la máxima precisión, pero sobre materiales menos letales.)

A fin de cuentas, si la intención es atraer visitantes que se extasíen ante casas y edificios viejos, independientemente de su valor estético o simbólico, seguramente NO vendrán si saben que en cualquier momento pueden venírseles encima.

¿NO ES ÉSTA UNA RAZÓN DE SUFICIENTE PESO PARA TOMAR EL ASUNTO EN SERIO?

Fernando Acosta Reyes (@ferstarey - feracosta955@gmail.com) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.






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