Una de las maneras más eficaces de estimular y, eventualmente, conservar las funciones intelectivas –atención, memoria, razonamiento- es investigando, pero no cualquier cosa, sino aquéllas que resultan intrínsecamente atractivas, como las que remiten al MISTERIO.
Género favorito desde la más remota Antigüedad, alcanzó sin embargo su madurez como fuente de conocimiento cuando pudo disponerse de un sistema de registro escrito que permitiera volver una y otra vez –research- a voluntad, a puntos específicos del relato para buscar otras posibles conexiones lógicas entre sus elementos, algo imposible con producciones orales como cantos o rapsodias que, una vez pronunciadas, se desvanecían, quedando únicamente sus huellas emotivas en el recuerdo de personas y pueblos, que el tiempo iría sedimentando como mitos, algunos de los cuales servirían como material primigenio de las RELIGIONES.
Fueron precisamente los inconformes o, cuando menos, indiferentes a las (seudo) certezas religiosas, los filósofos –es decir, pensadores- escépticos, quienes se dedicaron recurrentemente a poner a prueba tanto las premisas como las conclusiones de esos sistemas “perfectos” (¿?) que pasaban por verdades -obvias o demostradas- absolutas para la mayoría de sus contemporáneos, desarrollando así una gran habilidad tanto para encontrar errores de juicio como hipótesis alternativas, llegando en ocasiones a descubrir o establecer algo verdaderamente nuevo.
Todo esto por entretenimiento o incluso amor al arte, pero no tardaron en percatarse ellos mismos y algunos otros, que esta singular actividad podría ser de la mayor utilidad práctica con tan sólo cubrir algunos requisitos: había nacido la INVESTIGACIÓN propiamente dicha.
No es, por tanto, quimérico retomar esas historias misteriosas, ahora presentadas como películas e incluso vídeos casuales y ejercitar en ellos nuestra capacidad investigativa, comenzando con una crítica cinematográfica propiamente dicha y, en el transcurso, ir separando los elementos utilizables para establecer –assert- su historicidad, es decir, la forma en que podrían haberse desarrollado realmente los sucesos que representa, artística o crudamente, el material bajo análisis.
Para ello debemos colocarnos del otro lado del espectáculo, ya no como (simples) espectadores, sino asumiéndonos como alguien que recibió noticias de estos extraños hechos y desea saber más sobre ellos de lo que puede proporcionarle el argumento mismo, preguntándose por detalles que no aparecen pero debieron estar presentes en la cadena causal que llevó a la situación descrita. Es decir, se trata de realizar una reverse engineering que nos devuelva la historia original.
El proceso no es enteramente mecánico, pues habrá de recurrirse a la experiencia personal, información no contenida en la película y sobre todo, la DISCUSIÓN. Pero con el nuevo material así obtenido, podemos nada menos que reabrir VIRTUALMENTE el caso, algo de ninguna manera ocioso, ya que nos capacita para lidiar con otro(s) semejante(s) que pudiera(n) ocurrir o incluso ocurrirnos, pues lo DESCONOCIDO, como parte inobjetable que es de la REALIDAD, en el momento menos esperado puede salirnos al encuentro… y es mejor estar preparados.
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey - es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño, SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.