11 de diciembre de 2019
El cambio climático constituye la mayor amenaza para la salud de la población mundial en este siglo, en particular para niños y adultos mayores. De no tomarse medidas inmediatas para frenarlo, la calidad de vida de los recién nacidos se verá afectada durante toda su existencia, así como la de sus hijos, advirtieron expertos en la UNAM.
Al participar en el encuentro “Lancet Countdown. El cambio climático es un problema de salud pública”, organizado por la Facultad de Medicina (FM), Ian Hamilton, profesor del Energy Institute University College London, y Cristian Roberto Morales Fuhrimann, representante en México de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), expusieron que esas poblaciones serán las más afectadas, en particular las que viven en países en desarrollo, y en urbes con mayor pobreza.
Germán Fajardo Dolci, director de la FM, expuso que cuando se habla de cambio climático “nos enfocamos a los grandes acuerdos internacionales y a la contribución de los gobiernos de diferentes países, pero poco reflexionamos sobre lo que se hace desde nuestros propios ámbitos”.
Al inaugurar el foro, indicó que es una oportunidad “para pensar qué es lo que podemos hacer desde la Facultad de Medicina, en cuanto a investigación, difusión y toma de conciencia, y cómo seguir trabajando con la OPS y con grupos de profesionales que colaboran con la revista Lancet, la publicación más importante en el área de la salud (https://www.thelancet.com/journals/lancet/home)”.
La UNAM cuenta con el Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC), coordinado por Carlos Gay García, que se encarga de apoyar investigación, analizar y proponer acciones, resaltó.
En su oportunidad, Morales Fuhriman reconoció que la capacidad de la UNAM es clave para producir evidencia en este ámbito y contribuir, desde la realidad de México y la región, “a comprender mejor cómo nos afecta el cambio climático y cómo lo hará en el futuro si no hacemos nada. De no movilizarnos para mitigarlo, ponemos en peligro nuestra propia existencia”.
Este fenómeno es la mayor amenaza para la salud del mundo en el siglo XXI. La salud es y será perjudicada por el impacto que pudieran generar eventos extremos como la olas de calor, sequías, tormentas y el aumento de los niveles del mar; enfermedades transmitidas por vectores; amenazas a la seguridad alimentaria; contaminación del agua; desnutrición y desplazamientos forzados.
Entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250 mil defunciones adicionales al año debido a la desnutrición, paludismo, diarrea y estrés por calor, advirtió.
Para 2030, los costos mundiales por daños directos a la salud derivados de este fenómeno serán de dos mil millones a cuatro mil millones de dólares. Zonas con mala infraestructura sanitaria, que en su mayoría se ubican en los países en desarrollo, serán las menos capacitadas para responder.
Existen políticas y opciones individuales que pueden contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y reportar beneficios colaterales para la salud. Por ejemplo, el uso de transporte público no contaminante y formas activas de desplazamiento (a pie o bicicleta), como alternativa al uso de vehículos privados, aconsejó.
Asimismo, consideró que los sistemas de salud deben ser más resilientes. “Tenemos que apostar a contar con hospitales seguros, verdes y resilientes, con la posibilidad de que sigan funcionando cuando los eventos extremos se produzcan”.
Detalló que el Programa de Cambio Climático y Salud de la OPS busca preparar a los sistemas de salud a través de alertas tempranas, una mejor planificación y la adopción de medidas de prevención y adaptación. “Estamos a unos días de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP25) y debemos involucrarnos en el debate, posicionando las consecuencias de este fenómeno”.
En tanto, Ian Hamilton destacó que hay esperanza debido al incremento de inversiones en energías renovables. “En México hay excelentes recursos que pueden aprovecharse de manera correcta”.
Esas fuentes de energía tienen un enorme potencial de generación de empleos, pero los combustibles fósiles siguen teniendo importancia económica. “Es preocupante que no ocurra una transición y que en los últimos años se hayan incrementado los subsidios a las fuentes de energía primaria más utilizadas, como los combustibles fósiles”.
En el encuentro también participaron Carlos Gay; Ana Rosa Moreno, profesora del Departamento de Salud Pública de la FM; y Mariana Cárdenas González, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Boletín UNAM-DGCS-876/2019