- La Historia Jamás Contada -
Hace ya casi 14 años, tuvo lugar un extraño acontecimiento
relacionado con mi persona, pero del que paradójicamente no fui yo el protagonista:
nada menos que la presencia de un DOBLE que acudió a una cita concertada con un
amigo para el viernes 24 de noviembre del año 2005 en su domicilio. El
episodio, a grandes rasgos, sucedió así:
El lunes anterior, cuando después de una grabación para la radio,
abordamos el mismo autobús para dirigirnos a nuestras casas, mi amigo S. me propuso
celebrar nuestra acostumbrada reunión anual ese viernes, lo que acepté aunque, recordando
un compromiso que ya tenía para ese día, le dije que me retrasaría cosa de
media hora.
Me dijo que había vuelto a ocupar el mismo departamento que rentara
hacía diez años en una popular colonia de la Ciudad. Con esta información, ese
día y habiendo cumplido mi compromiso previo,
me dirigí hacia allá. Pero resulta que, pasados diez años, la colonia había
cambiado considerablemente… y me extravié. Nada de consecuencias, pues un joven
taquero me indicó cómo llegar a esa dirección.
Ya en el patio del condominio y al pie de la escalera que daba justo a su puerta, la mayor de dos
niñas que estaban sentadas en el último escalón me dijo: “¡Señor: lo está esperando el
señor de aquí!”. “¡Gracias!”, le respondí, aunque preguntándome cómo podía
reconocerme, si la última vez que estuve allí ella todavía no nacía. Primera
cosa sorprendente.
Para no alargar demasiado, paso a transcribir la versión de
S. del suceso. Resulta que ya para llamar a mi casa desde un teléfono público
situado frente al condominio, me vio salir del patio a la acera y encaminarme
hacia el bulevar. Me llamó entonces, pero no me di por aludido, cosa que le
extrañó. Lo intentó nuevamente, con la misma (falta de) reacción. Y lo hizo una
tercera vez, pero ahora sacando toda la voz –es cantante profesional- y
diciendo mi nombre completo, pero ni así.
Regresó entonces al teléfono y comenzó nuevamente a marcar
cuando, tras haber cruzado el bulevar, levanté la mano. Colgó y se encaminó
hacia mí. “¡Vaya, hasta que me oyó!”, exclamó… sólo para ver cómo se detenía un
microbús y lo abordaba. Esta vez sí hizo la llamada.
Yo -o sea, el que esto escribe- llegué unos 20 minutos
después. Cuando le insistí a S. en que si estaba seguro que ERA yo, me dijo: “Sí,
eras tú hasta en como vienes vestido, pero con el detalle de que tenías los pies blancos
y nunca te había visto usar zapatos blancos. Aunque ahora que lo pienso, ¡ni
siquiera me fijé si tenías pies…!
Así que “alguien” (¿?) aparentemente idéntico a mí, llegó
precisamente al lugar y hora de mi cita, pero fue incapaz de reconocerse como
yo cuando S. mencionó mi nombre, es decir, no tenía mi sentido de identidad.
El fenómeno del “doble” o Doppelgänger es totalmente real y
aparentemente bastante frecuente, aunque si uno busca información más erudita, lo
más probable es que lo encaminen hacia la literatura romántica, el
psicoanálisis o la psiquiatría. Parece que nadie –al menos que yo sepa- se ha
tomado el trabajo de realizar una investigación “con todas las de la ley” para
establecer sus posibles correlaciones con circunstancias o factores más
mundanos, antes de acudir canónicamente a los textos mágicos que, en el mejor
de los casos, no son sino una lejana –y mítica- referencia al asunto.
Para concluir y parafraseando al poeta Amado Nervo, sólo me
resta apuntar: ¿QUIÉN SERÁ, EN UN FUTURO NO LEJANO, EL (O LA) QUE FINALMENTE TOME LA INICIATIVA EN ESTE CAMPO?
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey)
es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: