domingo, 22 de septiembre de 2019

La educación como atisbo del futuro








- La Historia Jamás Contada -

Una vez consumada la enésima reforma de la Educación, y con el propósito de aportar algo más que la consabida reseña -así sea comentada o incluso crítica- de los prácticamente institucionales mayoriteos legislativos del Partido en el Poder –cualquiera, da lo mismo-, me permito formular algunas consideraciones acerca de lo que podría alcanzarse con un poco más de responsabilidad y visión por parte de sus hasta ahora pergeñadores.

La educación cuenta con una capacidad usualmente subempleada tanto por los involucrados en ella como por quienes establecen los lineamientos oficiales: nada menos que la de… ¡anticipar el futuro! Sí, pues aunque suene a science-fiction, nada tiene de fantasioso, tratándose por el contrario de algo perfectamente realizable con tan sólo tenerlo presente desde antes de comenzar el proceso educativo como tal.

Y es porque la educación es en sí misma un proceso artificial, diseñado, montado y operado con independencia del transcurrir “natural” de las cosas, es decir, que siempre hay una voluntad de hacerlo suceder, aunque para esto haya que modificar radicalmente las características del entorno original a fin de lograr las condiciones más favorables a la aparición de los objetivos deseados. (¿Qué otra cosa sería entonces un salón de clase, si no un dispositivo para lograr dichos objetivos, por ajenos o improbables que sean respecto al ambiente en el que se les está requiriendo?)

Todas las sucesivas situaciones que componen una secuencia educativa están preparadas de antemano por los agentes educadores, tanto aisladamente como en el orden en que habrán de presentarse a los educandos, siguiendo una lógica derivada de alguna teoría en particular que va de acuerdo a su procedencia o formación profesional, siendo la normalista la menos depurada por la tradicional y empecinada actitud de mantener distancia respecto a los adelantos de la ciencia y la tecnología. (Como sucedió con las primeras calculadoras electrónicas de bolsillo, verdadero terror de los maestros de entonces que, no sabiendo qué hacer con ellas, optaban por confiscarlas.)

Ahora que el educador común, ya en los hechos, suele proceder con un pragmatismo desconcertante, pues nunca se atreve a ensayar algo nuevo aunque lo tenga a la mano, esperando a que se lo indique la Autoridad, que probablemente ni enterada esté de lo que sucede en los salones de clase ni en el Mundo exterior, limitándose a comprobar que las cosas sigan haciéndose como siempre.

El resultado no puede ser otro que la educación misma permanezca anclada en una época anterior, frecuentemente muy anterior, condenando a los educandos, futuros ciudadanos, a permanecer al margen de la vida y las posibilidades contemporáneas en todos sus aspectos, de lo ideológico y simbólico a lo científico y técnico, pasando por lo social y también lo cultural.

Así que lo primero a plantearse antes de cualquier intento de reformar la educación, es cómo anticipar exitosamente lo que depara el futuro, a corto y mediano plazo, a la sociedad y sus miembros para, en seguida, pasar a resolver la problemática técnica de diseñar, montar y operar los dispositivos educativos adecuados para que, aquí y ahora, los educandos cuenten con un ATISBO -verosímil- DEL FUTURO y se empeñen en adquirir los conocimientos y habilidades indispensables para desarrollarse exitosamente en él.

¡Claro: aún nos queda por vencer la inercia legislativa, burocrática y magisterial, pero al menos ya sabemos POR DÓNDE EMPEZAR!




Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad  Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: docenteslibresmdq.com