23 de agosto de 2019
Con una sonrisa inocente
estiraste el brazo,
diste un brinquito
y descolgaste un lucero,
lo colocaste en la solapa
de tu vestido blanco,
te despojaste de tus sandalias,
soltaste tu cabello
y como bailarina de cajita musical
danzaste suavemente
entre el pastizal húmedo
de la plácida noche.
El murmullo del bosque
puso su parte,
acompañó la melodía
que sólo tú
y él escuchaban,
los destellos celestes
dejaron ver tu verdadero rostro
de wicca contemporánea;
pronto la escena conmovió
a la abuela Luna
y en flashazo
de cámara Kodak antigua
el momento quedó inmortalizado.
Tú, la Luna y las estrellas,
tú y la melodía que sólo el bosque
podía escuchar,
tú y sólo tú en un momento irrepetible
censurado como pagano
por las mentes cortas
que se ofenden al imaginarte.
Tú y sólo tú... en plena libertad.
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