domingo, 4 de agosto de 2019

El individualismo y las redes sociales



- La Historia Jamás Contada -

Desde su implementación masiva, comunicarse mediante las Redes Sociales –trade mark- en lugar de hacerlo a la manera tradicional, pasó prontamente de ser una moda o cuestión de status a convertirse cada vez más en una imperiosa NECESIDAD, dejando atrás las “simples” conversaciones telefónicas, epistolares o incluso presenciales de antaño. Una derivación –sólo en apariencia- inesperada de lo que parecía ser una más en la serie de mejoras técnicas de los sistemas electrónicos de telecomunicación.

Para un aficionado profesional a la Electrónica como me considero, que comenzó a cultivarla precisamente para aprender a construir un mítico –en esos tiempos- walkie-talkie como los de las películas de espías, presenciar lo que estos adelantos han logrado para la EXPRESIÓN INDIVIDUAL, me lleva indefectiblemente a evocar el clima social de esa época, los ’60, cuando nuestra generación cayó en la cuenta de que, sin importar lo que hicieran los Gobiernos en materia de censura, la Tecnología nos estaba abriendo la puerta a otra forma de relacionarnos con nuestros coetáneos… y en nuestros propios términos, además.

Como es bien sabido por los estudiosos de la Historia Cultural, lo que catalizó ese gran Movimiento, aunque difuso, de la Contracultura de entonces, fueron las TELECOMUNICACIONES públicas, que nos permitieron conocer lo que había más allá de las fronteras ideológicas de nuestros provincianos países, mal que les pesara a los chauvinistas que cifraban sus esperanzas de eternizarse en el Poder, en el desconocimiento por parte del grueso de la población, de lo que sucedía ALLÁ AFUERA.

Ahora nos encontramos en medio de un curioso fenómeno, pues por una parte asumimos que tenemos la libertad de comunicarnos cándidamente con (muchos) otros a lo largo y ancho del Mundo pero, por el otro, somos cada vez más conscientes de que nuestras comunicaciones no son realmente PRIVADAS, sino que están a merced tanto de delincuentes comunes como de los sempiternos voyeurs gubernamentales. Y esto con una extensión y profundidad que ni Orwell en sus más lúcidas pesadillas hubiese imaginado.

Si, parafraseando a McLuhan, consideramos a nuestros medios como extensiones de nuestra propia INDIVIDUALIDAD, que de esta manera se presenta a sí misma ante otras semejantes, resulta que nuestro propio Yo se encuentra en vilo durante su tránsito virtual por el riesgo permanente de perderse o, tal vez peor, llegar falseado a su(s) destinatario(s). ¿Cómo podemos saber si lo que recibimos concuerda con lo que nuestro partner nos envió desde el otro extremo de la madeja? (Con el agravante adicional de que tampoco tenemos la absoluta seguridad que EXISTA alguien real -otra individualidad- ahí.)

Esto nos llevar a pensar o, al menos, tratar de IMAGINAR un individualismo evolucionado, de modo que no nos veamos forzados a abandonar nuestra ya lograda ciudadanía mundana sea por enconcharnos en el esquizofrénico temor de ver a nuestro self desmoronarse o aceptar que un Estado proteccionista lo preserve, pero a cambio de cederle nuestra ya socialmente afianzada INDIVIDUALIDAD  por una siempre hipotética SEGURIDAD.

De alguna forma tenemos que resolver en nuestro propio beneficio la paradoja que nos origina ser INDIVIDUOS EN LAS REDES… SOCIALES.


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: alasperuanoargentino.edu.pe