1 de julio de 2019
Hasta el último segundo
hace honor a su naturaleza:
centellea,
tiembla levemente,
su luz se extingue.
Al cruzar el umbral
una mirada triste
da un nostálgico adiós
a las colegas
que esperan turno.
Empieza a desintegrarse
y con ella su presencia
en el legajo formal de la lengua,
pero su huella
queda con nosotros
mientras haya alguien
que evoque su esencia.
Titilante es su nombre
y junto con otras miles
son borradas
del diccionario oficial del español
aduciendo desuso.
La medida es injusta,
pero,
¡que más da antes o después,
si por ese camino vamos todos!
La absurda justificación del uso y desuso
que trata igual a las palabras y a las personas;
visión utilitaria que de un plumazo
borra de la superficie
y manda al abismo de las jubilaciones.
