El Soplo de Euterpe
Todo lo bello se pierde al pasar
Como las aguas
WB Yeats
Al final del siglo XIX, la
ópera alcanzaba su plena madurez. El patriarca Verdi, en pleno otoño de la
vida, presidía la gran ópera italiana. Verdi encabezaba legiones de admiradores
y no pocos discípulos. Ataques e innovaciones desde Francia, Alemania y aun la
lejana Rusia intentaban opacar la formidable ópera italiana.
Entre los devotos
compositores, se encontraba un apuesto joven que a la sazón se acercaba a los
treinta y cinco años, tímido hasta la paradoja, no obstante su afición por el
naciente automovilismo, que incluso le costará un grave accidente, era Giacomo
Puccini; se trataba del más brillante de
una pléyade de grandes operistas italianos. También brillaban con luz propia,
Pietro Mascagni compositor de la célebre Cavalleria
Rusticana, Rugiero Leoncavallo compositor de una de las óperas más
representadas de la historia, Il
Pagliacci, Francesco Cilea, Umberto
Giordano que hacían frente a las innovaciones de Wagner, quién a pesar de su
brillantez no logró quitar del pedestal a la ópera italiana.
Verdi iluminaba la ópera con
temas de la vida cotidiana, diferentes a las leyendas germanas representadas
por Wagner, entelequias ajenas a la experiencia del público que no conocía las
raíces míticas germanas. Las resonancias de la ópera
italiana, vestían los escenarios del mundo y perdurarían hasta el presente.
Hay una fecha marcada en el
calendario de las grandes obras. El primero de febrero de 1893. El Teatro Regio de Turín se engalanaba con
la puesta en escena de la obra de un
joven desconocido. Giacomo Puccini estrenaba la formidable ópera Manón Lescaut, tercera obra del
desconocido compositor. Las llamadas del
público exigían una y otra vez la presencia de los cantantes en el escenario.
La representación y el elenco brindaron hasta bien entrada la noche, Puccini
irradiaba la luz inconfundible del éxito. Una refulgente estrella había nacido.
Después del apoteósico
triunfo de Manon Lescaut, Puccini de
inmediato se dio a la tarea de buscar otro tema. Estaba poseído por la locura
creadora. Según cuenta su amigo Arnaldo Fracarolli, una tarde lluviosa,
entregado al ocio, Puccini dio con una novela, se trataba de Scenes de la vie boheme. La novela de
Henri Murger, de inmediato cautivó al maestro y se hizo acompañar para armar
los libretos por el poeta Luigi Illica y el escritor Giuseppe Giacosa.
Arrastrados por el entusiasmo hicieron nacer una de las óperas más exitosas de
todos los tiempos. La Boheme es tema
obligado en todas las compañías operísticas del mundo. El tema central es la vida de los soñadores
artistas que viven en la miseria pero siempre jubilosos. La atmósfera del
círculo de artistas, de esos jóvenes sin recursos y sin preocupaciones de
ninguna índole. Puccini encontró en la obra de Murger todos los ingredientes
necesarios para componer una obra inmortal, pasión, amor, humor el aire siempre
presente de la alegría de vivir y un aire trágico que enmarca el final de la
obra. Los personajes Rodolfo, Francine, Mimí, Musetta, el escritor Jacques,
Marcel, Schunard y Coline entretejen vivencias y momentos profundamente
humanos. La música alcanza alturas
grandiosas y la obra se desarrolla con evidente embeleso. A través de los años,
la obra no ha perdido frescura, quizá se deba al hecho que la Boheme contiene
la expresión de nuestras profundas cavernas mentales: sueños, deseos, pasiones.
Cautivado
por La Boheme, Thomas Alva Edison escribió a Puccini una significativas líneas:
“Men die and governments change, but the
songs of La Boheme will live forever”. La Boheme fue estrenada en Turin el 1 de febrero de 1896,
bajo la dirección del legendario Arturo Toscanini. De inmediato La ópera fue acogida como una
favorita del público en todos los rincones de la Tierra.
La experiencia estética de
escuchar esta excelsa obra no puede suplirse con explicaciones. La música se
escucha y se goza.
He aquí la letra las célebre
aria Che gélida manina de un Rodolfo
enamorado y la belleza de la respuesta de Mimi. Si, me chiamano Mimí
asombrosa conjunción de música, canto, una expresión única y sublime de eso que
buscamos entre los recodos de la vida llamado amor…el arte simplemente puro.
Che gélida manina
Che gélida manina, se la lasci riscaldar.
Cercar che giova? Al buio non si trova.
Me per fortuna é una notte di luna.
Aspetti signorina, le diró con due parole,
Che son, e che faccio, come vivo.
Vuole?
Chi son? Sono un poeta.
Che cosa faccio? Scrivo
E come vivo? Vivo
In povertá mia lieta scialo de gran signore
Rime ed inni d´amore
Per sogni e per chimere
E per castelli in aria
L´anima ho millonaria
Talor del mio forziere ruban tutti I gioieilli
Due ladri: gli occhi belli
V´entrar con voi pur ora,
Ed i miei sogni usati
E i bei sogni miei
Tosto si diliguar¡¡
Ma il furto non m´accora,
Poché v´ha preso stanza la doce speranza¡¡
Or che me conoscete, parlare voi, deh párlate.
Che siete?
Vi piaccia dir¡¡¡

Alejandro Rivera Domínguez, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com
Imagen: wordsinfreedom.com