12 de abril de 2019
Hay pasajes
que duelen
hasta la raíz,
como cuando
te pegas
en una uña enterrada,
igualito
a los porrazos
del ego
o a las resacas
de vino tinto.
A diferencia
de la uña enterrada,
de los porrazos del ego
y de las resacas de vino tinto,
esos episodios
los usan
para manipularte,
para controlarte,
para dirigirte
cual marioneta
con hilos
de sentimiento de culpa
y de indulgencia innecesaria.
No necesitas titiritero,
ve a tu refugio,
apóyate,
acude a tu interior,
trabaja en solitario,
el tiempo hará el resto,
ya lo verás,
no hay de otra.
No la hay.
