El soplo de Euterpe
Los nuevos sabores de la libertad: la música mexicana en el siglo XIX
Como el sabor del océano está contenido en una gota,
todo el misterio de la vida en el huevo de una pulga.
J. Campbell
Después de una larga y sangrienta lucha, México como nación que se
ha liberado de la corona española, adquiere ciudadanía en el mundo. Es un país
joven nacido de ruinas milenarias. La
Nueva España, bajo el dominio español, cerró sus puertas al devenir de la
historia. Nada entraba, mucho salía de estas tierras. El saber europeo
percolaba lentamente a través del contrabando y el distante eco de lo que
ocurría incluso en la misma España. Baste recordar que Humboldt y Bonpland
requirieron la autorización del Rey español para explorar tierras americanas justo
al comenzar el siglo XIX. Antes sólo
rumores recorrían los caminos americanos españoles. Al dar sus primeros pasos
como nación, ocurrieron rápidas transformaciones en la sociedad y, por
supuesto, en el arte, particularmente la música.
La actitud de los nuevos
mexicanos fue caminar por sendas diferentes a todo lo que significaba España, una negación fundamental que definió
parte importante de la historia mexicana. Un niño de pronto apartado de su
madre y que busca realidad y protección en otras tradiciones, modos, estilos,
movimientos europeos. En la época de la independencia, componían en Europa Beethoven, Schubert, Mendelssohn,
Schumann pero aun no llegaban aquellos aires a la nueva república. Los
mexicanos tomaron conciencia de su secular encierro y se dieron a la tarea de
abrir las puertas a todo lo nuevo. La sorpresa de los avances del último siglo,
tomaron por sorpresa a todo un pueblo ávido de saber y aprender.
Bach había definido nuevas
armonías y estilos que impactaron a los compositores que eran la culminación de
la música del siglo XIX, Mozart, Hayden, Haendel, Vivaldi, Beethoven
absorbieron directa o indirectamente las enseñanzas del viejo de Leipzig y las
repartieron en sus respectivas obras.. Al descubrir esta riqueza, las
tendencias en la joven república mexicana, se transfiguraron en un lento
proceso de asimilación que coincidió con
los momentos más luminosos del Romanticismo de manera que, los músicos y otros
artistas adoptan los estilos franceses, italianos, alemanes que enriquecen nuevos estilos de composición
en México. Sin embargo, hay que asumir
la bifurcación del camino. Un lado representa las tradiciones de la música
anclada al patrocinio eclesiástico y música popular regional. Por otro, una
necesidad básica de modernizar y adoptar nuevas tendencias. Cabe recordar que apenas un siglo antes, los
compositores novohispanos alcanzaron una incuestionable calidad musical aunque
en general, era música sacra, y carecieron de los aires de la crucial libertad
artística para componer temas diferentes.
La nueva sociedad mexicana,
esencialmente campesina e indígena con poca población urbana, no obstante,,
estaba sedienta de participar en el nuevo arte europeo, arte que, exigía
compromisos profesionales mucho más rigurosos.
Paulatinamente se formaron instrumentistas de gran calidad y
compositores que incansablemente componían numerosas óperas, muchas de ellas
actualmente perdidas. La ópera campeaba
por sus reales los escenarios europeos, era la época de Donizzeti, Rossini,
Gounod. Los compositores mexicanos siguieron estas tendencias y la ópera se
convirtió en sinónimo de gran arte; por consiguiente todo el bagaje musical
necesario para las necesidades operísticas fue rápidamente cubierto. Teatros
adecuados, coros, orquestas, escenógrafos y por supuesto cantantes que
representaran los papeles respectivos. Comenzaron a brillar compositores como Melesio
Morales, Juventino Rosas y su inmortal vals Sobre las Olas y una soprano de
cualidades excepcionales, Ángela Peralta,
murió muy joven pero sorprendió a los públicos europeos por su voz y su
impecable técnica de canto. Esta afirmación proviene de las crónicas de la
época, ya que su voz se perdió para siempre al no contarse con la tecnología
del registro sonoro. También compuso algunos valses encaminados para lograr el
máximo brillo en la voz mezzosoprano. Loin
de Toi una deliciosa vocalización es prueba de ello.
Un aspecto distingue la
música hecha en México durante el siglo XIX. Los compositores mexicanos
trataban de incorporar elementos musicales
nacionales, pese a las limitaciones de asumir que la música que
componían nacía de las tendencias europeas. Nació así, una transformación
importante, por un lado búsqueda de lo
nacional y por otro apegarse a los estilos que llegaban de Europa. Entre estas tendencias se abrió paso la
composición de salón dirigida al brillo del virtuoso, muy característico del
estilo del periodo porfirista y sus intentos de modernización. Entre los más
conspicuos compositores del último cuarto del siglo XIX encontramos a Julio
Ituarte con claras tendencias nacionalistas y maestro de Ricardo Castro, Felipe
Villanueva y Ricardo Castro, quizá el más fino y prolífico compositor mexicano
de la época. Compositores aclamados y muy admirados constituyeron el cenáculo
del romanticismo mexicano, definido por su ornamentación, elegancia y claridad
de estilo, al tiempo que definía socialmente la música emblemática de la clase
pudiente. Esta música es de una excepcional calidad que poco tenía que
aprenderle a los consagrados maestros europeos. Escucharla con atención es
descubrir el incuestionable talento de los maestros compositores mexicanos.
Para esta semana:
Melesio Morales.
I.-Mírame mis ojos. Silvia Navarrete piano.
II.-Nezahualcoyotl
Angela Peralta
I.-Loin de Toi.
II.- Gallop México. Orquesta sinfónica de Queretaro
III.-El Deseo. Romanza para canto
Veronika Alexanderson, mezzosoprano, Jozsef Olechuski piano
Felipe Villanueva
I.-Vals poético (Diversas versiones) Imprescindible
Ricardo Castro
I.-Vals Capricho.
Eva María Zuk piano, Orquesta Sinfónica del estado de México
II.-Mazurka Melancólica. Silvia Navarrete piano
Julio Ituarte
I.-Ecos Mexicanos. Silvia Navarrete piano.
Juventino Rosas
I.-Sobre las olas.
Wiener Volksopernorchester. F. Bauer Director.
Macedonio Alcalá.
I.-Dios Nunca muere.
Orquesta sinfónica de Minería.
Alejandro Rivera Domínguez, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com