martes, 16 de abril de 2019

Los nuevos sabores de la libertad: la música mexicana en el siglo XIX (artículo)


El soplo de Euterpe


Los nuevos sabores de la libertad: la música mexicana en el siglo XIX
Como el sabor del océano está contenido en una gota,
 todo el misterio de la vida en el huevo de una pulga.
J. Campbell


Después de una larga  y sangrienta lucha, México como nación que se ha liberado de la corona española, adquiere ciudadanía en el mundo. Es un país joven nacido de ruinas milenarias.  La Nueva España, bajo el dominio español, cerró sus puertas al devenir de la historia. Nada entraba, mucho salía de estas tierras. El saber europeo percolaba lentamente a través del contrabando y el distante eco de lo que ocurría incluso en la misma España. Baste recordar que Humboldt y Bonpland requirieron la autorización del Rey español para explorar tierras americanas justo al comenzar el siglo XIX.  Antes sólo rumores recorrían los caminos americanos españoles. Al dar sus primeros pasos como nación, ocurrieron rápidas transformaciones en la sociedad y, por supuesto, en el arte, particularmente la música.


La actitud de los nuevos mexicanos fue caminar por sendas diferentes a todo lo que significaba  España, una negación fundamental que definió parte importante de la historia mexicana. Un niño de pronto apartado de su madre y que busca realidad y protección en otras tradiciones, modos, estilos, movimientos europeos. En la época de la independencia, componían  en Europa Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Schumann pero aun no llegaban aquellos aires a la nueva república. Los mexicanos tomaron conciencia de su secular encierro y se dieron a la tarea de abrir las puertas a todo lo nuevo. La sorpresa de los avances del último siglo, tomaron por sorpresa a todo un pueblo ávido de saber y aprender.

Bach había definido nuevas armonías y estilos que impactaron a los compositores que eran la culminación de la música del siglo XIX, Mozart, Hayden, Haendel, Vivaldi, Beethoven absorbieron directa o indirectamente las enseñanzas del viejo de Leipzig y las repartieron en sus respectivas obras.. Al descubrir esta riqueza, las tendencias en la joven república mexicana, se transfiguraron en un lento proceso de asimilación  que coincidió con los momentos más luminosos del Romanticismo de manera que, los músicos y otros artistas adoptan los estilos franceses, italianos, alemanes  que enriquecen nuevos estilos de composición en México.  Sin embargo, hay que asumir la bifurcación del camino. Un lado representa las tradiciones de la música anclada al patrocinio eclesiástico y música popular regional. Por otro, una necesidad básica de modernizar y adoptar nuevas tendencias.  Cabe recordar que apenas un siglo antes, los compositores novohispanos alcanzaron una incuestionable calidad musical aunque en general, era música sacra, y carecieron de los aires de la crucial libertad artística para componer temas diferentes.

La nueva sociedad mexicana, esencialmente campesina e indígena con poca población urbana, no obstante,, estaba sedienta de participar en el nuevo arte europeo, arte que, exigía compromisos profesionales mucho más rigurosos.  Paulatinamente se formaron instrumentistas de gran calidad y compositores que incansablemente componían numerosas óperas, muchas de ellas actualmente perdidas.  La ópera campeaba por sus reales los escenarios europeos, era la época de Donizzeti, Rossini, Gounod. Los compositores mexicanos siguieron estas tendencias y la ópera se convirtió en sinónimo de gran arte; por consiguiente todo el bagaje musical necesario para las necesidades operísticas fue rápidamente cubierto. Teatros adecuados, coros, orquestas, escenógrafos y por supuesto cantantes que representaran los papeles respectivos.   Comenzaron a brillar compositores como Melesio Morales, Juventino Rosas y su inmortal vals Sobre las Olas y una soprano de cualidades excepcionales, Ángela Peralta,  murió muy joven pero sorprendió a los públicos europeos por su voz y su impecable técnica de canto. Esta afirmación proviene de las crónicas de la época, ya que su voz se perdió para siempre al no contarse con la tecnología del registro sonoro. También compuso algunos valses encaminados para lograr el máximo brillo en la voz mezzosoprano. Loin de Toi una deliciosa vocalización es prueba de ello.

Un aspecto distingue la música hecha en México durante el siglo XIX. Los compositores mexicanos trataban de incorporar elementos musicales  nacionales, pese a las limitaciones de asumir que la música que componían nacía de las tendencias europeas. Nació así, una transformación importante, por un lado  búsqueda de lo nacional y por otro apegarse a los estilos que llegaban de Europa.  Entre estas tendencias se abrió paso la composición de salón dirigida al brillo del virtuoso, muy característico del estilo del periodo porfirista y sus intentos de modernización. Entre los más conspicuos compositores del último cuarto del siglo XIX encontramos a Julio Ituarte con claras tendencias nacionalistas y maestro de Ricardo Castro, Felipe Villanueva y Ricardo Castro, quizá el más fino y prolífico compositor mexicano de la época. Compositores aclamados y muy admirados constituyeron el cenáculo del romanticismo mexicano, definido por su ornamentación, elegancia y claridad de estilo, al tiempo que definía socialmente la música emblemática de la clase pudiente. Esta música es de una excepcional calidad que poco tenía que aprenderle a los consagrados maestros europeos. Escucharla con atención es descubrir el incuestionable talento de los maestros compositores mexicanos.

Para esta semana:

Melesio Morales. 
I.-Mírame mis ojos. Silvia Navarrete piano.
II.-Nezahualcoyotl
Angela Peralta
I.-Loin de Toi.
II.- Gallop México. Orquesta sinfónica de Queretaro
III.-El Deseo. Romanza para canto
Veronika Alexanderson, mezzosoprano, Jozsef Olechuski piano
Felipe Villanueva
I.-Vals poético (Diversas versiones) Imprescindible
Ricardo Castro
I.-Vals Capricho.
Eva María Zuk piano, Orquesta Sinfónica del estado de México
II.-Mazurka Melancólica. Silvia Navarrete piano
Julio Ituarte
I.-Ecos Mexicanos.  Silvia Navarrete piano.
Juventino Rosas
I.-Sobre las olas.
Wiener Volksopernorchester. F. Bauer Director.
Macedonio Alcalá.
I.-Dios Nunca muere.
Orquesta sinfónica de Minería.




Alejandro Rivera Domínguez, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com