lunes, 22 de abril de 2019

Abrazo de Acatempan


Dice la tradición que cada vez que abrazamos de verdad a alguien, ganamos un día de vida

Paulo Coelho


Hace 198 años, para ser preciso el 10 de febrero de 1821, en el marco de la guerra de Independencia de México, se llevó a cabo el famoso Abrazo de Acatempan, suceso en el que participaron Agustín de Iturbide, comandante en jefe del ejército del Virreinato de la Nueva España y Vicente Guerrero, jefe de las fuerzas que peleaban por la Independencia de México.

Este encuentro se celebró tras varios intentos del virrey Apodaca de indultar a Guerrero, pero éste se negó en cada uno de esos intentos. La situación de los ejércitos alargaría aún más la guerra y el país estaba ya bastante cansado de la misma. Finalmente, Iturbide redactó el Plan de Iguala, que envió a Guerrero y éste aceptó reunirse para comentarlo aprobándolo con el simbólico gesto del Abrazo de Acatempan.

El Abrazo de Acatempan marcó la esperada reconciliación entre las fuerzas virreinales integradas mayoritariamente por criollos y el ejército insurgente. Con este abrazo y esta unión formaron el Ejército Trigarante. El 27 de septiembre de 1821 este ejército con Agustín de Iturbide, ataviado de civil, a la cabeza hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México.

Pero el abrazo (muestra de amor o un saludo, que se lleva a cabo con los brazos, ya sea por encima del cuello o por debajo de las axilas, alrededor de la persona a la que se brinda el gesto, apretando o constriñendo con fuerza y duración variables) como expresión de cariño o reverencia ha existido desde el más remoto pasado. Se cree que un ser humano necesita al menos 1,500 abrazos al año para sobrevivir, pero hay algunos de ellos que sirven para una vida entera.

Un descubrimiento arqueológico reciente de al menos 3,000 años de antigüedad da fe de eso ya que fue encontrado un sorprendente entierro de una pareja que se estima pertenece a la cultura Vysotskaya asentada desde la Edad de Bronce cerca de la aldea de Petrykiv, al sur de la ciudad de Ternopil, en el oeste de Ucrania.

La descripción dada por los arqueólogos de la posición en que fue hallada la pareja de esqueletos indica: “Es un entierro único, un hombre y una mujer acostados allí, abrazándose con fuerza (…) Ambas caras se miraban, sus frentes se tocaban. La mujer estaba echada sobre el hombre, con su brazo derecho abrazándolo tiernamente, y la

muñeca sobre su hombro derecho” y agregan “Los dos estaban vestidos con decoraciones de bronce, y cerca de las cabezas se colocaron algunos objetos de cerámica: un cuenco, un tarro y tres vasijas”.

En un análisis detallado de este tipo de entierros los especialistas establecen que: “Desde nuestro punto de vista, esta mujer lo hizo voluntariamente. Tal vez no quería vivir con otro hombre ni acostumbrarse a una nueva forma de vida, por lo que prefirió morir con su esposo”. “Suponemos que tal decisión fue dictada solo por su propio deseo y su intento de quedarse con su amado”. El matrimonio era una institución bien desarrollada en la cultura Vysotskaya, con esposos y esposas que tenían responsabilidades claramente definidas. Uno de los pilares de sus creencias era la idea de que la mujer prefería morir junto a su hombre.

Otro de los abrazos famosos fue el del Papa Francisco que sorprendió al cambiar el rumbo del avión que, antes de llevarlo a México, lo condujo a Cuba. Esta vez para cumplir una cita histórica con el patriarca ortodoxo ruso Kiril Patriarca de la Iglesia rusa. El abrazo de Francisco J. y Kiril I. abrió las puertas que estuvieron cerradas por más de mil años y demostró que la unidad es posible. Así quedó plasmado en la declaración conjunta que suscribieron. En 30 puntos los líderes religiosos pidieron el cese de la guerra en Ucrania y destacaron la importancia de las raíces del cristianismo y sus enseñanzas en la paz mundial, la defensa de la vida humana y la convivencia.

Vemos que la palabra "abrazo" está formada por el prefijo ad- (hacia) y braccium (brazo), raíces latinas y significa "acción de rodear con los brazos". La Real Academia Española (REA) define al abrazo como “estrechar entre los brazos, ceñir con los brazos”. La misma REA define la palabra "apapacho", una voz de origen náhuatl como "palmadita cariñosa o abrazo". El apapacho deriva de la voz náhuatl patzoa, la que puede traducirse como apretar y algunos autores también vinculan con la palabra apachurrar.

Es por ello amable lector, que los mexicanos tenemos una definición mucho más poética del acto de apapachar: "abrazar o acariciar con el alma". Y es que el término refiere a algo que va más allá del contacto físico.
Jorge A. Rodríguez y Morgado

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