El soplo de Euterpe
La música es lo infinito en lo finito…
Hegel
La Camerta continuó sus estudios en el palacio de Jacopo Corsi, en virtud que Bardi cambio su residencia a Roma. Ambos, Bardi y Corsi también participaban de las sesiones de estudio y discusiones sobre el nuevo arte y fueron cruciales en la historia de los primeros pasos de la ópera.
En el palacio de Jacopo Corsi cae la luz de la primera ópera ante un selecto grupo de invitados que compartían los ideales griegos de la Camerata. La primera representación fue Dafne, basada en un texto del poeta Ottavio Rinuccini y música de Jacopo Pieri. El primer experimento de fusión entre el drama y la música, vio la primera luz en 1597. La ópera como uno de los productos humanos más complejos y fascinantes, comenzaba su andar con vacilantes y torpes pasos, como el Golem del Rabino de Praga. Comenzó sus pasos y nadie pudo detenerla.
En 1600 se representó Eurídice, obra debida a Peri y la participación de Rinuccini con música del gran Giulio Caccini, nacido en 1550 cerca de Roma, esta obra fue representada durante los esponsales de María de Medici con Enrique IV de Francia. La obra se conserva y tiene un valor inestimable respecto a la ópera primitiva donde las voces constituyen los andamios en los cuales, una pequeña orquesta acompañaba el canto.
Eurídice, en la mitología griega, era una ninfa, que servía al dios Pan vagando entre las montañas de la Hélade. Un día, Orfeo, flautista y tañedor divino, se enamora de la ninfa y logra que acepte unirse en matrimonio. Justo el día de la boda, Aristeo, otro pastor como Orfeo, intenta raptarla, Eurídice logra escapar pero en su huída es mordida por una víbora. Muere. Orfeo, vive la tragedia con indecible dolor, tañe la lira con una dulzura que fascina a quién lo escuche, vaga por los campos sin atenuar su tristeza. Se acerca a la tétrica laguna Estigia para convencer al temido Caronte, el barquero y conductor de la barca que le preste ayuda para cruzar la laguna que conduce los muertos a través de la laguna y los deposita en el Hades donde reina Hefestos. A pesar de sus ruegos y música, Orfeo no logra convencer al macabro barquero, y sólo lo conduce a través de la laguna, pero el can Cerbero, conmovido por la música deja entrar a las oscuras y tenebrosas galeras del Hades a Orfeo. El pastor toca la lira con profundo dolor y ruega a Hefestos que libere y devuelva a la vida a su amada Eurídice. El Dios del mundo subterráneo, finalmente accede a los ruegos de Orfeo y pone una sola condición: Orfeo no debe volver la cabeza y mirar a Eurídice hasta salir del mundo de las sombras. A punto de salir, Orfeo no resiste la ansiedad y vuelve la cabeza. En aquel momento se rompe la generosa oferta de Hefestos y finalmente Eurídice regresa a las sombras.
Se sabe que hay versiones mucho más antiguas de Euridice, pero los miembros de la Camerta adoptaron la leyenda desde la perspectiva del drama y tragedia clásico griega. Los estudios teóricos de los florentinos, los llevaron a senderos muy rigurosos y apegados a aquello en lo que pensaban del mundo griego, no siempre verdadero.
Cebe recordar que en la alborada del siglo XVII, Italia estaba conformada por numerosos estados, no obstante, se impusieron tres grandes estilos operísticos: veneciano, florentino y romano.
La ópera florentina florecía bajo la influencia de la Camerata y con su característico largo y en ocasiones tedioso recitativo.
El nuevo arte viajó pronto por las tierras de la Italia y llegó a Roma bajo el patrocinio de Emilio De´Cavallieri. Dafne fue escuchada por el cenáculo del Vaticano, sin embargo, acostumbrados al lujo y entregados a la molicie, los prelados exigían mas lujo y sobre todo más música que la propuesta florentina.
Al principio la ópera romana se caracterizó por presentar obras religiosas y moralizantes. Un caso es Saint Alesis compuesta en 1632 y algunas más profanas como La Catena de Adam, compuesta por Domenico Mazzochi.
La ópera romana, no obstante su carácter inicial moralizante, pronto incorporó escenarios suntuosos, grandes decorados y pasajes musicales sin canto, al tiempo que, las arias (aires) ocuparon el lugar culminante, y los recitativos fueron relegados a pasajes cortos. Pronto la música tendería el puente emocional entre la palabra y la integración de la obra. Por su parte, La Camerata consideraba que las arias, eran superfluas, antinaturales y distraían la línea argumental principal y se alejaban de los ideales griegos. Los florentinos habían inventado la ópera pero su cegador apego a las formas clásicas, relegaron estos principios a la sombra.
Ya se mencionó que la primera representación pública de una ópera se celebró en 1637. El nuevo arte era muy apreciado por la clase noble y los rumores sobre un nuevo gran arte permearon al resto de la sociedad. Había gran interés en presenciar una de estas representaciones, aunque el precio por asistir era prohibitivo a la mayoría de la gente. Los primeros empresarios operísticos fueron dos personajes notables: Benedetto Ferrari y Francesco Manelli. La primera ópera pública Andrómeda, fue muy exitosa, al punto que, hacia 1700, en Venecia había dieciséis teatros dedicados fundamentalmente a la representación operística.
El gran salto de la ópera para recibir su acta de residencia en el arte supremo, fue impulsado por el enorme compositor Claudio Monteverdi. La ópera a partir del Orfeo, gran ópera de Monteverdi, alcanzaría el palmarés de ser una de las artes más excelsas inventadas por el Hombre.
I.-Jacopo Peri. Dafne: tu dormi el dolce sonno…
II.-L´Orfeo. Favola in música. Interpretada bajo la dirección de Jordi Savall. Esta es una delicia muy recomendada.
III.-L´Eurídice: Representación de la orquesta y coro de la Universidad de Illinois. Grabada el 6 de octubre de 2000.
IV.-Ave María. Giulio Caccini. Dos versiones maravillosas: Carla Maffioletti y especialmente Sumi-Jo
Alejandro Rivera Domínguez, miembro de la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com.